Los pueblos se le rebelan al imperio

Cuarenta y seis años después, la voz metálica de Salvador Allende, en la que fueron sus últimas palabras transmitidas por Radio Magallanes, acompaña los heroicos combates de miles, millones de chilenas y chilenos, empeñados en hacer realidad su proclama de que algún día se abrirían las anchas alamedas, como expresión del retorno de su libertad.

Cerca de un mes tienen en batalla las hermanas, los hermanos de la nación austral, en contra de la feroz arremetida de las fuerzas represivas del régimen de Sebastián Piñera, que en realidad sigue siendo el régimen de Augusto Pinochet, de sus socios y herederos, que gobiernan a través de una Constitución hecha a su antojo, que les garantiza privilegios y de la cual están decididos a deslastrarse, definitivamente, los habitantes de aquellas tierras.

Se difumina el espejismo, ha quedado al desnudo la inexistencia del mentado oásis, la tacita dorada del imperio muestra su fondo putrefacto. Todas las desigualdades escondidas bajo la alfombra han sido expuestas. La terrible realidad golpea en las narices de todo un pueblo y los manipuladores de oficio nada pueden hacer para taparla.

En Colombia hay importantes señales de hartazgo, de hastío ante la brutal impunidad con la cual actúan los forajidos liderados por ese siniestro personaje llamado Álvaro Uribe Vélez, narcotraficante en cuyo denso prontuario se exhibe su condición de carga maletín de Pablo Escobar Gaviria; tiene a su lado a su actual cómplice Iván Duque, pero sin olvidar a Juan Manuel Santos, Andrés Pastrana y tantos otros.

Tantas masacres (el miércoles 6 explotó el escándalo de la muerte de siete menores como consecuencia de un bombardeo sobre una zona rural), tan descaradas políticas de exterminio contra líderes sociales e indígenas, tal grado de servil entrega ante las órdenes del amo imperial por parte de sus gobernantes, algún día tendrían que abrir ojos y conciencias. Ese día pareciera estar llegando.

En Ecuador, el traidor serial Lenín Moreno –como acertadamente lo catalogara Atilio Borón- ha dado una patada en el trasero a los líderes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de ese país (Conaie) luego de que estos desmovilizaron a la población alzada contra el paquetazo del Fondo Monetario Internacional, y ahora los somete a persecuciones judiciales.

El descontento, no obstante, sigue ahí, como las razones que lo originaron, pues el títere gobernante no ha cumplido las promesas hechas para lograr la capitulación de quienes se erigieron en cabezas de la rebelión popular. Como nada ha cambiado, nada tendría de extrañar que las praderas vuelvan a encenderse, viva como está todavía la chispa.

En Honduras, ya no hay temor frente al sanguinario Gobierno del dictador impuesto desde Washington, Juan Orlando Hernández, cuyo largo rabo como protector de capos de la droga ya fue expuesto en un tribunal neoyorquino.

En la siempre tan golpeada, marginada, devastada y olvidada Haití los muertos se agolpan en las calles en número superior a los 60, víctimas de las bandas represoras de Jovenel Moise, ante la mirada despectiva de las transnacionales mediáticas, para las cuales esas vidas no tienen la mayor importancia.

Pero, a pesar de tanta indiferencia, sin la resonancia que esta vez acompaña los combates en otros países, allá también hay un pueblo erguido, en pie de lucha, atrevido a soñar con amaneceres diferentes, como lo ha hecho desde que marcara el inicio de las rebeliones contra los genocidas invasores más de dos centurias atrás.

Ese al que en la Casa Blanca, en el Pentágono, con absoluto desprecio consideran su “patio trasero”, se ha rebelado, con la firme convicción de su derecho a ser libre de cualquier yugo imperial. Por aquellos pagos, razones tienen de sobras para estar preocupados.

Primavera antineoliberal

Si bien en Estados Unidos la llegada del otoño prácticamente coincidió con las movilizaciones populares en Ecuador, Haití, Chile, Colombia y otras naciones, para el estudioso de la geopolítica y movimientos sociales Luis Delgado, lo que se está viviendo actualmente en la región y otras partes del mundo, es “una primavera antineoliberal”:

“Las recientes y masivas movilizaciones populares en Haití y Ecuador, Chile y Costa Rica, Brasil y Argentina, Perú y Guatemala, Honduras y Colombia contra el neoliberalismo extremista, pero, en menor medida, también en Panamá y Honduras, República Dominicana y Puerto Rico, evidencian no un archipiélago de inconformismos socialdemócratas aislados, sino una suerte de primavera antineoliberal regional”, afirma.

“Naturalmente, tenemos casi de todo en la región, desde bases sociales y vanguardias con mayor conciencia de clase en sí y para sí, y mayor o menor claridad sobre la inviabilidad de revueltas que no se tornen orgánicas, hasta insurrecciones más ligadas a los espejitos de un estándar de vida burguesa que empieza a desdibujarse, producto de una crisis que empieza a tocar absolutamente todo, naturalmente, excepto los grandes intereses transnacionales”, continúa.

Delgado, quien es especialista en análisis de discurso video-político, añade: “Del otro lado de esta espontánea ecuación insurreccional de nuestra Abya Yala contra el imperialismo estadounidense y el régimen sociometabólico del capital, vemos la resistencia heroica de los pueblos y gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, frente a las intentonas más variadas de golpes de Estado aderezadas de una nueva y mutante ingeniería del terrorismo imperial, ahora de espectro completo. Pero esta suerte de primavera antineoliberal, no solo cruza nuestra región. Las manifestaciones en favor de otro mundo económica, social y políticamente más humano y emancipado están prendiendo también hoy, simultáneamente, en Hong Kong, Líbano, Irak, el Sahara Saharauí, Libia, Yemen, Sudán, Argelia, Nigeria, Palestina, Marruecos…”.

A todas las anteriores, como reflejo del salto que se está dando a su juicio en el planeta, se suman “las expresiones masivas de malestar y repulsa a la civilización del capital no solo limitadas a la frontera del no ser global, es decir África, Asia y América Latina. Cincuenta mil trabajadores de la emblemática empresa estadounidense General Motors fueron a la huelga hace apenas dos meses, la población afroamericana continúa movilizándose masivamente en reclamo por sus derechos fundamentales, las mujeres latinas en Estados Unidos reclaman por percibir en promedio la mitad de salario que las mujeres estadounidenses y el Congreso acaba de aprobar el impeachment contra Trump, por lo que llaman ya el Ucrania Gate”.

Y hay todavía más: “La deuda de Estados Unidos asciende ya a cerca de 23 trillones de dólares y todos los notables especialistas en economía global coinciden que tal deuda no solo es impagable, sino que llevará en breve hacia una situación de reseteo de todo el sistema financiero internacional, lo cual acarreará un escenario de profunda depresión económica global y hasta podría resultar en una posible nueva guerra mundial”.

Contra el “austericidio”

El analista, quien además posee una maestría en Artes y expone en su curriculum su condición de poeta, continúa su disección sobre este complejo panorama global, desgranando: “Las economías de la Unión Europea también lucen en situación de terapia intensiva. Los millones de migrantes resultantes de sus mismas ilegales e irresponsables incursiones imperialistas en Afganistán, Irak, Líbano, Palestina, Libia, Yemen, etc., en lugar de ser recibidas con mínimo humanismo, son perseguidos por escalofriantes movimientos supremacistas, xenófobos y hasta pro nazis”.

Por todas estas razones, en su opinión, “lo que estamos viendo en todo el mundo hoy es que los pueblos se están levantando contra las políticas neofascistas de austericidio, medidas genocidas unilaterales (eufemísticamente bautizadas sanciones) y contra la descarada corrupción de una élite que se rebaja los intereses de sus millonarios deudas ilegales, al tiempo que trasladan su amortización a los más empobrecidos por ese mismo sistema. Estamos presenciando en vivo cómo la gente, y particularmente los jóvenes, están retando a las fuerzas policiales y del ejército, entrenados para reprimirlos, incluso bajo un contexto de toque de queda y suspensión de garantías constitucionales y continúan manifestando de forma ciudadana pero con un brío, conciencia y originalidad que no se veía desde hace muchas décadas”.

En terapia intensiva

La rebelión de los pueblos de la región frente a las políticas degradantes de la condición humana impuestas por el gran capital, con el imperialismo como su fase superior, ejecutadas con instrumentos como el Fondo Monetario Internacional a través de gobernantes genuflexos, ha llevado a unos y otros a tratar de esconder, una vez más, sus materias fecales, apuntando, como ya se ha hecho costumbre durante estas dos décadas, hacia la Revolución Bolivariana, primero en la figura del comandante Hugo Chávez Frías y luego con nuestro actual presidente legítimo y constitucional Nicolás Maduro Moros, como supuestos responsables de lo que está ocurriendo en la región, mediante una muy bien diseñada campaña distorsionadora de la realidad, que, sin embargo, pareciera haber ido perdiendo efecto, a juzgar por los resultados.

“Es claro que al imperialismo capitalista estadounidense le resulta intragable reconocer públicamente que su modelo de dominación política, explotación económico-financiera y de desprecio cultural se encuentra en terapia intensiva. Un tercio de la población mundial ha sido condenada a la situación de pobreza extrema, es decir, perciben menos de un dólar diario y comen a duras penas una sola vez al día. Otro tercio es víctima de pobreza relativa, percibe dos dólares diarios, con lo cual precariamente se alimenta dos veces al día. Esta ingente cordillera de expropiados de sus medios de vida mínimos para su supervivencia, son los que en esencia están saliendo desesperados, pero también ilusionados, a protestar a las calles. Los ríos de gente expoliada, excluida y ultrajada por este sistema son el caldo de cultivo del presente volcán de indignación y voluntad de ruptura. Las revoluciones las producen siempre los pueblos cuando se los coloca ante callejones sin salida, como decía Napoléon Bonaparte”, ofrece su explicación al respecto Luis Delgado.

“Eso es precisamente lo que es y quiere ser hoy el neoliberalismo: el estadio de metástasis programado de un capitalismo despiadadamente salvaje que se comporta con la misma pulsión sádica de un zombi”, asegura.

Dado ese panorama, este analista considera que en el mundo podrían darse importantes transformaciones: “Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que siete de cada diez trabajadores hoy en el planeta trabajan en medios de producción independientes o laboran en comunas o pequeñas empresas. Es decir, las comunas, microempresas y las pequeñas empresas tienen hoy un papel infinitamente más cardinal como proveedores de medios de vida e inclusión social de lo que hasta hace muy pocos años ocurría”.

Prosigue: “Los datos recogidos por la OIT en una muestra de 99 países arrojan que, en conjunto, estas pequeñas unidades económicas generan el 70% del total del empleo mundial y la tendencia es hacia modalidades de emprendimiento en las que trabajan, de manera fundamentalmente asociada y libre, seres humanos cada vez más preocupados por sus propias condiciones sociales dignas y por el impacto medioambiental”.

El modelo capitalista/fordista de explotación industrial de una masa esclavizadamente asalariada está siendo liquidado. Y el dólar como moneda monopólica de intercambio, como reserva mundial de valor y como medio de chantaje global parece en movimiento de una próxima e inminente inmolación. En esas circunstancias, “el modelo ecosocialista aparece así, cada día más, como la única alternativa viable a una catástrofe occidental ya en pleno despliegue. Los miles de millones de seres humanos abrumados por el capital comienzan a cobrar conciencia de su condición de clase y, por ende, de su gran poder. Marx concluía que los trabajadores de todo el mundo debían unirse precisamente porque los propietarios del capital actuaban y se defendían del factor trabajo como si fueran una familia”, finaliza.

T/ Jimmy López Morillo
F/ Agencias
Caracas