La gran estafa del fotógrafo brasileño de guerra surfero que mintió a todos

Las convincentes fotografías que Eduardo Martins supuestamente tomó de algunas de las zonas de guerra más peligrosas del mundo le sirvieron para ganarse una reputación, protagonizar brillantes entrevistas y un espacio en algunos de los medios más importantes del mundo, y conseguir más de 120.000 seguidores en Instagram.

A la gente le encantaba la historia del surfero brasileño de 32 años, rubio y adorable que había sobrevivido a la leucemia y después encontrado un nuevo significado a su vida fotografiando conflictos. Sus instantáneas dramáticas de zonas de guerra se publicaron en medios como the Wall Street Journal, Vice y BBC.

Solo había un problema: era mentira. Una investigación realizada por BBC de Brasil ha revelado que Martins robó fotografías de un surfista británico llamado Max Hepworth-Povey y las utilizó para fingir que eran suyas.

La web brasileña de la BBC publicó en primer lugar una entrevista acompañada de fotografías y vídeos que, supuestamente, había captado Martins. Después reveló su fraude tras una investigación realizada por la periodista afincada en Líbano, Natasha Ribeiro. La magnitud de esta mentira, que se ha conocido estos últimos días, ha conmocionado a los círculos fotográficos brasileños.

Cuando la historia comenzó a caer por su propio peso, los periodistas se pusieron en contacto con el fotógrafo brasileño Fernando Costa Netto, que había hablado con Martins a través de Internet durante más de un año y había publicado una entrevista con él en la web de surferos brasileña Waves.

Según apunta BBC, Costa Nieto sin darse cuenta reveló a Martins que existían sospechas sobre la posibilidad de que toda su historia fuese falsa, aunque él asegura a the Guardian que no advirtió de nada a Martins. Poco después recibió un mensaje final del supuesto fotógrafo, que compartió con Waves. «Estoy en Australia. He tomado la decisión de pasar un año en una furgoneta. Voy a dejarlo todo, incluido Internet. Quiero estar tranquilo, volveremos a hablar cuando regrese. Un abrazo», escribió.

Costa Netto, que había estado en contacto con Martins con la intención de montar una exposición con su trabajo, explica a the Guardian vía email que está profundamente decepcionado. «Estoy más triste que enfurecido», asegura. «Es como engañar a la humanidad. Jugar así con la gente no está bien».

Getty Images ha dicho en un comunicado que ha eliminado todo el trabajo que supuestamente era de Martins. «Eduardo Martins estaba identificado como un colaborador y como proveedor de contenidos para uno de nuestros socios, que ya tiene conocimiento de esta infracción. Mientras trabajamos de forma conjunta para esclarecer lo sucedido, estamos eliminando todo el material involucrado», ha dicho un portavoz mediante un correo electrónico.

Un fotógrafo todoterreno (de mentira)

En su entrevista con Netto para Waves, que se publicó en julio, Martins contaba que padeció leucemia cuando tenía ocho años y que estuvo siete en tratamiento. También relataba, supuestamente desde Mosul (Irak), cómo había acompañado al Ejército Libre Sirio en 2015 y cómo un disparo le rozó el cuerpo en Alepo.

«Me convertí en fotógrafo en zonas de conflicto», dice en la entrevista. «Encontré lo que realmente quería como fotógrafo».

Renata Simoes, una periodista y reportera de televisión en Sao Paulo, habló a través de Instagram con Martins hasta tres veces cuando este se puso en contacto con varias mujeres relacionadas con los medios brasileños. Ella estaba interesada en un proyecto relacionado con el surf en Gaza, pero Martins le dijo que no sabía nada de dicho proyecto, incluso cuando aseguró que había pasado un tiempo en la zona y había hecho surf allí.

Martins la invitó a una exposición fotográfica en Sao Paulo, pero ella no pudo acudir. «Pensé que era raro que alguien que decía saber tanto sobre Gaza no hubiera oído hablar sobre este proyecto», comenta Simoes. «Al final nos creímos la historia porque queríamos creérnosla. A veces una historia es tan buena que no nos molestamos en comprobarla».

Cuenta de Instagram de Eduardo Martins
Cuenta de Instagram de Eduardo Martins
 

«Me dijo que él no tenía miedo a la guerra, solo al cáncer», recuerda la fotógrafa de Sao Paulo Nina Keller, que le entrevistó para la web the M Journal. «Nunca le vi en persona. Me engañó, y además, me enviaba flores, me llamaba cada día y me enviaba mensajes», recuerda.

Cuando se descubrió toda la farsa, Ignacio Aronovich, un fotógrafo de Sao Paulo, empezó a analizar las imágenes que Martins decía haber hecho.

«No tenían ninguna consistencia visual. Para mí, esas fotos estaban hechas por diferentes fotógrafos, fotógrafos con su propio estilo», asegura. «En mi opinión estaba muy claro que Eduardo Martins estaba utilizando fotografías de más de una fuente».

Aronovich cuenta que había encontrado una foto en la que el fotógrafo estaba sujetando una cámara que parecía no tener botón de obturador y otras que parecían haber sido invertidas. Después de buscar imágenes en Google, Aronovich descubrió que Martins había estado robando imágenes a otros fotógrafos, a menudo de diferentes sitios, manipulándolas y haciéndolas pasar por suyas.

Martins también levantó sospechas durante una entrevista en Recount Magazine, en la que dijo que, durante un tiroteo, paró en su huida para socorrer a un niño herido por un cóctel molotov. «¿Quién utiliza un cóctel molotov en Irak donde hay millones de armas?», se pregunta Aronocitch.

Daniel C. Britt, un fotógrafo norteamericano, aseguró a la BBC que Martins también le había robado parte de su trabajo. Una imagen que apareció en una entrevista de la revista Recount, con un pie de foto que decía «chico palestino gritando después de un enfrentamiento contra las fuerzas israelíes, este de Gaza», era en realidad una imagen realizada por Britt en Kirkuk, Irak, en 2010. Martins había invertido la imagen para hacer más complicado rastrear la imagen.

Costa Netto concluye que es el momento de aprender una gran lección. «Necesitamos ser más rigurosos a la hora de comprobar las fuentes. Estamos seguros de que hay más Eduardos haciendo exactamente lo mismo».

F/eldiario.es
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