La ponzoña imperial arremete contra Venezuela

¿Que el vino de plátano es amargo? Pero es nuestro vino… Sabia expresión del poeta José Martí, que debe estimular a los venezolanos a defender sus derechos a vivir en paz y transformar, en rico sustento, las bondades de la madre tierra.

Se trata de una expresión virtuosa que nos animamos a compartir con los lectores, al abordar los terribles perjuicios por los que atraviesan las familias venezolanas, debido a las perversidades imperiales que tozudamente se proponen acabar con la libertad de este pueblo pacífico, centrado en alcanzar un desarrollo distinto al que pretende imponer el modelo capitalista en crisis. Incluyamos de igual forma este consejo popular de extraordinario contenido imaginativo, que nos advierte: “los cuervos no siembran ni cosechan y por tanto no tienen despensa ni granero”.

Las citadas expresiones son productos de las lecturas y reflexiones en medio del encierro al que nos ha conminado la pandemia de covid-19, y vienen a propósito del reciente informe de la Secretaría de Agricultura de Estados Unidos, texto cargado de malas intenciones y del veneno propio de la ponzoña imperial que arrasa con todo.

Estamos frente a una atroz experiencia que demanda de los venezolanos cambios profundos e inteligentes en sus cotidianidades: una laboriosidad ejemplar que los reivindique en la historia y sirva de ejemplo a los pueblos vecinos, toda vez que estos no escapan a los soeces niveles de perversidad que perjudican a la República Bolivariana solo por querer vivir en paz y labrar a libre arbitrio su propio destino. En estos casos la sabiduría popular aconseja: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo…”.

Los venezolanos no tienen el brazo torcido por las agresiones político-económicas del Imperio que agrede a Venezuela; pero sí reciben el peso de la bota —o rodilla— imperial sobre su cuello que va apretando in crescendo hasta la asfixia total.

Otra expresión que nos radiografía escenarios que fácilmente se encuentran en la historiografía universal y que acuñamos hoy aquí es: ¡El hambre que ocasionas a un pueblo, lo pagarás bien caro!

Verdades que divulgamos sin ánimos de amedrentar ni producir pánico. No. Salen de las entrañas más sensibles del ser humano al ver cómo se diseñan maldades —desde la potencia imperial más poderosa del mundo— contra un pueblo bueno, laborioso y solidario, cuyo único supuesto error ha sido continuar la misión heredada de construir una patria libre y soberana. Un derecho inobjetable por el que murieron muchos de sus ascendientes raizales; una buena parte, en las actuaciones emancipadoras encabezadas por el Libertador Simón Bolívar contra el imperio español, terrible y poderoso en su tiempo.

Esto no será fácil. No lo ha sido en el curso de la historia de los pueblos del mundo que se han esmerado en conquistar su independencia y el derecho de vivir libres y en paz. Es un derecho; no un favor ni una dádiva. Empero, la historia está allí al alcance de todos. La historiografía universal y latinoamericana da cuenta de las hazañas de pueblos (desde los padres aborígenes) que aportaron lo mejor de sí, hasta sus vidas, por defender y preservar con honor el suelo propio heredado de sus antepasados.

El informe

Ha llegado a nuestras manos el informe catalogado por sus autores como obligatorio, N.o VE2020-0005, redactado por el Departamento de Agricultura estadounidense, preparado por el personal de FAS-Caracas y aprobado por Casey Bean, bajo el título “Grano y alimento anual”, categorizado como “Grano y pienso”, con fecha 5 de abril de 2020.

En ese informe se dicen cosas delicadas que aun cuando obedezcan a un trabajo de “investigación” sin licencia, bien estructurado, como proyecto al fin está sujeto a imponderables que tienen que ver con la naturaleza misma y eso lo sabe cualesquiera de nuestros lectores.

El informe de los estadounidenses técnicos en agricultura señala que “durante el presente año 2020 y el venidero 2021, Venezuela tendrá una disminución en la producción en la mayoría de los productos básicos”. Dice que “los agricultores están lidiando con una grave escasez de productos agrícolas, como semillas, fertilizantes y combustibles para sus tractores y maquinarias. La superficie tradicional de granos y cultivos forrajeros está siendo reemplazada por legumbres, tubérculos y otros alimentos básicos”.

Subraya que “las políticas económicas ineficaces del gobierno de [del presidente constitucional Nicolás] Maduro lo han llevado a ceder el control de las importaciones al sector privado. No obstante, el sector privado también enfrenta limitaciones debido al acceso limitado al capital y al crédito”. Con la disminución de la producción y las importaciones limitadas, FAS Caracas prevé una disminución de la disponibilidad de granos y alimentos para exprimir aún más la dieta de los consumidores venezolanos. Lo que para ellos implicaría más hambre para el pueblo.

Causas

Lo que no dice en ninguna parte el informe que iremos desglosando en este texto artillero, son las causas que originan tan tenebrosos augurios.

El expresidente Barack Obama, antes de desocupar la Casa Blanca, suscribió la orden ejecutiva del 9 de marzo de 2015, en la cual califica al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como harto peligroso para la seguridad de EE. UU. ¡Tamaño bulo! (o fake new, para utilizar su lenguaje). ¿A quién pretenden engañar? La mayoría de la población venezolana recibe una caja Clap con alimentos varios para acoplar su diario yantar, debido a la escasez de productos de consumo provocada por EE. UU. con sus insanas medidas económicas.

Por lo general este tipo de decretos fenecen cuando se acaba el mandato de quien lo hizo, pero en este caso de Obama, no. Han seguido aplicándose sus mentiras. Luego de Obama vino míster Donald Trump, quien no ha perdido tiempo para derramar la lava de sus frustrados volcanes contra este pueblo descendiente de las tribus originarias caribeñas, que ofrecieron lo mejor de sus bondades para recibir a los primeros navegantes españoles que pisaron estas tierras. Pero que también supieron poner en su justa dimensión de reciprocidad a las agresiones foráneas cuando estas atentaban contra la vida de sus pueblos.

Míster Trump se ofrece, en sus mensajes mediáticos, boyante y exitoso. Como el personaje de la litografía francesa de quien vendió al contado; mientras, trata de ocultar la crisis que enfrenta el capitalismo que él representa. Con agresiones como las que se aplican a los venezolanos, el imperio busca ocultar que la nave donde se conduce está haciendo aguas desde hace tiempo; sin perspectivas de recuperación porque la crisis es del capitalismo como sistema. El desajuste del capitalismo como sistema se evidencia por su incapacidad de producir cambios significativos, a tono con los requerimientos de bienestar social de la humanidad.

El ministro del Poder Popular para la Agricultura y Tierras de la República Bolivariana de Venezuela, Wilmar Castro Soteldo, considera que el informe de la Secretaría Agraria estadounidense sobre lo que ellos consideran rumbo al caos en Venezuela, de entrada se descalifica por sí mismo. Elaborado por técnicos estadounidenses y por un ente de la maquinaria agraria del Gobierno de Donald Trump, de manera descarada señala que el Gobierno estadounidense no es responsable de lo que allí se anuncia. Esto, para el ministro venezolano, es una clara expresión de cobardía cínica e irresponsable.

Por otra parte, el informe se descalifica al asumir insumos procedentes de Fedeagro como sus fuentes primigenias. Fedeagro, a juicio de Castro Soteldo, se ha convertido en una rémora parasitaria que tuvo su mejor momento cuando monopolizó el clientelismo político en el seno de la Cuarta República (desde el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez y la ascensión de Betancourt (Acción Democrática), hasta 1999, cuando culmina el último gobierno de Rafael Caldera (Copei). Aquí se le acabó el festín a Fedeagro, al asumir el poder la democracia participativa con el comandante Hugo Chávez a la cabeza y con el campesinado auténtico presente en la toma de decisiones en materia agrícola y pecuaria.

Otro desatino del informe es tomar como verdaderas determinadas datas, sin asumir de manera transparente los motivos por los cuales se han producido caídas en la producción, que —obvio— las hay y se encaran cuando se tratan estos temas. Lo que estos técnicos gringos ocultan es por qué un sector que recibía 1200 millones de dólares para financiar sus cosechas, solo esté recibiendo ahora 100 millones. Indiscutiblemente que tiene que haber una caída. Sin embargo, ha advertido el ministro, el informe no dice que existen productores heroicos, ocultos, que persisten silentes en montañas y sabanas, en terrenos agrestes, produciendo rubros sustitutivos de alimentos que eran importados, pero que ahora no se pueden traer por las desproporcionadas medidas del Gobierno estadounidense, para hundir en el abismo al país, cosa que le ha sido y le seguirá siendo difícil, mientras existan venezolanos patriotas que ofrecen sus mejores voluntades para abastecer los mercados.

Castro Soteldo ha comentado que en otros tiempos atracaban a puertos nacionales 140 barcos con cargas de alimentos; y ahora, con las medidas diabólicas del Norte, lo hacen uno o dos. El informe no dice estas cosas ni revela por qué ocurren, pero el pueblo venezolano, que es quien sufre esta deprimente situación, sí las sabe muy bien.

El trigo ruso y el maíz de la India

Venezuela no es un país de vocación triguera, aunque en suelos andinos se produjeron trigo en algún momento. Las empresas importadoras de trigo desde Estados Unidos y Canadá, asentadas aquí, muestran su desacuerdo con la compra del producto por parte de Venezuela en Rusia, y tratan de descalificar las bondades del trigo ruso.

Ocurre, explicó Castro Soteldo en una de sus comparecencias ante la prensa, que esas empresas que traían trigo del Norte, lo vendían aquí a precios muy elevados, sin ninguna consideración al consumidor nacional. Apareció la oferta rusa a menor costo, con ventajas en las negociaciones, y ahora recibimos trigo ruso, uno de los mejores del mundo, para el consumo nacional. Y respecto del transporte, el nuevo trayecto es más seguro y se hace en menor tiempo.

Así está ocurriendo con el maíz importado desde India, que ha generado extraordinarios resultados. La variedad de maíz INIA-7 desarrollada por el Instituto de Investigaciones Agrícolas, ha sido muy buena en materia de resistencia a las plagas y adaptación a los suelos guariqueños.

Estamos, entonces, ante el dilema shakespereano: Ser o no ser. Esta es la cuestión.

T/Nelson Rodríguez A.