Columna Multitud|Juan Barreto:Juventud apartheid (Opinión)

La reunión no terminó tan tarde. Era 11 de abril de 1993. Como de costumbre se despidió de sus camaradas y se marchó por el camino de siempre. Fue solo en el instante del disparo, cuando supo que estaba irremediablemente en manos de la muerte.

El informe forense indica que Chris Hani recibió cientos de golpes y un tiro en la cara antes de abandonar este mundo. Horas después, sus asesinos fueron capturados celebrando, borrachos, en un bar de Pretoria, frecuentado por militantes de la Juventud Apartheid de Sudáfrica. En su defensa argumentaron que lo hicieron porque se trataba de un comunista.

“Negro y comunista, entonces merecía morir”. Comunista: Un nombre que no es cualquier nombre común. Término que para algunos resulta temible, doloroso y por ello también abominable. Pudo haber sido judío, musulmán, o qué se yo… Chris Hani había decidido abandonar el CNA y con ello cualquier cargo o prebenda, para consagrarse de por vida al peligroso oficio de darse a los demás por entero, haciéndose comunista, lo que en la Sudáfrica del Apartheid era igual que jugar con la muerte.

A eso de las cuatro de la tarde del 11 de abril de 2002, Yesenia Fuentes se encontraba en las inmediaciones de Puente Llaguno, en una manifestación pacífica permitida, en respaldo al presidente Hugo Chávez. Recibió un disparo en la cara. Paradójicamente, Yesenia corrió con más fortuna que Chris, pues ese día, decenas cayeron muertos o quedaron gravemente lesionados de por vida por ser bolivarianos.

Las transmisiones de radio de la PM de entonces decían: “Dispárenle a la chusma”, y los canales de TV satanizaban hasta la condena a muerte a todo aquel que simpatizara con Chávez. Demostración para la historia y la memoria de que aquí también hay fascismo para rato, que vemos como se actualiza hoy en el 2014, como un monstruo de mil cabezas cuyo amo es el imperialismo estadounidense.

La violencia contra el pueblo viene de manos de mercenarios paramilitares colombianos aliados a las fuerzas de la burguesía venezolana. Como señala Aram Aharonian, los violentos son una mezcla rara de paramilitares colombianos y “sifrinos” (niños bien) venezolanos, sin más proyecto que el plan golpista llamado “La salida”. Idénticos a la Juventud Apartheid de Sudáfrica.

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