Los motivos del lobo de Francisco de Asís|Leyendo al Comandante (Opinión)

No dejo de maravillarme leyendo y releyendo las transcripciones de los discursos e intervenciones del comandante Hugo Chávez, así como sus escritos. En particular la lectura de los Aló Presidente es un auténtico goce del espíritu.

Cuando tengamos la totalidad de ese material clasificado y colocado en la red para el acceso de todo el pueblo, tal como se lo propone el Instituto de Altos Estudios del Pensamiento del Comandante Hugo Chávez que preside el profesor Adán, ustedes van a poder comprobarlo y disfrutarlo a plenitud.

Es un verdadero universo de temas, con miles de entradas, innumerables sugerencias, pormenores, singularidades, que se integran en una visión coherente del mundo y de los seres humanos. Una visión coherente, digo, pero de infinitas facetas.

En verdad ese legado constituye un asombroso tesoro.

Ayer, por ejemplo, me encontré con una frase que me impactó sobremanera por las relaciones que se derivan de su contenido. Atención a lo que dijo el Comandante en el Aló Presidente número 33 del 12 de marzo de 2000. Lo anoto con cuidado: “Tenemos que recuperar lo que Simón Rodríguez llamaba el espíritu republicano: el amor”.

¿Se dan cuenta lo que hay allí implícito?: que la noción de ciudadanía no puede separarse de lo que el mismo Comandante denominaría 11 años después: la razón amorosa. Trasciende el ejercicio de las simples reglas de convivencia y el cumplimiento de las leyes, como basamento del cuerpo ideológico republicano, para llevarnos mucho más allá, hacia una dimensión ética de las relaciones humanas de la que habíamos oído hablar antes en los tratados morales y en lo códigos religiosos, pero nunca, en verdad nunca, en la argumentación política.

Ahora ya sabemos que aquel “cambio irreversible de las relaciones humanas” al que se refería Alfredo Maneiro cuando definía la revolución tiene que ver con el ejercicio del amor como la más alta de las virtudes republicanas. Y eso lo hemos visualizado con precisión gracias a Chávez.

Esa simple frase, lanzada como al azar en medio de otras, contiene un sustrato filosófico que revela una concepción absolutamente revolucionaria de la política. La más avanzada que hayamos conocido.

¡Qué grande era Chávez! ¡Un gigante del espíritu!

farrucosesto@gmail.com