Luego de 12 años de ausencia física… Ray Barreto permanece ¡indestructible!

¡Barreto te anda buscando!… me grita Larry Landa, recordado empresario colombiano, en medio de la bullaranga formada tras bambalinas. Son los camerinos del Madison Square Garden donde la prensa especializada, músicos y amigos de estos intercambiaban experiencias del recién finalizado concierto. La Fania en pleno auge; Latin New York y Swing Latino eran las revistas del momento.

Saludamos a Barreto y nos sentamos a dialogar con aquel gigante que hacía gemir los cueros en cada presentación. Para ese entonces (1977) él ya era una leyenda viviente al igual que cada miembro de Fania All Star; sin embargo jamás tuvo poses de divo y rara vez ignoró a quien lo requiriera para una entrevista. Entre nosotros creció una buena amistad.

Ese día y muchos otros dialogamos sobre la música que hacía. Barreto nunca ocultó su pasión por el jazz, genero en el que incursionó a los 17 años de edad, cuando aún en la milicia, se presentó como percusionista de jazz en un “jam session” en el Orlando Club GI de Múnich, Alemania, punto de descubrimiento de muchas grandes figuras de la música.

¡Eso fue una inspiración del momento! Allí estaba un banjo viejo con cuerdas viejas, yo había escuchado a Chano Pozo a través de sus discos con Dizzy Gillespie, y tenía ese afán de tocar, de imitar a Chano. Cogí el banjo, subí a la tarima y me puse a tocar golpeando la caja. ¡Milagro que los músicos no me botaran de la tarima! Pero después me dijeron: ‘ tienes talento, debes seguir y tratar de mejorarte’. Cuando regresé a Estados Unidos, compré mi primer tambor y empecé a buscar cualquier sitio con música en vivo para mejorar mi técnica; escuchando y mirando cómo tocaban los músicos, no en disco, sino en vivo”, comentó Ray en una entrevista.

Ray se dedicó de lleno al estudio de la percusión jazzística hasta alcanzar ese máximo nivel que lo llevaría a las salas de grabación, donde habría de codearse con figuras como Charlie Parker, quien lo contrata por una semana.

Fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Charlie Parker estaba programado para tocar en el Apollo Bar, un club que quedaba al lado del famoso Apollo Theatre, y llegó tarde. Muchos músicos habían venido a escucharle, porque en ese tiempo el era la figura más importante para todos los músicos jóvenes. Como no llegaba, decidimos formar una descarga entre nosotros. Al fin llegó y solicitaron que todos los músicos se bajaran de la tarima para darle paso a Charlie Parker con su grupo. Todo el mundo se estaba bajando de la tarima, pero Charlie Parker puso su mano en mi hombro y me dijo: ‘¡Tú te quedas’! Y por el resto de los nueve días que se presentó en el club, toqué con él en cada noche”

También tuvo la oportunidad de trabajar con Max Roach, Art Blakey, Gene Ammons, Herbie Mann, Freddie Hubbard, Chick Corea, Red Garland y Dizzy Gillespie.

INDESTRUCTIBLE

Fue el director cubano Joe Curbelo quien le dio la bienvenida a Barreto en la música latina en el duro ambiente de NuevaYork. En 1955 grabó con el músico cubano el disco Wine, woman and chachachá. Lo demás es historia. Resulta imposible hablar de la percusión latina sin nombrar a Raymundo “Ray” Barretto Pagán, un espigado muchacho nacido en Brooklyn, Nueva York, el 29 de abril de 1929. Un joven perteneciente al grupo de neoyoricans”; una generación de boricuas que surgió en Nueva York; hijos de puertorriqueños que no conocían la isla.

La genialidad musical de Barreto se impone en la “Big Apple” y se hace un espacio en el inicio del fenómeno salsa con La Charanga Moderna, donde no solo se haría de un estilo sino de un equipo de músicos notables: Orestes Vilató y Adalberto Santiago entre ellos. En el pináculo de la fama, la banda se disuelve y los músicos montan su propio tinglado. De esa división surgen La Típica 73 y más tarde Los Kimbos.

Barreto siempre confesó que aquello fue un duro golpe, no obstante supera su pesar y se reorganiza y en la nueva producción, denominada ¡Indestructible!, donde aparece su foto ataviado como Superman, lanza como vocalista al gran Tito Allen, quien no solo se mueve a plenitud en la salsa sino también en el jazz. Su inclusión, sin temor a equivocarnos, hace de este disco, una joya musical insuperable. A partir de ese momento se consolida la fama de Barreto y pasa a ser, en verdad, ¡indestructible!

SE ROMPIÓ LA CONGA

Barreto, autor de una enciclopedia musical basada en las tumbadoras, era asmático. Muchas veces el “Manos duras” tuvo que recurrir en el camerino a una odiosa bombona de oxígeno. Esa persistente anomalía destrozó su corazón el 17 de febrero de 2006. La conga de Barreto se rompió a los 76 años de edad, tras sufrir complicaciones por una cirugía de corazón practicada a finales de enero.

Barreto había sido operado en el Hospital de la ciudad de Ridgewood (Nueva Jersey) para destaparle una obstrucción en las válvulas coronarias. Con el procedimiento se intentaba combatir una pulmonía detectada luego de que el 19 de enero de ese año sufriera un agudo ataque de asma, por lo que fue llevado de emergencia al hospital.

A estos problemas cardíacos se les sumaron complicaciones renales y la hemorragia interna produjo efectos severos en hígado y riñones por lo que el artista fue sometido a diálisis.

El ataque de asma le sobrevino justo después de recibir un homenaje de la Asociación de Educación del Jazz en el Hotel Hilton, de Nueva York, cuando fue nombrado Maestro del Jazz, máxima distinción de este estilo que solo antes había obtenido el saxofonista cubano Paquito D’Rivera.

El legado musical de Barreto, conocido como “El Rey de las Manos Duras”, incluye un Grammy en la categoría de Música Latina Tropical en 1989 por el disco que hizo junto a Celia Cruz Ritmo en el corazón. En 1990 fue admitido en el Salón de la Fama de la Música Latina Internacional y un mes antes de partir fue uno de los galardonados con el premio Jazz Masters del National Endowment for the Arts, máximo honor que puede recibir un músico de jazz.

T/ Ángel Méndez
F/ Cortesía
Caracas