Los de siempre

No, no es la urbanización del mismo nombre ubicada en una parte del “este del este” de Caracas, Chuao es una población de la costa aragüeña, habitada por pescadores y agricultores muy humildes, sí, pero con el alma y el corazón bordados con todo el amor por la patria que nos legaron Bolívar, Miranda, Sucre, tantas y tantos, la que reencontramos en Chávez: la Venezuela posible, libre, independiente y soberana.

Por si no lo sabían, esos descamisados, objeto de las burlas de la que afortunadamente es una cada vez más reducida minoría, no son los únicos capaces y dispuestos a entregar la vida en defensa de nuestro sagrado suelo. Como ellas, como ellos, abundan en cada rincón de nuestro territorio, cada montaña, barriada, campo, cada alborada cuando nos levantamos para abordar el camino de los sueños y continuar construyendo la Patria Buena a la cual no solamente cantó, sino por la que también entregó su vida nuestro padre cantor Alí Primera.

Somos las mismas, los mismos, que junto al Libertador atravesaron la cordillera de los Andes; los lanceros de Páez, los campesinos de Zamora, los torturados y asesinados en las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez; los traicionados, ejecutados, desaparecidos del puntofijismo; quienes aun votando por AD y Copei, nos protegían cuando la Disip nos perseguía, las y los del grito contra el Fondo Monetario Internacional, retumbando en el mundo entero el 27-F.

También somos quienes llevamos a Chávez a Miraflores el 6-D del 98, los que ofrendaron la vida en puente Llaguno y rescataron al comandante el 13-A; los que utilizaron las maderas de sus muebles para cocinar cuando el paro golpista petrolero nos dejó sin combustible; todas y todos los que han resistido estoicamente atentados, guarimbas, innumerables golpes de Estado, asedios, implacable guerra económica, criminal bloqueo económico, financiero y comercial; intentos de imponer un gobierno paralelo, amenazas imperiales con “todas las opciones sobre la mesa”.

Somos las mismas, los mismos de siempre, los invisibilizados, subestimados, despreciados, aquellos a quienes los que no merecen llamarse venezolanos pese a haber nacido en estas sagradas tierras, miran por encima del hombro.

Somos, que no se olvide nunca, las victoriosas, los victoriosos hijas e hijos de Bolívar y Chávez; el pueblo en cuyos poderes creadores tejió su sencilla poesía Aquiles Nazoa, la esperanza hecha combate en la voz telúrica de Alí, el vuelo alegre de un papagayo en las manos de un niño, el trino inobjetable de un turpial, la frondosa luminosidad de un araguaney.

Somos los de siempre, el mismo pueblo que acompañó a Simón Bolívar a liberar seis naciones y que hoy, como ayer, seguirá levantando su espada invencible, para gritarle al mundo una y otra vez que, sin importar mercenarios, traidores, poderíos de imperios sin escrúpulos, ¡jamás podrán vencernos!

T/ Jimmy López Morillo
F/ Archivo CO
Caracas