El escritor venezolano publicó recientemente su último libro Demencia|José Miguel Roig: “Elimino más de lo que escribo”

José Miguel Roig escribe todos los días religiosamente, sin importar lo que suceda, ni el estado de ánimo que tenga. Aunque debutó como narrador a sus 56 años de edad -hoy tiene 85-, su deseo de escribir es mucho más antiguo, se remonta a los diarios que escribía cuando era niño.

A Roig le aburren las novelas largas, tanto como lector como en su propia escritura. Al contrario, prefiere la contundencia del relato breve, la simpleza del lenguaje para nombrar lo que no necesita adornos: la cruenta realidad.

Recientemente, el sello editorial Oscar Todtmann Editores publicó su más reciente obra, Demencia. Es una compilación que reúne dos novelas breves (El alma herida y Morir en silencio) y cuatro relatos (Pórtico I y II, Exitus y Demencia). La violencia en todas sus formas es el fondo, más no la forma de estos textos. Ante el estruendo de la crueldad, Roig escribe con sosiego y absoluta exactitud. No es un autor explosivo, es un escritor que deja reposar la historia para escribirla en su justa medida.

LA VIOLENCIA CONTADA

Secuestros, crímenes, homicidios y crueldad son el escenario que Roig dibuja en Demencia como un reflejo de la sociedad en la que vivimos, según sus propias palabras. Además es un tópico recurrente en toda su obra narrativa. Roig no pretende emitir un discurso moralizante, aleccionador, ni siquiera una crítica, solo intenta retratar la violencia a la que la sociedad está sometida.

“Escribir sobre la violencia no es nada original. Estamos viviendo una violencia desgarradora no solo desde ahora, sino desde hace sesenta años y que no es nada fácil controlar. La inseguridad es tremenda. Todos los gobiernos han tratado de controlarla pero es muy difícil. Me parece un poco absurdo hoy en día escribir novelas de amor cuando estamos viviendo lo que estamos viviendo”, explicó el escritor.

Roig es arquitecto y pasó gran parte de su vida dedicado a la docencia en la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Eligió la arquitectura porque pensó que “podría ser una forma de expresar mis ansias de crear”, dijo. El tiempo libre del que goza tras su jubilación lo invierte de lleno a la escritura, no en balde cuenta con al menos catorce libros, de los cuales algunos han sido traducidos al inglés, al francés y al danés. Sin embargo, aún es poco conocido en el medio editorial venezolano.

De joven era muy desordenado y leía de esa misma manera. No obstante era y es un lector voraz. Recuerda que leía hasta los textos que supuestamente no eran apropiados para la infancia. De ellos recuerda Lo que el viento se llevó de la escritora norteamericana Margaret Mitchell, “A mi madre le pareció un exabrupto que yo la hubiese leído, pensaba que era muy pequeño para eso”, relató. Ese lector caótico dio paso a un escritor ordenado y meticuloso.

EXTREMA METICULOSIDAD

La meticulosidad en la escritura de Roig llega a niveles extremos y obsesivos. La razón por la cual logra un lenguaje tan llano y preciso es la constante revisión, corrección y reescritura de sus manuscritos.

La prosa de Roig es bastante depurada. “Yo no soy nada barroco escribiendo, yo escribo muy directamente sin preciosismos. Me gusta contar las cosas como son y me aburren las novelas largas”, dijo.

El escritor cuenta que corrige sus textos al menos diez o doce veces y que además disfruta hacerlo. “Me gusta mucho reescribir. Primero, empiezo desde cero, escribo lo primero que se me viene a la cabeza y luego voy eliminando y eliminando. Elimino más de lo que escribo”, aseguró Roig quien además apunta en una lista las fechas exactas en las que realizó correcciones a los textos que está escribiendo.

El narrador está muy consciente de la escritura como un artificio, por ello dedica tanto tiempo a afinar cada detalle. Roig confesó que elabora listas de adverbios y adjetivos, y luego revisa página por página cuidando que ninguno se repita.

El espacio que Roig tiene dispuesto para la escritura es una habitación confortable, naturalmente llena de libros. Cuando escribe le da la espalda a la ventana, evitando cualquier distracción que interrumpa su diaria tarea. Es normal que en una misma temporada esté escribiendo varios textos a la vez. A sus ochenta y cinco años cuenta con la concentración, la disciplina y sobre el todo con el tiempo para abordar todos los proyectos literarios que se le ocurren.

Actualmente trabaja en dos novelas cortas. Los archivos están abiertos en su laptop y antes de iniciar cada texto, hay una lista de los personajes con sus descripciones psicológicas y físicas. Cuando Roig cuece las historias y los personajes en la cabeza, inmediatamente los bautiza, les otorga un nombre para facilitar su caracterización.

En este proceso ficcional, el narrador piensa que hay un aporte autobiográfico del escritor. Y cuando se refiere a esto piensa que su vida ha sido corriente, lineal: estudió, se casó, trabajó, dio clases y ahora escribe. En ese sentido cree que sus personajes son mucho más interesantes.

BIOGRAFÍA MÍNIMA

José Miguel Roig nació en San Sebastián, España. Es arquitecto por la Universidad de Cornell de Nueva York y profesor jubilado de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, donde impartía la cátedra de Historia y Teoría de la Arquitectura. Entre sus novelas publicadas cuentan: Recuerda Shopenhauer, (Alfadil, 1987), Soñar con emperadores, (Planeta 1990), Sabor Amargo (Alfadil, 1991); The Russian Mountain (Aidan Ellis, 1993), The Landscape Collector (Aidan Ellis, 1997), Como Bordar Flores (Libros Marcados, 2010); Réquiem para Goethe (Oscar Todtmann Editores, 2012), entre otras. Su último libro, Demencia, se encuentra en las librerías más importantes del país. Como arquitecto publicó el libro Renacimiento, Barroco y Churrigueresco (Editorial Equinoccio).

T/ Diana Moncada
F/ María Isabel Batista
Caracas