Hay un libro que regalé a Alí Primera frente al mar, una noche de concierto y lucha, para que el salitre de mi Oriente llegara en hojas de letras (o de hierbas) hasta las arenas de su Paraguaná. Después supe que su hermano, José Montecano, que es mi hermano, guarda las hojas de aquel libro. Ayer me entero que vuelven a profanar la tumba y dañan el busto de Alí que la brisa de los semerucos restaura cada día. Oigo la voz de Sol Musset esculpiendo poro a poro el rostro amado.