La palabra que te (d) escribe|Juan Calzadilla: “Debemos estar siempre listos para enloquecer”

Si para algo sirven las ferias de libros, amén de ver libros, recomendar libros, amar libros, odiar libros, comentar libros, comprar libros, regalar libros, intercambiar libros, es para encontrarse con los grandes autores de los valiosos libros. El poeta de Altagracia de Orituco (1931), una de las grandes voces vivas de la poesía venezolana, fue celebrado en un sencillo pero entrañable acto, aprovechando la presentación de su más reciente obra: “Poesía por mandato”, una antología personal de sus principales poemarios, editada por Monte Ávila Editores Latinoamericana.

1.

Cuando te invitan a homenajear a un poeta mayor, ya sea como ponente o como público, no celebras su poesía, su poética, su poema: Te celebras a ti.

Celebras la bendición que algún dios te ha dado en vivir la época del poeta; celebras la oportunidad de conocerlo en vida, de seguir de cerca su trayectoria verso a verso a través de sus poemarios; celebras que compartas, como miembro de su misma sociedad, como ciudadano de la misma tierra, como integrante de la misma comunidad, como uno más de su tribu, las mismas suertes y los mismos pesares; celebras la fortuna de tenerlo cerca para que te interprete, o te ayude a interpretar, por qué el día, esa jornada que compacta tantas cosas, es como es, y no puede ser, ya sea para mal, ya sea para bien, de otra manera; celebras, sencillamente, que respire el mismo aire contaminado que produce esa camionetica desvencijada que atraviesa la Urdaneta en la esperanza que en la noche lo escriba, de manera única, como constancia, como cansancio, como denuncia; celebras que a su edad, -todo poeta mayor suele ostentar una mayor edad-, esté de pie, y que con los achaques propios que otorga el calendario aún tenga fuerzas para acercar su voz a un micrófono y dedicarte unos poemas, unos recuerdos, unas quejas, unas alegrías, unos anhelos, unos desasosiegos; celebras que puedes llegar a tu casa, donde te esperan tus seres más queridos, o a la reunión de amigos, o al encuentro contigo mismo, y decir, sin soberbia o con ella, que estuviste con un poeta y, lo que es más, que el poeta estuvo contigo; celebras que su poesía, después de tantos, pero tantos años, no se ha ido, no ha expirado, no se ha vencido; celebras que en él un país está en construcción a través de su aliento, a través de su esforzada palabra, de su sacrificada escritura, de su sudado verbo, y que tanta espalda doblada de su incansable espíritu labrador no es más que una invitación a sumarte a ese trabajo inspirador; celebras, y tomas aire y no te cansas, que los jóvenes poetas, y los no tan joven, celebren a los ancianos poetas como él, lo reconozcan, lo acompañen, lo agarren del brazo por si desfallece o tropieza, lo escuchen con devoción, mientras permiten, por qué no, que los ojos brillen ante tanta emoción de tenerlo tan cerca, tan acá, al lado del corazón de estos tiempos; y celebras, desbordado, lo más importante, lo más importante, lo más trascendental, lo más esencial, celebras, repetimos, desbordado, su palabra, la palabra que suya se hace tuya, nuestra, de ellos; y celebras, porque no puedes dejar de hacerlo, porque no hay que dejar de hacerlo, que él sea celebrado, celebras que tú seas celebrado, celebras que se celebre, que la vida sea, así como la poesía, en definitiva, aquí y para siempre, una celebración.

2.

Hace muy pocos días, en la Feria Internacional del Libro, Filven 2016, se celebró la palabra de Juan Calzadilla, bajo el pretexto, -a todas luces innecesario-, de un libro fabuloso, necesario, lumínico, de su autoría: “Poesía por mandato”, obra que bajo el sello de Monte Ávila Editores Latinoamericana, el poeta concibe una antología personal de su obra desde 1978 hasta el 2012.

3.

Muchas, ¿demasiadas?, emociones juntas ese día. La primera de ellas: las últimas palabras del acto, a cargo del poeta de Altagracia de Orituco. Desde su agradecimiento, por las intervenciones que lo antecedieron, hasta lo que ha sido su trayectoria hasta el presente, transitó su improvisado discurso, una vida siempre pendiente del otro, del trabajo en equipo, de su propuesta escrita, de su propuesta visual, de sus talleres, de su compromiso, de su deseo. Y en el medio de ese recorrido, veloz, compacto, eléctrico, una corta frase. En apenas dos palabras, Calzadilla lanzó, como si fuera una declaratoria amorosa, su espíritu a los presentes: “Yo cumplo”.

4.

En la sala, como si fueran asistentes anónimos, cual lectores interesados, o inquietos y curiosos visitantes a la feria, dos individuos que también son merecedores de celebración: Gustavo Pereira y Edmundo Aray. A ambos, los poetas más jóvenes, organizadores del evento, tuvieron a bien el invitarlos a dar unas palabras. Si era necesario cerrar el círculo del acto para que lindara en la perfección, los dos poetas que se arrimaron al fuego del micrófono terminaron por encender la candela del momento.

5.

(PARÉNTESIS)

A los más jóvenes poetas no le vamos a decir que todo tiempo por pasado fue mejor, porque mañana es mejor, -como dijo Luis Alberto Spinetta en su famosa cantata-, pero sí le vamos a decir que se apuren, que los necesitamos más listos de lo listos que están y que son, que necesitamos sus voces ya crecidas porque estos días urgentes así lo requieren sin más ni más. Hoy nos recostamos, tranquilos, seguros, cual pichones en el nido, porque esas grandes águilas como Calzadilla, Pereira y Aray, entre otras aves de amplias alas, nos alimentan, nos protegen, nos miman, nos cuidan de las alimañas. Sus voces en los actos, en los encuentros públicos, en los cafés, en las calles, en las ferias, sus voces, revolucionarias, nos alientan, pero no será para siempre. Y sus libros, que son imprescindibles, que serán hoy y siempre los cartapacios de consulta para respirar mejor, también muchas veces serán motivo para extrañarlos aún más. El mañana, que es mejor, es ya. Jóvenes poetas, por favor, apúrense.

6.

Listos para enloquecer

Debemos estar siempre listos para enloquecer.

Eso garantiza que la locura no nos coja

por sorpresa. Ni se convierta en decepción

para todos los que no esperaban de ti una cordura

larga y bien remunerada.

Y a tiempo completo.

7.

Y si se quiere su testamento poético en verso del poeta, y si se quiera que en su vasta obra uno lo elija, y si lo quiere usted lector…

“Observa con qué facilidad escribes / sobre pájaros. Pero ¿cuántos has palpado amorosamente con el calor de tus manos? / ¿Cuántos han latido realmente / bajo la presión de tus dedos? / ¿Acaso lo has descrito / sin olvidar detalle / como quien conoce bien un cuerpo amado?/ ¿Lo has liberado acaso / del peso de tus palabras?”

8.

Juan Calzadilla, te celebramos, pero más nos celebramos a nosotros mismos gracias a ti.

Texto/Rubén Wisotzki