Por Néstor Rivero| Límites constitucionales (Opinión)

Una vez más la actual Directiva de la Asamblea Nacional (AN) se coloca por encima de la Constitución y las atribuciones que el vigente ordenamiento republicano le consagra para legislar, así como para controlar la Administración Pública y operar como tribuna por naturaleza del sano debate democrático en cuyo seno concurren las distintas visiones de país, corrientes y organizaciones con presencia en la opinión pública vigentes.

Así, plantearse la derogatoria parcial de artículos de la Ley Orgánica del Trabajo, alterando la intangibilidad de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores, y la significación del trabajo como hecho social, mediante la aprobación de leyes en materia económica que pretextando incentivos la producción nacional vulnere aspectos que ya constituyen beneficio adquirido en los términos del Artículo 89 de la Constitución de 1999, constituye a todas luces una extralimitación que encontrará dos escollos insalvables para quienes pretenden burlar la Carta Magna.

Uno, la fuerza del movimiento laboral venezolano, que si bien se encuentra fragmentado en cuanto a la diversidad de liderazgos y consignas parciales, se unifica en temas estratégicos como la defensa de las conquistas de la fuerza del trabajo frente a la avaricia de las fuerzas del capital por desmantelar las instituciones que favorecen aquellas.

Y dos, el “control de constitucionalidad” que ejerce el Tribunal Supremo de Justicia en aplicación del Artículo 336 del Supremo texto de la Nación.

No serán -como pregonan en el exterior los agentes de la desestabilización- medidas “tiránicas” o arbitrarias del Gobierno Bolivariano, lo que contribuya a deslegitimar a la actual AN, no. Será (ahora que en los pasillos del Parlamento está de moda la “amnesis”), el olvido del aforisma romano “Nemo Auditur Proprium Turpitudinem Allegans” (Nadie puede alegar su propia torpeza). Y entre torpeza y torpeza viene enhebrando su gestión el nuevo Poder Legislativo, malbaratando el muy respetable capital político del 6 de diciembre.

La insistencia en salir del Presidente de la República, y el desespero por aprobar leyes que el pueblo venezolano reprueba, pone muy en claro a quién sirve la nueva mayoría parlamentaria. Ojalá recapacitasen; empero no lo harán porque como recuerda otro aforisma “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”.-

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