La rebelión necesaria (2da Parte)

SENTIR BOLIVARIANO

POR: ADÁN CHÁVEZ FRÍAS

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I

Desde el 3 de enero de 1992, cuando me despedí de Hugo en Barinas, luego de pasar juntos las Navidades, hasta la madrugada del 4 de febrero de ese año, los días y noches se hicieron eternos; sentía una angustia terrible, esperando que me avisaran de un momento a otro, por cualquiera de las vías que habíamos acordado, la fecha exacta de la insurrección.

Como se dijo antes, esa información nunca llegó y me enteré del inicio de los acontecimientos como la mayoría de las venezolanas y los venezolanos. En mi caso concreto, a partir de una llamada telefónica que me hizo mi hermano Argenis aproximadamente a las tres de la mañana de ese día; quien para entonces trabajaba en Caracas y vivía en un apartamento del complejo urbanístico Parque Central.

Él sospechaba “que andábamos en algo”, pero no tenía mayores elementos al respecto, pues no participaba directamente del Movimiento. Aun así le habíamos asignado en determinados momentos tareas puntuales y, además, en su apartamento habíamos realizado algunas reuniones clandestinas, aunque sin su presencia.

Cuando atiendo el teléfono, Argenis me dice: “… parece que hay un golpe de Estado, se oyen muchos disparos, ya hay alguna información por los medios, pero muy poca. Seguro que Hugo está involucrado en eso”; una afirmación ante la cual respondí que debíamos permanecer alertas, para obtener mayores detalles de lo que pasaba.

II

Realmente al principio dudé que fuese la insurrección de nuestro Movimiento, sobre todo porque no me había llegado el aviso, y Hugo siempre cumplía lo que se acordaba. De allí que llegué a pensar que podía tratarse de un golpe de derecha, que se nos habían adelantado unos generales de mentalidad muy conservadora que también estaban conspirando; una información que veníamos manejando y que era objeto de análisis en nuestras reuniones, convirtiéndose en uno de los elementos que nos habían llevado a decidir que la insurrección bolivariana no podía esperar más.

Por otra parte, pensé en la posibilidad de que se hubiesen presentado algunos inconvenientes de última hora, a partir de los cuales se precipitaron los hechos; y que ello hubiese impedido que me avisarán del inicio de la rebelión, lo cual era factible considerando que realmente nosotros, el pequeño grupo de retaguardia que estaba en Barinas, no teníamos un rol determinante en la acción militar.

Eso fue realmente lo que pasó: aunque Hugo dio la instrucción, los acontecimientos se dieron de tal manera, que el compañero al que se le asignó la misión no pudo cumplirla.

III

Aproximadamente a las cinco de la mañana de aquel 4 de febrero, un colega de la universidad que formaba parte del grupo antes referido llamó para informarme que había oído en Radio Caracol de Colombia que las acciones en la ciudad de Caracas eran dirigidas por el comandante Hugo Chávez Frías, momento a partir del cual no hubo espacio para la duda: los bolivarianos habían salido a cumplirle a la Patria, atendiendo al plan que se había diseñado; dando inicio a la rebelión cívico-militar que partiría en dos la historia de Venezuela.

Como el propio comandante Chávez contó posteriormente, el desarrollo de los acontecimientos impuso el día; siendo la situación que más influyó en la decisión que el presidente adeco de turno, Carlos Andrés Pérez, quien había asistido al Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, regresaba al país la madrugada del 4-F, según informó un oficial de los nuestros que estaba asignado a la Casa Militar. Ello, teniendo en cuenta que el objetivo político del plan partía del hecho de poder apresar al presidente, presentarlo al país a través de los medios de comunicación, anunciar que habría un nuevo gobierno y llamar a rendición a los comandantes de Guarnición que no se hubiesen sumado a la rebelión.

Acerca de dicha decisión, Chávez le contó a Ignacio Ramonet: “…Al saber que el avión presidencial aterrizaba en la madrugada del 4 de febrero, decidimos activar la operación y que la acción sería esa misma noche, antes del amanecer del día 4”.

La acción principal consistía en que –mientras los compañeros dirigidos por Chávez se movían desde Maracay, estado Aragua, hasta Caracas– oficiales del MBR-200 que estaban en puestos de comando en algunas ciudades importantes del país tomarían el control de los puntos más estratégicos. En el caso de la ciudad capital, se habían definido como objetivos claves a ser controlados por los comandantes insurgentes: el aeropuerto de La Carlota, Fuerte Tiuna y el Ministerio de la Defensa, con la misión clara de apresar al Alto Mando Militar; así como el Palacio de Miraflores, la Residencia Presidencial La Casona y los principales canales de televisión.

El comandante Chávez, como se había previsto, se dirigió con los hombres bajo su mando al Museo Histórico Militar (hoy Cuartel de la Montaña); siendo su misión dirigir y coordinar desde ese sitio todas las operaciones de la insurrección cívico-militar a nivel nacional.