Por Kenia Lugo de Contreras|El lugar que habitas: El impacto de la psicogeografía (Temática)

¿Alguna vez han pensado en cómo las personas que crecen entre las montañas tienden a ser mas calladas y tímidas en contraste con aquellos que viven en lugares mas cálidos quienes suelen ser mucho mas extrovertidos? ¿Han sentido el efecto depresivo que viven miles de temporadistas cuando regresan a sus ciudades de origen luego de unos días de diversión, lejos de sus lugares habituales? ¿Has notado la diferencia entre el tipo de personas que viven en las grandes urbes acostumbradas a la velocidad, el vértigo y el tráfico y las que viven apaciblemente en el campo? ¿Cómo te sientes rodeado de un ambiente limpio y pulcro o en otros contaminados y sucios? ¿Cómo cambia tu estado de ánimo cuando sales de paseo a convivir con la naturaleza o cuando te quedas mirando el mar infinito o el cielo despejado?

Todas estas son áreas de interés de la psicogeografía. Un término que no data de muchos años de existencia, pero que destaca por su gran impacto en nuestra forma de ser y ver el mundo, estudiando cómo el medio afecta al comportamiento, el pensamiento, las emociones y las formas de relacionarse del individuo y como además las emociones y conductas humanas dejan huella en el entorno.

Somos un sistema complejo en interacción constante interna y externamente, de ida y de vuelta con todo lo que nos rodea, y los lugares no son ni pueden ser una excepción. Somos una especie de “continuum” con nuestra pareja, hijos, familia, medio, comunidad, vecinos, hogares, espacios de trabajo y vida cotidiana que nos determinan en gran medida sin que muchos se percaten del grado de influencia. “Donde estamos transforma cómo somos”, es como si hubiera un efecto psicogeográfico en nuestras mentes del cual no podemos escapar. Establecemos lazos emocionales con los lugares donde vivimos y donde vamos de vacaciones, así sea por un fin de semana. Donde crecemos marca nuestra infancia y nuestra vida entera, nuestros recuerdos y nostalgias nos dominan. Entender cómo funcionamos y qué nos motiva mas puede darnos herramientas para disponer de un entorno que nos predisponga a sentirnos mucho mejor, ser mas felices y alcanzar nuestros objetivos.

El término fue acuñado en 1955 por Guy Debord, revolucionario, filósofo, escritor, cineasta, en el París de los años 50 con el movimiento internacional situacionista. Pero fue creado unos años antes por Ivan Chtcheglov, quien nos hablaba de los patrones de comportamiento humano asociados a las ciudades y proponía relacionar el psicoanálisis y la arquitectura.

La psicogeografía nace del concepto de deriva, del dejarse llevar propuesto por el situacionismo, cuyo objetivo era vagar siguiendo la llamada de las emociones producidas por el entorno. Estamos hablando de la figura del paseante, del original francés “flâneur”, del siglo XIX que se dedicaba a pasear, con el fin de disfrutar. Algo así como nuestro “mochilero actual” o el “poeta de la ciudad”, que además hace una crónica de su viaje o una poesía de su andar.

La psicogeografía ha sido puesta en boga gracias al neurocientífico Colin Ellard a través de su libro La influencia de los lugares en la mente y el corazón, en el cual el autor explica en qué grado influye el entorno en nuestras emociones, pensamientos y salud. El diseño, explica, influye directamente en tu cuerpo, que está conectado con tu mente. También nos refiere que la planificación urbanística de un lugar puede convertirlo en fuente de ansiedad o incluso de criminalidad. Por su parte, la epigenética, que es la rama de la biología que estudia los cambios genéticos producidos por el medio ambiente y las relaciones humanas, nos dice que el lugar en el que habitamos puede hacer que se expresen (o no) ciertos genes. Así que muchas de las enfermedades que podemos padecer en la adultez son el resultado de los lugares en los que hemos vivido.

He allí la importancia de escoger muy bien dónde y cómo habitamos, todo lo que nos rodea, las personas con las cuales nos relaciones en ese entorno, los sentimientos que nos provoca: ¿nos inspira? ¿nos deprime? ¿nos invita a la acción o al reposo? ¿nos hace felices o nos hace sentir nostálgicos? ¿nos anima o nos resta energías? En nuestras manos está encontrar el sitio perfecto o vivir evocando ese lugar que nos invite a soñar.

keniakali@gmail.com
I/ Edgar Vargas