Los grandes arreos de ganado han sido un sello del llano apureño

Señala el historiador apureño Argenis Méndez Echenique en el trabajo de investigación titulado “El Arreo Ganadero”, que “Históricamente en nuestro país el arreo de ganado más famoso del que se tiene referencias testimoniales fue el ejecutado por el Gral. José Antonio Páez y sus tropas llaneras conduciendo desde Achaguas hasta San Carlos de Cojedes, entre Mayo y Junio de 1821, 4.000 reses para el sustento del ejército patriota que participaría en la Campaña de Carabobo, donde Venezuela selló su independencia política respecto al Imperio Español”.

Además de las reses, los llaneros de Páez trajeron unos dos mil caballos de reserva. El recorrido de aquella tropa por la llanura, atravesando el río Apure por el paso Enriquero, y salvando los obstáculos naturales, constituye una de las escenas de mayor fascinación de la guerra de Independencia, para quien recree la travesía a través de la imaginación.

En otros dos párrafos, Méndez Echenique, quien además es cronista de San Fernando de Apure, alude a otras grandes movilizaciones de ganado que llamaron la atención en su época.

“Se hace referencia igualmente a otros dos grandes arreos, no precisándose las cantidades de reses que hizo conducir desde Apure hasta Caracas en 1815 (que deben haber sido miles), el Gral. Pablo Morillo, cuando preparaba el aprovisionamiento y pertrechos de su ejército para asediar a Cartagena de Indias; este es uno de esos arreos famosos, desde Apure y Guárico. El, o los otros, fue, o fueron, los realizados por el Gral. José Gregorio Monagas, en tiempos de la Primera Presidencia de José Tadeo, después de la derrota de Páez en “Los Araguatos”, arreando ganado apureño para las zonas del oriente del país, donde fue distribuido entre criadores afectos a su causa, con el propósito de recuperar las tan azotadas ganaderías orientales durante las constantes guerras civiles venezolanas (entre ellas, la de Independencia Nacional)”, apunta el historiador.

“Inmediatamente después de la guerra de Independencia, los Llanos de Guárico, Barcelona, Cumaná y Maturín quedaron completamente exhaustos de ganado; hasta las crías se habían extinguido; y el General José Gregorio Monagas por su cuenta hizo una expedición al Alto Apure, consiguió un gran rebaño, y en su tránsito, en el mismo Bajo Apure y Guárico hasta Barcelona y Cumaná, fue regalando vacas a los principales criadores, y á esto se debió el fomento de la industria pecuaria en los Llanos del Centro y Oriente de la República” Apuntes Estadísticos del estado Apure… 1875: 30”.

Todavía en algunas zonas del estado Apure, y en los llanos venezolanos, se mantiene la costumbre de movilizar las reses de un lugar a otro, sobre todo para llevar el ganado hacia las partes altas, debido a la inundación de las sabanas con la llegada de las lluvias y el desborde los grandes río y caños.

Al sur del estado Apure, en las inmediaciones de Cunaviche, y en el estado Guárico, al sur del Parque Aguaro-Guariquito, con la “entrada de agua” , todavía se preparan las llamadas vaquerías, también conocidas como rodeos, en las que se reúnen los peones de los diferentes hatos, se organizan en grupos y salen a la sabana a recoger el ganado disperso, que es llevado a los corrales. Allí se realiza el “aparte”, o la entrega de las reses a los diferentes dueños. Luego los peones llevan la manada hacia las zonas secas, hasta que concluya el invierno, y se retorne a los comederos veraneros.

En julio y agosto se observan frecuentes movilizaciones de ganado en el estado Guárico, por la carretera Cabruta-Las Mercedes del Llano. También entre Camaguán y Corozo Pando, cuando el río Portuguesa se desborda e inunda las sabanas aledañas , formando el famoso estero de Camaguán.

En Apure, se organizan vaquerías en los hatos de las zonas inundables del Cajón del Arauca, pero el arreo de mayor volumen y vistosidad, es el que transita por la carretera asfaltada que une a Mantecal y Bruzual, en el municipio Muñoz, en el que entre 4500 a 5000 mautes blancas, que forman una columna de varios kilómetros, son trasladados desde el hato Cañafístola hasta el hato Turagua. Estos dos hatos pertenecen a la empresa Agrofora, propiedad del estado venezolano. Unos 60 llaneros conducen este inmenso arreo primero por la extensa sabana que revienta de verde en estos meses de invierno, y luego por la carretera asfaltada. El recorrido se extiende por unas 8 horas.

El traslado de las reses a las sabanas o médanos altos de invernadero marcan las faenas finales del trabajo de llano y vaquería que arrancan en Cunaviche, y en general en el Bajo Apure, después de “la entrada de agua”en mayo y junio, aunque en este 2020, el verano se extendió hasta mediados de julio, y las cachapas de jojoto, previstas para agosto en todo el llano, se pospusieron para septiembre. En julio los peones de los diferentes hatos se encuentran en plena faena recogiendo el rebaño que pasta en el verano en las inmensas sabanas. La temporada se extiende por unos quince días.

Las reses, custodiadas por unos 20 vaqueros, cruzan ríos y atraviesan la sabana inundada formando una columna de casi un kilómetro de largo. Adelante marcha un puño de jinetes marcando el camino. El resto de los peones se acomoda a los lados y atrás, vigilando que un animal no se desbarajuste. Los jinetes cabalgan en sus monturas con el nivel del agua llegándole a la altura de la silla o al anca del caballo. Detrás marchan cuatro canoas que acompañarán al arreo hasta que lo permita la hondura de las aguas.Usualmente en estos arreos, los llaneros cantan para mantener la tranquilidad del rebaño que marcha a ritmo pausado, y evitar los desbarajustes. Algunos entonan coplas que han pasado de boca en boca de una a otra generación.

Fernando Calzadilla Valdez en su comentado libro “Por los llanos de Apure”, publicado por primera vez en la década del 40 el siglo pasado, da cuenta de más de 200 peones o vaqueros en una vaquería del hato San Pablo Segoviero, ubicado por los lados de Los Araguatos. En ese rodeo se estimaban unas cinco o seis mil reses. Valdez describe el ambiente en que ocurre la vaquería, cuyas faenas antiguamente se desarrollaban en la sabana abierta.

“En el rodeo de Los Araguatos se formaba tan grande algazara como para enfermarse algunas personas neófitas con la gritería, los tropeles, los estridente bramidos, las carreras en todos sentidos, la cuidadosa atención con algunas reses bravas excitadas por el barullo, la constante tensión nerviosa y luego el hambre; una tacita de café tomada en la madrugada como única ración de alimentos. Y, sin embargo, observa usted aquellos hombres tiesos, enhiestos, activos, alegres y dispuestos, los viejos y los jóvenes, estimulándose unos a otros con los distintos ejercicios rudos y oportunos, con chistes y alusiones picantes a tal o cual percance nunca escaseado”.

En el libro de Calzadilla Valdez, considerado un valioso testimonio sobre las costumbres y la vida en el viejo llano apureño, se incluyen diálogos con personajes y peones que recogen la sabiduría, la gracia de los habitantes de aquellas tierras. Igualmente relata la llegada de la Compañía Inglesa a la llanura apureña en las primeras dos décadas del siglo pasado.

Don Calzadilla también describe el ambiente llanero en época de invierno, en un tono lúgubre, que contrasta con otras visiones de un llano hermoso, rejuvenecido con las lluvias, con caños y lagunas repletas de garzas.

“ El invierno en el llano”, dice, “constituye una época verdaderamente calamitosa, muy aflictiva sobre todo para los forasteros a quienes sorprende una llovedera por esos apartados lugares. Las sabanas inundadas, los montes renegridos, cuanto nos rodea adquiere aspecto pesado , melancólico; el constante rezongo de tormentas lejanas, el canto estridente del carrao, el chicuaco, el tautaco y demás aves agoreras de lluvia; esas noches lúgubres, sombrías o iluminada por la luz mezquina, neblinoso de la luna, consorciadas con el chirriar de los grillos y el croar de ranas y sapos; todos los detalles del impresionante escenario enervan el espíritu y lo contaminan con cierta impresión de aislamiento en un ambiente medroso y hostil”.

Los arreos

Méndez Echenique en su ensayo distingue dos clases de arreos: la trashumancia y el arreo propiamente dicho llamado “viajes de ganado”, con fines comerciales

En relación a la trashumancia la define como un desplazamiento de ganado que obedece, generalmente, a necesidades de sobrevivencia (de zonas áridas a zonas húmedas o viceversa, de las áreas inundadas a la zona alta), planificada por los dueños de rebaños, atendiendo a las estaciones del año: o, también, de manera espontánea, no organizada, por las propias reses, desperdigadas, sin rumbo fijo, que después constituían las “cimarroneras”.

Consistía el arreo en el traslado por vía terrestre, a pie o a caballo los arreadores, de ganado vacuno de una zona a otra, siguiendo rutas establecidas por la tradición (con lugares que servían de posada para los “viajeros”), generalmente, con propósitos comerciales (traslado a potreros de engorde o mataderos), no descartándose la formación de los llamados “pie de cría”, para iniciar la producción ganadera.

“Las rutas o caminos ganaderos eran aquellas vías terrestres que utilizaba tradicionalmente el ganadero para trasladar sus reses desde sus hatos hasta los lugares de comercialización o veraneo. En el caso de Apure existían varios caminos ganaderos internos, pero habían tres rutas famosas, cuyo destino final estaba fuera del Estado: una, en el Alto Apure, que partía de Guasdualito y atravesaba la Selva de San Camilo, conduciendo ganado a San Cristóbal, en el Táchira, y Cúcuta, en Colombia; otra, en el Apure Medio, que partía de Achaguas – Apurito, y vía El Baúl, conducía a Valencia- Puerto Cabello; y una tercera ruta, en el Bajo Apure, que partiendo de San Fernando, atravesaba el Guárico de sur a norte, pasando por Gorrín – Corozo Pando – El Rastro – Dos Caminos – Ortiz, llevaba a Villa de Cura – Cagua, en los Valles de Aragua, donde había una estación del ferrocarril y era embarcado el ganado en el tren que conducía a Puerto Cabello, donde funcionaba un frigorífico, propiedad de la compañía ganadera inglesa Lancashire”, indica el historiador.

En el Guárico, principalmente en los llanos de Calabozo, era frecuente (anualmente),en época de sequía, el traslado de reses hacia el sur, a la isla Apurito – Isla de Arichuna en el río Apure, que al comenzar las lluvias eran nuevamente llevadas a sus comederos tradicionales.

T/Manuel Abrizo
F/Archivo CO

 

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