Los Tambores de Taíno suenan con fuerza y cariño en Juan Pablo II

En Venezuela hay demostraciones de sobra para afirmar que somos un país de músicos. Hasta el reconocido maestro inglés, Simon Rattle, con base en su experiencia con el sistema venezolano de orquestas, afirmó que en la tierra de Simón Bolívar está el futuro de la música académica.

Además, hay múltiples iniciativas que extienden esa idea mucho más allá del ámbito del género académico. Una de ellas, que ya lleva algún tiempo en desarrollo y tiene mucho camino aún por recorrer, es la Fundación Tambores de Taíno, una propuesta que su fundador, Franklin Bello La Cruz, define como el único “drummer collective que funciona en nuestro país”, específicamente en el área comercial de la urbanización Juan Pablo II, al oeste de Caracas.

“Drummer collective” se llama en inglés a una institución que se dedica al estudio formal de la batería, en un formato de enseñanza colectiva. En el exterior, tan solo cursar unas 10 semanas en una de estas escuelas puede costar unos 8 mil dólares estadounidenses. Aquí en Caracas, en la Fundación Tambores de Taíno, no solamente es gratuito, sino que además se asume esta tarea, más allá de la formación musical, como una labor social que en la práctica ha servido para mejorar, por ejemplo, las condiciones de menores de edad con autismo, con problemas motores e incluso de adultos mayores al borde del alcoholismo.

En la Fundación Tambores de Taíno se atiende principalmente a niños, pero también a personas de cualquier edad que simplemente deseen aprender a tocar la batería o quieran convertirse en bateristas integrales. Esta enseñanza es acompañada además con una orientación en valores y principios para la vida.

Si las personas interesadas pueden colaborar, el aporte es bien recibido, pero de entrada no cobran, no rechazan a nadie, por ningún concepto y no importa qué tantas dificultades rítmicas pueda tener el participante, en este lugar se esfuerzan porque cada integrante pueda conseguir la meta de ejecutar la batería hasta el nivel que materialmente pueda alcanzar.

El origen

La génesis de esta fundación dedicada a la enseñanza musical se remonta a unos 24 años atrás, cuando Franklin Bello La Cruz decidió comenzar a dar clases de batería, en principio para tener una entrada extra de dinero y al mismo tiempo mantenerse más activo con su instrumento.

En aquel entonces las clases se impartían en un pequeño apartamento de La Candelaria, de unos 30 m2 aproximadamente, de los cuales al menos la mitad se disponía para atender a los estudiantes.

El docente, junto a su esposa, Maivet Rodríguez, se trasladaron en 1999 a Puerto Rico, donde continuaron con la labor de formación. En 2006, volvieron al país, siempre concentrados en la labor de enseñar la ejecución de la batería.

Primeras cosechas

De vuelta en Venezuela se dieron cuenta de la magnitud y la calidad de los frutos que resultaron de su siembra inicial. Consiguieron que varios de sus primeros alumnos se convirtieron en profesionales destacados de la movida musical venezolana.

Por ejemplo, Leonardo Rojas, quien ha tenido el privilegio de integrar agrupaciones de música popular del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles, como la Orquesta Latinocaribeña Simón Bolívar y la Orquesta de Rock Sinfónico del mismo nombre, se inició en la batería en lo que es hoy la Fundación Tambores de Taíno.

También está en esa cosecha Benjamín Dugarte, baterista que ha compartido escenario con importantes artistas de trayectoria internacional, así como Joel Venegas, músico destacado en la escena jazzística de Seattle, Estados Unidos

“Incluso hay anécdotas hermosas. Un alumno de aquí que fue a comprar una batería en una tienda en New York, se puso a tocar y el vendedor le dijo que tenía un sonido muy parecido a un maestro de él que le decían el Taíno. Resulta que era un exalumno mío de Puerto Rico”, contó Bello La Cruz en conversación con el Correo del Orinoco.

De manera que con la fructífera experiencia forjada hasta ese momento, más los conocimientos adquiridos en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, en compañía de su hijo Franklyn Jr. y de su esposa, Bello La Cruz continúo su labor de dar clases de batería, pero ahora en un pequeño apartamento en Juan Pablo II.

La fundación

La demanda creció hasta tener una matrícula de aproximadamente 50 niños. “Muchos no tenían dinero para pagar las clases y amaban tanto la música que yo no me atrevía a decirles que no vinieran. Entonces entre 2014 y 2015 decidimos pasar a ser una fundación y creamos un fondo autogestionado para poder mantener esa matrícula”, narró el músico.

La fundación no recibe ayuda ni depende de ninguna entidad gubernamental. El sustento proviene de un porcentaje de las entradas del fundador, por concepto de elaboración de arreglos, composición de jingles, toques privados y otras actividades similares.

Milagros de la música

Igualmente, reciben aportes de aliados e incluso exalumnos del exterior que envían diferentes tipos de materiales empleados en la enseñanza de la batería.

Afortunadamente, luego de que el apartamento les había quedado microscópico para atender a más de 50 chamos, desde el 14 de diciembre de 2015 se les cumplió el sueño de conseguir una sede, otorgada por Corpocapital, en el único local de la zona comercial de Juan Pablo II que se había quedado frío.

En la actualidad dentro de ese local atienden a unas 65 personas, desde niños de apenas 2 añitos de edad hasta adultos mayores.

De una manera orgánica, la Fundación Tambores de Taíno se ha convertido en un asunto que, si bien tiene la música como principal motivo, va mucho más allá e incluso se cumplen procesos que han sido, por llamarlos de alguna manera, terapéuticos, como el que protagonizó un niño con problemas de motricidad.

“Saúl Rodríguez comenzó a venir (a la fundación) para acompañar a su hermano mayor y él mismo se enamoró de la batería. Y milagrosamente ya no tiene problemas de motricidad, porque uno con la batería debe tener independencia y coordinación en las cuatro extremidades. Es algo asombroso, no sabemos cómo pasan este tipo de cosas, pero ocurren”, aseguró Bello La Cruz.

Plan de estudios

El plan de estudios de la Fundación Tambores de Taíno, fue confeccionado por el propio Franklin Bello con base en su experiencia docente y enriquecido ahora con estudios en la licenciatura en Educación que está a punto de completar junto a su esposa.

El programa contempla un propedéutico en el que se enseñan las partes del instrumento y los principios básicos de los más importantes ritmos musicales populares, con un acento especial en los de origen afro que se han desarrollado en el Caribe. De ahí los alumnos recorren batería I, II hasta la IV. Pero el estudio en la música nunca termina y a veces los alumnos continúan.

Este programa, según Bello La Cruz, llegó a sorprender al maestro Willy Díaz, encargado de la Cátedra de Percusión en la Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes).

Díaz “nos dejó un video (en redes sociales) en el que nos dice que, ‘mi techo es tu piso’. Y nos aseguró que todos los bachilleres de la fundación que deseen proseguir estudios de música, pueden entrar directamente a la carrera en Unearte. Eso para mí tiene un valor tremendo, porque él es un músico de alto nivel”, celebró el baterista y docente.

Para entrar en contacto con la Fundación Tambores de Taíno o conocer más sobre ella, es conveniente conectarse con las cuentas en redes sociales @tamboresdetaino o Tambores de Taíno, en FB, donde tienen tanto la cuenta como un fanpage.

Sombras en la claridad

A pesar de la encomiable labor que desarrolla la Fundación Tambores de Taíno, recientemente en la comunidad donde se encuentran se ha corrido el oscuro rumor de que algunos grupos están interesados en desalojarlos de su local, aun cuando el inmueble no está ocioso, e incluso, de acuerdo a Bello La Cruz, hay otros espacios que sí están desocupados en la misma zona.

En tal sentido, aprovecharon la conversación con el Correo del Orinoco para adelantar por esta vía la denuncia y, quizás, despejar los perjudiciales rumores.

 

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Cortesía F.T.T.