Este sábado se cumple un nuevo aniversario del triunfo de la Revolución Verde en Libia, encabezada por el líder Muammar Al Gaddafi, asesinado en octubre del año pasado por un grupo de mercenarios apoyados por la Organización del Tratado para el Atlántico Norte (Otan).
Debido a la crisis interna que atraviesa el país luego de ocho meses de bombardeos de fuerzas extranjeras y de haber sido derrocado el Gobierno, las nuevas autoridades anunciaron que el Ejército se mantendrá en «el nivel de alerta».
Esto se debe a que al cumplirse el aniversario de la Revolución Verde, la nueva administración teme que grupos gaddafistas lleven a cabo protestas o acciones armadas.
«Hemos elevado el nivel de alerta de nuestros efectivos, ya sea de la seguridad nacional o de las brigadas de revolucionarios vinculados al Ministerio del Interior», declaró Wanis al Sharef, viceministro libio del Interior.
El funcionario explicó que se trata de «una medida preventiva» para impedir «cualquier acto criminal destinado a desestabilizar al país (…) por parte de los partidarios del antiguo régimen».
Desde que cayó el Gobierno de Gaddafi, las nuevas autoridades que tomaron el poder no han podido detener la violencia interna, propagada principalmente por milicias que participaron en el derrocamiento del líder libio.
10 meses después del asesinato del líder de la Revolución Verde, el Gobierno todavía no dispone de Ejército, ni de fuerzas de seguridad estructuradas, por lo cual se apoyan en grupos armados, donde conviven mercenarios y miembros de Al Qaeda.
La Revolución Verde fue impulsada por Gaddafi y un grupo de militares nacionalistas, y logró su triunfo el 1º de septiembre de 1969, derrocando la monarquía del rey Idris.
El líder libio fue un impulsor del panarabismo y de las ideas del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser.
Cuando Gaddafi fue asesinado, Libia era el país de África con los mejores niveles de vida y uno de los principales productores de petróleo de ese continente.
En los primeros años de la Revolución Verde se nacionalizó la banca y 51% de todas las empresas extranjeras, se exigió el retiro de las bases militares de Estados Unidos y Gran Bretaña del país y se ampliaron a la sociedad los derechos al acceso de la salud y la educación.
En 1986, Libia fue blanco de una ataque militar abierto por parte de Estados Unidos, gobernado en ese entonces por el presidente Ronald Reagan.
Uno de los lugares bombardeados fue la casa particular de Gaddafi, donde fue asesinada una de sus hijas.
A finales de la década del 90, el Gobierno libio comenzó a restablecer sus relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos y las potencias europeas.