La fuerza que se necesita

Por Farruco Sesto

El Gobierno Bolivariano, legítima expresión de la voluntad de nuestro pueblo, es un sincero cultor de la paz. No tengo ninguna duda en ello.

Pero la paz no solo se afirma o se proclama. La paz hay que edificarla aunque a veces no sea tan fácil. Mas que una consigna es, o debe ser, una construcción.

La Unión Soviética (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) es un ejemplo útil al respecto. En su momento, la URSS era, entre todas las naciones, la que mas proclamaba la importancia de la paz. Pero de nada le sirvió cuando no pudo o no supo construirla. Consejos Mundiales, congresos internacionales, condecoraciones y reconocimientos por la paz, como parte visible de sus políticas, quedaron simplemente para la historia de lo efímero, cuando efectivamente perdió la Guerra Fría. Y la famosa paloma de Pablo Picasso, se disolvió en el aire de un esfuerzo fallido.

De modo que, insisto en la idea, la paz no solo hay que proclamarla sino conquistarla. En lo particular no conozco caso alguno en la historia de los pueblos en pugna, y menos contra adversarios que no atienden a razones, donde la paz no se haya alcanzado desde una posición de fuerza. Fuerza que, aunque no siempre signifique violencia, debe demostrar incontestablemente un poder real sobre los escenarios de conflicto.

Lo que quiero decir, por si el punto no estuviera claro, es que jamás y nunca se construye la paz desde la debilidad. La paz se conquista desde la fuerza. Pues la única paz que se consigue desde la debilidad se llama rendición.

Ahora bien, me pregunto: ¿Qué tipo de fuerza debemos utilizar en las actuales circunstancias?

Y yo mismo me respondo: la que sea oportuna en cada caso. En democracia es el Estado el que tiene el monopolio del uso de la violencia. Y cuando se juzgue que haya llegado el momento de ejercerlo de una manera concluyente, habrá que hacerlo. Supongo que el equipo que dirige la Revolución lleva ese pulso con la atención debida. Mientras tanto, en todo caso, esperamos la fuerza de la autoridad ejercida con contundencia, la de la justicia implacable contra el terror, la de acción determinante frente al fascismo.

¿Acaso no es verdad que esto es una guerra? Reconozcámoslo en los hechos y actuemos con la mayor firmeza.

farrucosesto@gmail.com