Por Hildegard Rondón de Sansó|La letra chiquita (Opinión)

Hubo un tiempo en el que abrir un libro era encontrarse con una letra grande acompañada de espacios entre las líneas, en forma tal que las únicas excepciones que exigían de un esfuerzo visual especial era la llamada “letra chiquita”, constituida por los caracteres usados para estampar las citas al pie de las páginas. Del resto los textos tenían muchos puntos y apartes, seguidos de amplias sangrías con las cuales se encabezaban los párrafos. Esta situación estaba presente en los libros de texto, en los de cuentos, en las enciclopedias, en las revistas y, naturalmente, en los periódicos.

La indicada tendencia llegaba incluso al mundo misterioso, de esos papelitos doblados dentro de las cajas de medicinas, contentivos de las fórmulas para su preparación, las indicaciones de uso, las contraindicaciones, como un aviso de peligro, e incluso, la bibliografía temática. Hoy en día los textos siguen apareciendo, pero con una letra-miniatura que exige de unos lentes de alto grado y, si se sinceran bien las cosas, de una buena lupa. Cada día se hace mas difícil leerlos porque la presencia de la letra pequeña ahuyenta el entusiasmo por conocer su contenido.

Hay que preguntarse ¿por qué la letra chiquita? ¿Por qué no se tiene piedad con los lectores que sufren de presbicia, achaque típico de los 40 o 50 años? ¿Por qué no existe una consideración especial con los que ya superaron todas las edades que no se mencionan con orgullo y, están pasando al desván de la vejez? ¿Cuál es la razón de dificultar la lectura de los textos?

Muchas respuestas pueden ser dadas: la primera es que existe una gran escasez de papel y las letras grandes son glotonas del mismo. Otra es la necesidad de atenerse a la crisis de turno y reducir los espacios y con ello la letra en la cual los mismos van a ser ocupados. En mi criterio, esto es absolutamente absurdo para los periódicos porque si están hechos para informar, no estarán informando al sujeto que no tuvo la capacidad de leerse la noticia completa, aunque hay quien opine que nadie lee la noticia completa, ya que la misma está en los titulares que son suficientemente explícitos para que el lector se entere de lo que pasa.

Una segunda interpretación nos dice que estamos en la guerra entre la imprenta y la técnica informática, en la cual saldrá siempre triunfante la segunda, porque es mas económica y fácil de manejar.

Así, los textos informáticos pueden ser agrandados al antojo del lector, si se tiene el instrumento apropiado (computadora, laptop, tablet, teléfonos celulares de última generación). En consecuencia, es posible que la letra pequeña -que cada vez se vuelve mas pequeña- sea una maniobra competitiva de la informática que quiere conducir a los lectores hacia su propio campo mediante el descrédito del acceso al libro tradicional.

El problema es que las actividades importantes que interesan al hombre están todas sometidas a anuncios escritos y es por eso que dichas publicaciones han reducido también en forma alarmante el tamaño de sus avisos y es así como los mismos y los documentos oficiales tienen una letra cada vez mas pequeña. En este campo la letra chiquita de las notificaciones judiciales parecen usadas a propósito para que el destinatario no las lea.

Independientemente de esto último, hay que pensar que la reducción del tamaño de la letra sea una maniobra, pero de los oftalmólogos buscadores de clientes, mezclados con los optometristas y los dueños de establecimientos para la venta de lentes de aumento. ¡Creo que esta debe ser la razón!

T/Hildegard Rondón de Sansó
sansohildegard@hotmail.com
Caracas