La impostergable revalorización de la ciencia, tecnología e innovación

Satélites: ciencia con tecnología

El aparato productivo venezolano tiene una capacidad instalada que se puede ubicar en la media del continente suramericano y caribeño. Y tiene condiciones de reactivación, en términos de la construcción de soberanía económica y de desarrollo del alto conocimiento, susceptibles de atraer y ocupar mano de obra muy calificada y egresados universitarios en áreas como la ingeniería mecánica, petrolera, petroquímica, minera, industrial, eléctrica, hídrica, de alimentos y de diseño industrial, que ya envidiarían muchos países de la región

Japón y China, países que han recorrido los últimos setenta años con su respectivo proyecto nacional, descubrieron con gran acierto la función que la tecnología ocupaba en la posición que uno y otro aspiraba a alcanzar en el mundo de la segunda parte del siglo XX.

Reconocieron el impacto de las innovaciones técnicas, las destrezas en el trabajo manual, el Know how en la economía productiva real y lo que este último hecho significaba para asegurar la presencia de las naciones en el mundo que surgía especialmente tras la II Guerra Mundial, y cuyas hegemonías en adelante iban a depender de la capacidad de cada país para incrementar sus potencialidades industriales. Y dichas capacidades cada día más iban a estar sujetas al grado de conocimiento aplicado en la industria y los resultados que del mismo derivasen en cuanto a la generación de bienes y servicios y sus innovaciones, por el grupo de países que lideraban o han disputado liderazgo en el intercambio mundial. Orlando Pulido Chávez lo dice en términos por demás elocuentes: “El poder tecnológico se concentró en la producción de bienes de capital, es decir, de máquinas para hacer máquinas que producían bienes de consumo” (https://www.redalyc.org).

Tecnología de alimentos

MODELO TECNOLÓGICO Y OPCIONES

La comprensión de esta problemática pasa por desentrañar varias claves. Una se refiere a la visión que se tenga del rol de la ciencia, tecnología e innovación en el modelo de mundo que se construye y el que se debe construir para las próximas décadas y centurias. El modelo tecnológico que nació con la Revolución Industrial es uno profundamente depredador y nocivo para los distintos hábitats del planeta, e insertarse en dicho modelo implica el ingreso a una carrera que arrojará muchos desechos a los ríos y mares y expelerá gases con excesiva capacidad para dañar la capa de ozono y romper los equilibrios que han permitido la vida humana sobre la superficie de la Tierra.

Y a esta inquietud solo cabe responder con hipótesis de cuya acertada respuesta depende el futuro de la especie. ¿Es posible avanzar en el desarrollo económico, científico y tecnológico sin ocasionar daños irreversibles a la naturaleza que pongan en peligro el futuro del homo sapiens, o será preferible permanecer en el atraso, al margen del desarrollo para que el planeta no padezca? Esta última opción significaría que en los próximos siglos la desigualdad seguirá siendo ley de las sociedades, legitimada por los riesgos que acarrearía la elevación de la calidad de vida para los centenares de millones de seres humanos que permanecen en los linderos de la pobreza crítica y la hambruna.

Tecnología con ambientalismo

El bienestar, en términos de la reciente modernidad, exige inversiones cuantiosísimas en ciencia, tecnología e innovación: producir máquinas que produzcan máquinas que luego se convertirán en chatarras, robótica, plásticos, cuya capacidad de descomposición tras convertirse en desecho requiere varios miles de año, y las sustancias radiactivas que proceden de las tierras raras.

ello configura un cuadro desalentador en cuanto al emprendimiento del desarrollo y la mutación de países hoy débiles y subdesarrollados en países-potencia ¿Hay opciones? Visto el fenómeno desde el horizonte de un proceso revolucionario que se propone lograr mayor equidad en la distribución de la renta nacional, elevar los índices de bienestar colectivo heredados del lapso neoliberal impuesto en los países suramericanos durante las últimas décadas del siglo XX, solo cabe concebir un modelo de gestión tecnológica amigable y que direccione la corresponsabilidad en la explotación de los recursos naturales del respectivo territorio, procurando al máximo reorientar los nudosas del impacto ambiental

PROYECTO NACIONAL Y CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN

Quienes admiten la impostergabilidad del reto que involucra la conversión de Venezuela en un país potencia, cuyo territorio es poseedor de potencialidades excepcionales en distintos órdenes a nivel del hemisferio -bien en el talento profesional de que dispone, sus recursos naturales y la ubicación geográfica que le brinda entre otros relacionamientos acceso directo al Atlántico, condición de fachada suramericana del Caribe, integrante de la cuenca amazónica, y con un proyecto político que, si bien confronta ahora dificultades extremadas por las medidas coercitivas unilaterales impuestas por el Gobierno de Donald Trump, ofrece la posibilidad de desplazar la hegemonía geopolítica de dicha gran potencia, con miras a la construcción de una región-potencia en el ámbito suramericano.

Así, el proyecto nacional contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social (Plan de la Patria) 2019-2025 enuncia como su primer gran Objetivo Histórico de expandir y consolidar la independencia. Y tan magno cometido, según se recoge de los objetivos particularizados a lo largo del referido Plan, tal como se evidencia si se observan los objetivos del 1.4.2.2.2. al 1.4.2.5, se encuentra íntimamente vinculado a la gestión tecnológica y de innovación en los respectivos sectores económicos productivos de que trata cada uno de estos objetivos específicos.

De este modo, póngase por caso, cuando el objetivo 1.4.2.2.2 expone como tarea la elaboración de un “plan de construcción, rehabilitación y mantenimiento de cauces y construcción de bermas de protección en ríos, asociados a importantes zonas de producción agrícola a nivel nacional”, está exigiendo a los responsables de dicha línea de gestión pública el diseño de estrategias de respuestas tecnológicas y de innovación a problemas tan concretos y reales como el mantenimiento en “sistemas de drenaje de tierras agrícolas”.

Construyendo soberanía tecnológica

Antes de las actuales circunstancias del bloqueo económico impuesto a Venezuela con las medidas coercitivas ilegales impuestas por el Gobierno estadounidense, no había complicaciones extremas por cuanto los ingresos petroleros de Venezuela y el interés de proveedores foráneos se orquestaban para que ingresasen a los muelles del país las piezas de repuesto, la tubería, los motores y todo el conjunto de implementos que aseguren el funcionamiento de los sistemas de riego agrícola.

Hoy no: las drásticas restricciones financieras de la Venezuela bolivariana obligan a concebir soluciones a partir de la tecnología de reversa: reconstruir, dar mantenimiento y/o procurar opciones distintas para complicaciones, parálisis de maquinarias, procesos o servicios. Y la misma consideración cabe aplicar cuando se examina el objetivo particular 1.4.2.4.1 y el subsiguiente 1.4.2.4.2, los cuales respectivamente plantean: “Ejecutar el plan de reactivación de maquinarias, equipos e implementos agrícolas” y “la puesta en marcha de las diferentes instalaciones para las fabricaciones de maquinaria, implementos agrícolas y repuestos”.

Se trata, en el caso de los distintos ítems del objetivo general 1.4.2 -el cual agrupa a todos los objetivos particulares anteriormente enunciados, de acometer una auténtica gesta tecnológica que contiene tres grandes componentes: uno el del mantenimiento, dos el relativo a la reparación o reconstrucción de objetos y piezas dañadas, y tres, lo atinente a la construcción de nuevas piezas y maquinaria. He allí el inmenso reto a que convoca el Primer Gran Objetivo Histórico que provee el aseguramiento, expansión y consolidación de la independencia nacional. Y ello se inscribe dentro de una estrategia de Estado que asegure la confluencia de los tres principales componentes del salto de la Venezuela hoy replegada en sus potencialidades, a la Venezuela potencia: a) la comunidad científico-tecnológica, b) el sector educativo venezolano, desde sus niveles inicial y de primaria y media, hasta el universitario en pre y postgrado y c) el sector productivo en sus variantes pública (empresas del Estado), privada (empresarios industriales e inversionistas), empresas mixtas y la todavía incipiente economía social y comunal-productiva.

UNIVERSIDAD Y FORMACIÓN TECNOLÓGICA

Es el momento de formular una pregunta. ¿En este esbozo de mapa tecnológico del país, tiene una palabra que decir la universidad venezolana? casi nadie se negaría a admitirlo. Sin embargo, vista la complejidad del actual cuadro universitario del país, que pasa por las concepciones de autonomía y de pluralidad de corrientes que consagra la ley en la misión de las casas de estudio, cuyo propósito sustantivo debe ser la búsqueda de la verdad y la “investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación”, dicho magno propósito que convoca a toda la comunidad universitaria del país, al menos debería ser instruida a nivel de las universidades experimentales, cuya gobernabilidad y proyectos de investigación se correspondan a los grandes Objetivos Históricos consagrados en el Plan de Desarrollo Económico y Social 2019-2025.

Universidad e industrias, nexos impostergables

Y ello de otra parte obliga a comprometer a los distintos niveles y modalidades del sistema educativo venezolano que, respondiendo al principio constitucional del Estado docente, ofrecen condiciones más inmediatas para encarar propuestas de reformulación estratégica en su funcionamiento interno que permitan su adecuación a las estrategias, metas y objetivos que den viabilidad a la Venezuela potencia.

A la larga, los resultados de un proyecto universitario experimental que se inserte dentro de las líneas del Plan de Desarrollo 2019-2025, de procederse de modo consistente, respetuoso y con enfoques holísticos que aseguren la concreción de metas y objetivos parciales, obligarán al resto de las casas de estudio, sean autónomas como las experimentales rezagadas, a subir a la carreta de la historia, a responder al llamado y retos del nuevo modelo que prioriza las carreras de perfil científico y tecnológico como instrumentos cruciales para el desarrollo nacional, por encima de las universidades cuyos núcleos y dependencias a lo largo del país promueven las llamadas “carreras faranduleras” que en muy poco contribuyen a resolver la compleja circunstancia de atraso económico y de indicadores sociales en que se encuentra envuelta la Venezuela bloqueada por las mal llamadas “sanciones” de Mr. Donald Trump.

CARRERAS PRIORITARIAS Y APARATO PRODUCTIVO

El aparato productivo venezolano, tanto la porción en manos del Estado, como la industria privada posee una capacidad instalada que se puede ubicar en la media del continente suramericano y caribeño. Y tiene condiciones de reactivación, en términos de la construcción de soberanía económica y de desarrollo del alto conocimiento, susceptibles de atraer y ocupar mano de obra muy calificada y egresados universitarios en áreas como la ingeniería mecánica, petrolera, petroquímica, minera, industrial, eléctrica, hídrica, de alimentos y de diseño industrial, que ya envidiarían muchos países de la región, si dispusieran de un plan industrial audaz e innovador, conducente a encontrar respuestas para los nudos productivos que impiden el despliegue de las potencialidades del país en cada uno de sus ramos estratégicos. Quizá el principal escollo en un plan de esta índole se encuentra en el divorcio arraigado entre la academia y la fábrica, separación esta que debe ser abolida mediante una estrategia de sensibilización de la opinión pública, formación de los cuadros de relevo al mando de los procesos y departamentos industriales, y de fomento de las vocaciones tecnológicas y científicas, mediante el impulso de iniciativas como la ingeniería de reversa, la reivindicación del mantenimiento como área sustantiva de un proyecto industrializador para la Venezuela asediada de hoy, y la articulación de cada núcleo Inces, escuelas técnicas y universidades politécnicas, con las industrias de la respectiva localidad o territorio.

ARTICULACIÓN MPPCyT-MPPE-MPPEU-SECTOR PRODUCTIVO

Se trata de una visión que envuelve el “co-protagonismo” la gestión colegiada de una realidad compleja de transición para ofrecerle al país avances en materia de sus indicadores relativos a los encadenamientos productivos-tecnológicos y de vinculación de las escuelas de artes y oficios, Inces y las escuelas técnicas, así como las universidades politécnicas y otras casas de estudio con proyectos de producción de conocimiento aplicado, y en conexión con sus comunidades de entorno, en todo lo que concierne al acompañamiento tecnológico y de innovación en los emprendimientos a escala PYMI, comunas productivas y EPS, así como empresas recuperadas y empresas privadas de la respectiva localidad que a bien tengan insertarse dentro de esta visión del desarrollo nacional, la del país-potencia, bajo la conducción de un liderazgo ciertamente productivo, no el protagonismo.

T/ Néstor Rivero Pérez
F/ Cortesía
Caracas