La bitácora del Viaje al caos de Adrián García se expone en el MAA

Aproximadamente por un lapso de tres meses permanecerá en el Museo de Arte Afroamericano (MAA), en Caracas, la muestra Viaje hacia el caos, una propuesta de Adrián García en la cual concentra toda su trayectoria, sus líneas de investigación y sus necesidades expresivas, incluso desde que apenas era un niño impresionado por el colorido de las tiras cómicas que aparecían en las ediciones dominicales de los diarios, hasta la actualidad.

Como el título lo sugiere, Viaje hacia el caos se compone de un numeroso corpus en el que convergen múltiples tendencias y lenguajes que en su totalidad explican el camino del autor, sus distintos momentos e influencias que lo llevaron a explorar y experimentar con diversas unidades y componentes expresivos de las artes plásticas.

Así, a través de su discurso integrado por unidades polisémicas en sí mismas, cuya expresividad se potencia aún más cuando se conjugan entre ellas, además de contar parte de su vida, exponen la trayectoria en su formación como artista, dan cuenta de sus estudios sobre el color y las escalas de grises, sus análisis en torno a la forma, su experimentación con la bidimensionalidad, la volumetría y las texturas, entre otros elementos que conjuga para conseguir un lenguaje propio y exponer de manera de sintetizar sus experiencia vitales y su propia construcción como creador.

Culturas originarias desde el Neo-Pop

En una de las vertientes de este caos plástico y expresivo, el autor toma como base los trazos, patrones y culturas primigenias latinoamericanas, especialmente venezolanas y africanas y las extrae de su contexto para llevarlas a su terreno plástico y las reinterpreta en forma de esculturas blandas inspiradas en el patchwork o retacería, técnica a la que llegó de manera orgánica en su inquietud por articular un lenguaje que combine los diversos códigos que ha experimentado y desarrollado a lo largo de su formación.

En Viaje hacia el caos se plasma, no solamente el resultado final del proceso creativo, sino, además, toda esa trayectoria que comienza desde el papel en blanco, y sigue con las formas en colores o escala de grises que buscan salir del plano bidimensional y ganar volumen para apropiarse del espacio.

Con toda esta mezcla el artista apela al neo-pop como tendencia aglutinadora que absorbe elementos de la cotidianidad y les imprime valor al incorporarlos a un discurso original compuesto por tendencias de diferentes períodos de la historia del arte.

Para tocar y jugar

Las piezas que conforman esta propuesta, no solo proponen una relación lúdica con el espectador, lo invitan además, a intervenir, a tocarlas, palparlas e incluso algunas de ellas a reconfigurarlas. Se trata, en algunos casos, de esculturas blandas combinadas con la instalación y el montaje, que el o la visitante puede cambiar de manera espontánea.

Las piezas, incluso, pueden cambiarse de lugar, ensuciarse, combinarse con otras, lo que eleva a una potencia inimaginable la capacidad expresiva que el autor tiene a bien compartir con el espectador.

En una paradoja sin igual Viaje al caos emplea una infinidad de lenguajes artísticos generalmente empleados para ordenar las ideas y conceptos, y demuestra con ellos que la vida va más allá de ese orden en el que nos empeñamos y hasta necesitamos imponerle.

Desde esta perspectiva Viaje al caos es una suerte de Torre de Babel, de juguete, aunque muy seria, construida con la seriedad de un artista que de alguna manera ha tenido la suerte de mantener a su niño muy vivo, con mucha necesidad de expesarse y de jugar.

El arte de hilvanar

De acuerdo al texto que estará en el catálogo de la muestra, escrito por Faitha Nahmens, Adrián García ha habitado el color de las telas y sus tramas. “Hijo de madre costurera, encontraría en el solidario acto de rescatar los recortes la posibilidad de nueva belleza; en los insignificantes desperdicios caídos, la lectura de una historia inédita que contaría con sus manos. Siluetas que son representaciones de dameros, de lluvias imaginarias, de hombres y mujeres del pasado, de sí mismo; dice Adrián García que su trabajo va del arte figurativo al arte conceptual. Y viceversa”.

A decir de Nahmens, el remiendo aparente es consigna, parábola, desiderátum. El mensaje es el planteamiento. “Me importa la conexión del objeto tal vez utilitario con el que lo ve”, la periodista al artista. “Hay una composición en la construcción de las piezas y en su disposición en la escena. Hay colores bien avenidos y otros opuestos que reaccionan y crean una nueva belleza, como la que hay en el aprovechamiento de lo que está de más, pero busco conciliar el todo que somos”, reza el texto.

El Museo de Arte Afroamericano está ubicado en la avenida Occidente. Frente a la redoma Eloy Alfaro con el inicio de la calle del IESA, en San Bernardino.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Miguel Romero
Caracas