Las sexbot: amor con robots

En la antigua Grecia, Hefesto, herrero de los dioses, creó a las primeras mujeres autómatas. Las Kourai Khryseai, las hizo de oro y tenían la apariencia de jóvenes mujeres reales, según la mitología, estos personajes tenían inteligencia y la capacidad para hablar y atendían a Hefesto en su palacio en el Olimpo. Probablemente, Hefesto las hizo para tener la compañía femenina, ya que era poco agraciado y había sido despreciado por su esposa Afrodita, quien se había visto obligada a casarse con él por acuerdos entre los dioses. Afrodita lo traicionó con Ares, el dios de la guerra y al final se escapó con él, a pesar de una trampa que Hefesto les tendió.

Una película reciente Ex Machina, escrita y dirigida por el inglés Alex Garland, nos muestra a un joven científico que vive en un búnker aislado del mundo, donde desarrolla prototipos de robots femeninas con inteligencia artificial avanzada que lo atienden en aspectos cotidianos, especialmente en el ámbito sexual.

La película nos muestra a Caleb (Domhnall Gleeson) que llega a la casa de Nathan (Oscar Isaac), luego de ganar un concurso. En el lugar, Caleb debe interactuar con un robot con inteligencia artificial con una apariencia humana muy bien diseñada y de altísima tecnología. La intención era llevar una bitácora de la interacción y las reacciones de ambos.

La película nos lleva a crear el vínculo afectivo con Ava, esta robot, representada por Alicia Vikander, en el que los espectadores de la película entran en el mismo juego interno de ella. La mente termina condicionada, pues para el cerebro las sensaciones se producen de acuerdo a los patrones culturales establecidos, si algo o alguien nos comprometen emocionalmente, y aunque sea un objeto placebo pudiéramos establecer vínculos que reemplacen, como en este caso, a una persona.

Como seres humanos tenemos necesidades físicas y emocionales que expresamos de diversas maneras. En el caso de las fembot o sexbot, pudiéramos estar en casos como el de la película comentada, en la que Caleb termina demostrando sentimientos afectivos por Ava, a diferencia de Nathan que las usaba mas desde la lógica del placer.

Sigmund Freud en su conocida obra El malestar en la cultura plantea la noción de la satisfacción de las pulsiones libidinales del sujeto, cuando esta satisfacción es irrealizable en lo externo, a través de la búsqueda del placer con emociones sustitutivas y de esa manera procura mantener alejado el sufrimiento.

Siguiendo esta idea, las relaciones humanas y de manera especial las de pareja o aquellas en las que existe un tráfico de sentimientos vinculantes, el sufrimiento suele ser un fantasma que se concreta en la aparición de numerosos síntomas. Sin entrar a fondo en un tema tan complejo, solo queremos referir que la tecnología de las nuevas generaciones, presentan a las llamadas sexbots (robots para tener relaciones sexuales), las cuales pueden representar un mecanismo de satisfacción de los deseos libidinales, pero abstrayéndose del sufrimiento que ocasionan los sentimientos humanos del deseo y posesión del otro. Una lógica que opera en una sociedad que cada vez se ve mas marcada por la falta de compromiso con el otro, arropados por un condicionamiento de los placeres, pero al mismo tiempo a una tendencia aislante, a vivir vidas marcadas por la despersonalización.

No obstante, nuestra psique parece necesitar la constante expresión de esos sentimientos que nos humanizan, como marca de nuestros arquetipos y nuestras trazas culturales, como las impuestas por la religión con la pasión y sufrimiento. “Cristo murió por amor a la humanidad” nos dicen constantemente, reforzando la noción de que el amor es un sacrificio, un sufrimiento y por eso se mezcla la misma palabra para señalar la “pasión” de Cristo como su sufrimiento antes de morir, tal como la pasión que arrebata al ser humano y cuyo objetivo subyacente es el orgasmo, que los franceses llaman le petite mort.

Volviendo entonces a las fembot o sexbots, los científicos se están esmerando para que estas muñecas sean cada vez mas cercanas a una mujer de carne y hueso, salvo con la posibilidad de ser programadas para cumplir con los gustos de su “dueño”.

Ciertamente, existe un sesgo que puede ser catalogado de machista, ya que es mas prominente la presencia de prototipos de mujeres que de figuras masculinas, porque la sociedad, tal como se ha constituido, procura la satisfacción sexual de los hombres, que son estandarizados como los “cazadores”, los que poseen la energía de la conquista y son por excelencia los demandantes, a cambio de la mujer que es la dadora, la oferta, de ahí vemos que todo el sistema publicitario mundial se orienta a la explotación de las pulsiones libidinales de los hombres, en la que se evoca el deseo permanente y se mantiene a la sociedad estimulada para fomentar el consumo.

La creación de las fembots o sexbots no tardarán en levantar cuestionamientos morales, pero al final, se trata de un paso mas en el desarrollo de las tecnologías del deseo, para ayudar a aquellas personas que tienen problemas en el establecimiento de vínculos con otras personas y, sobretodo, en el sostenimiento del complejo y multifacético mundo de las relaciones de pareja.

UN FUTURO ENVEJECIDO

Se estima que en el año 2050 el sexo con robots ya sea una realidad mas común, el desarrollo de la inteligencia artificial, no obstante como está planteada en la película Ex Máquina o En el hombre bicentenario, protagonizada por Robin Williams, nos pueden llevar a mantener con robots relaciones similares a las que sostenemos con otras personas.

Para finalizar, ya investigadores de ética robótica han advertido que la llegada de las sexbots podría aumentar el aislamiento humano, así como los problemas que ya algunos países tienen sobre el decrecimiento o estancamiento demográfico, logrando un envejecimiento global de la población, lo cual tiene también consecuencias negativas para el desarrollo. Ciertamente la tecnología introduce permanentes cambios en todos los aspectos de nuestra vida, pero a medida que la velocidad del desarrollo tecnológico avanza, los cambios en las conductas sociales también, muestra de ello son las redes sociales y la hiperconectividad virtual que caracteriza al mundo moderno.

T/ Ramón Alirio Contreras G. y Kenia Lugo de Contreras
I/ Edgar Vargas
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