La oligarquía apuesta al transporte como factor desestabilizador y golpista

El sector transporte en sus diversas modalidades, público, particular, comercial, de servicios, ha sido uno de los blancos estratégicos de la guerra económica orquestada por la derecha, nacional e internacional, para aniquilar el proceso de profundos cambios sociales que desde 1999 viene impulsando la Revolución Bolivariana, primero
con el presidente Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro. En una sociedad y en un grupo de relaciones montadas sobre cuatro ruedas, resulta crucial para la derecha afectar y paralizar la rama del transporte como mecanismo efectivo para generar caos, descontento (“el carro lo tengo en el garaje porque no tengo cauchos ni baterías. Culpa de Maduro”), trastocar el sistema de distribución de bienes y alimentos, y contribuir a la hiperinflación sobre todo de los productos básicos, con precios insoportable e impagables para la mayoría de la población. En esta visión concuerdan una gran cantidad de voceros, tanto de la dirigencia chavista, como profesores,
investigadores y analistas, académicos y profesionales. En la calle, el pueblo que sufre en carne propia lo planificado en laboratorios conspirativos, también suscribe la exposición de los entendidos.

En una serie de artículos de prensa, libros, conferencias, declaraciones, la profesora de la Universidad Simón Bolívar Pascualina Curcio, economista y doctora en Ciencias Políticas, ha demostrado cómo, con objetivos políticos, la manipulación del dólar por medio de un portal web representa uno de los principales cañones de la oligarquía venezolana para derrocar al presidente Nicolás Maduro y con él la esperanza de un pueblo y de un continente, que ha visto en la Revolución Bolivariana un ejemplo de la posibilidad de construir un mundo mejor.

En su libro La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela (2012-2016). Manipulación del tipo de cambio e inflación inducida, la profesora Pascualina Curcio desentraña la urdimbre y desmontan los argumentos de quienes culpan al Gobierno por la situación que se vive en Venezuela.

“La guerra económica contra el pueblo venezolano, dirigida por sectores que hacen oposición al Gobierno constitucional, es un buen ejemplo del funcionamiento de los mercados y del poder de los grandes capitales, cada vez más concentrados en pocas manos, quienes en busca de su propio interés, económico y político pueden con solo manipular visiblemente un par de variables y fijando precios que no se ajustan a la realidad, distorsionar economías y afectar a un pueblo entero, incluso sin ver comprometidas sus ganancias, a pesar de la situación de guerra”.

En otro párrafo señala: “La inflación inducida a través dela manipulación del tipo de cambio en el mercado paralelo e ilegal y el desabastecimiento programado mediante la manipulación de los mecanismos de distribución de bienes esenciales para la vida, han constituido las dos principales estrategias que han generado importantes
distorsiones en la economía nacional afectando, sin excepción, a todos los hogares venezolanos indistintamente de su condición socioeconómica.

La concentración de la producción, de las importaciones y de la distribución de los bienes y servicios en pocas manos, es decir la presencia de monopolios y oligopolios (especialmente en mercados de bienes de primera necesidad o requeridos en la producción y para el transporte), y la alta dependencia de las importaciones, son el talón de Aquiles de la economía venezolana, colocándola en una situación de alta vulnerabilidad ante los métodos de guerra económica y las intenciones de desestabilización política, económica y social por parte de sectores de oposición, nacionales e internacionales. La deficiente y baja intervención del Estado en la economía, como regulador de los monopolios, es otra de las debilidades que han hecho a la economía venezolana más vulnerable a las acciones de la guerra económica”.

RUEDA INTERNACIONAL

El alza acelerada del dólar paralelo, pronosticada hace años por dirigentes políticos que estaban al tanto del plan (entre ellos Chúo Torrealba, para entonces secretario general de la MUD), ha impactado hacia abajo a toda la cadena productiva, distributiva y comercializadora, desde el humilde campesino que ara la tierra para sembrar la semilla de papa, pasando por el dueño del camión que transporta la cosecha a Caracas, hasta el voraz dueño del abasto o supermercado, que aumenta el producto final de acuerdo al costo del intermediario, el valor manipulado del dólar paralelo, la intencionalidad política de subir los precios cada semana y su margen exagerado de ganancias. Paralelamente, un laboratorio mediático se encarga de generar frases, expresiones y “jingles” sarcásticos que se extienden a la población desprevenida a través de las redes sociales: “Tenemos patria, pero no tenemos papel toalet”.

La hiperinflación inducida encuentra en el transporte uno de los sectores con mayor vulnerabilidad, debido a la dependencia de componentes, partes y repuestos de factura externa y la parálisis de la industria interna, debido, según alegan, a la falta de insumos, de divisas y de materia prima. El alto costo de los repuestos e insumos (cauchos, baterías, aceite de motor) es la excusa perfecta en el aumento de las tarifas y fletes. Un kilo de cambur, por ejemplo, rebasó el millón de bolívares.

En el campo, agricultores y ganaderos son víctimas del alza indiscriminada de los insumos agrícolas, medicinas, fertilizantes, herbicidas, que si la pala, la carretilla, la cerca de alambre, la grapa, el serrucho, el martillo, el machete. A ello se suma la especulación de los bachaqueros con los productos alimenticios elaborados, vendidos al precio del Dólar Today, de manera que el agricultor, e incluso los comerciantes honestos, deben enrolarse en la rueda infernal de la locura de los precios para subsistir.

La afectación del transporte de distribución de alimentos, de bienes y mercancías, se ha extendido al servicio de movilización de pasajeros, aunque en este último sector se ha denunciado el financiamiento de líneas sumadas a la conspiración. Los líderes gremiales de transportistas tienen la excusa perfecta para justificar la poca cantidad de busetas que prestan servicio: un caucho cuesta 500 o 1.000 millones de bolívares, un litro de aceite supera los 20 millones de bolívares, una batería cuesta 300 millones de bolívares.

Según el secretario general del Comando Intergremial de Transporte de Venezuela, José Luis Trocel, y reseñas recogidas en la prensa, el transporte público “llegó al colapso total” ya que el 90% de los vehículos usados para movilizar pasajeros se encuentra paralizado.

El dirigente, en un cable de la agencia EFE, aseguró que en Venezuela operaban cerca de 300.000 unidades de transporte antes de que la crisis económica -traducida en hiperinflación y escasez de productos básicos- encareciera los repuestos y desapareciera aceites y demás materiales para su mantenimiento, lo que dejó el 90% de ellas en “paro técnico”.

CONTRAOFENSIVA

En las últimas semanas, el Gobierno Nacional ha venido dando firmes pasos tendientes a atacar las mafias de alimentos que operan en mercados municipales y mayoristas que encarecen alimentos hortalizas, frutas, verduras.

En una visita reciente al Mercado Mayor de Quinta Crespo, en Caracas, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, quien preside además la Gran Misión de Abastecimiento Soberano, cuestionó los altos precios y se hizo eco de la indignación popular en ese sentido.

“Hago un llamado a acabar con los precios elevados y con esa tendencia a que cada día hay un precio diferente. Como ejemplo: las Empresas Polar. Es inaceptable el
aumento de precios cada vez que se hace la distribución a pequeños y medianos comerciantes”, señaló.

El ministro informó que se han abordado alrededor de 53 mercados a nivel nacional, lo cual representa más del 70%, en las jornadas de inspección.

Otra nota informativa indicó que Vladimir Padrino López, en compañía del contralmirante Remigio Ceballos Ichaso, y de Luis Medina, ministro del Poder Popular para
la Alimentación, inspeccionó un lote de 1.400 camiones de carga pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), los cuales, dijo, podrán al servicio del pueblo como parte de las tareas de la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS) en la distribución de alimentos.

“Estamos trabajando en un plan especial de transporte para abordar todas las necesidades del sector alimentario y de salud, tomando en cuenta que el mismo se ha convertido en uno de los elementos perturbadores y especulativos para el bienestar del pueblo”, señaló Padrino López.

De acuerdo con el ministro, los vehículos de carga liviana y pesada de la FANB darán respuesta a las necesidades de la sociedad en esta materia, y llamó al sector transporte de todos los entes públicos y privados del país “a tomar conciencia de la tarea nacional” y “de su responsabilidad frente al pueblo de
Venezuela”.

El lote está compuesto por camiones para carga refrigerada, vehículos graneleros para la descarga de buques y otros para cargas contenerizadas.

Por su parte, José Agustín Campos, presidente de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos (Confagan), ha planteado la necesidad de
impulsar un sistema de comercialización directa para combatir la inflación y estabilizar la economía.

“Para estabilizar los precios”, dijo, “en algunos rubros hay que realizar políticas de comercialización directa de los productores a los consumidores y allí se necesitan algunos apoyos logísticos importantes. Una vez que se establezcan, salen de la cadena de comercialización de la carne, por ejemplo, por lo menos tres actores”, con lo cual incidiría en una reducción de 35% del precio de ese insumo que se había trasladado a los consumidores, “pero eso tiene que hacerse a través de políticas públicas organizadas para lograr un impacto positivo”, explicó, en entrevista en el canal Venevisión.

Se refirió a los programas de producción que impulsan desde Confagan, entre los cuales mencionó el plan para la leche: “Tenemos un plan de 100.000 hectáreas bajo ganadería de leche para estabilizar la producción en términos inmediatos, y la capacidad de recepción de leche diaria en Venezuela es de 11 millones de litros, tanto en el sector público como en el industrial”.

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo CO-Cortesía
Ciudad