Colectivo La araña feminista|Luisín Madriz: Sabia guerrera (Opinión)

Mujer afrodescendiente

Desde el África llegaron, y aquí en Barlovento está una de mis tantas heroínas y madre guerrera, a quien como afrodescendiente necesitamos visibilizar, para poder afianzar el valor del autorreconocimiento y reconocimiento a nuestras y nuestros semejantes, de esa lucha sistemática que vienen librando nuestras mujeres como símbolo de identidad inequívoca para nuestras generaciones. Se llama Luisa Pérez Madriz, la llaman “Luisín”. Reside en Curiepe, municipio Brion, Estado Bolivariano de Miranda, Venezuela. Sus aportes son vulnerados, ocultados, atomizados, invizibilizados como tantos aportes de vida de muchas y muchos quienes persisten en seguir luchando con valor encomiable, sobre todo en el campo de la batalla espiritual-ideológica. Maestra de convicción, revolucionaria y defensora de nuestra africanidad identitaria.

Mucho antes de conocerla personalmente ya tenía cierta referencia de mi madre Luisín, a partir de los relatos de mis padres y vecinos de mi pueblo Río Chico Arriba, municipio Páez, quienes tuvieron la fortuna de convivir con ella, ya que estuvo un tiempo por acá, cuando su mamá, la maestra Carmen Madriz, por motivos de trabajo se vino a laborar en nuestra escuela para el año 1961 (ya sabemos de dónde proviene y se fortalece su inspiración formadora). En Luisín se revela el fuego incandescente de nuestros orígenes, no por lo fenotípico, sino por su verbo liberador, sustantivo y esclarecido de convicciones sobre nuestra realidad presente.

Con nuestra Luisín aprendemos lo vital que es volver sobre nuestra historia, buscar las memorias para entender, emancipar, construir. África, madre que parió a toda la humanidad, nos invita a mirar con más atención buscando en sus vestigios originarios para poder entender por qué el ser humano se empeña en seguir ocultando su propia existencia, comprender lo que ha ocurrido y ocurre allá para saber que nos conecta, relaciona e influye en nosotros; África somos todas y todos, y en nuestras mujeres, madres afrodescendientes están encriptados nuestros códigos de verdadera existencia.

Esto lo compruebo de Luisín, cuando escucho de ella decirme que no debemos despreciar a ningún ser humano porque sea chino, árabe, o haitiano por su condición y cultura: -¡Oye hijo!, no debemos tener xenofobia hacia las hermanas y hermanos haitianos, ya que ellas y ellos también vienen a ayudar. No seamos demonios por los miedos de otras y otros-.

Lo observo cuando con mucha humildad y sinceridad en sus acciones corresponde en la formación de varias generaciones, que a través de nuestra “Muchachera” (agrupación infantil curiepera dirigida por Luisín), se ocupa de darle valoración y sentido a la vida misma, actitud que trasciende más allá de un “rescate cultural”. Porque no es Curiepe nada mas lo que debemos defender, esto me lo enseña mi madre Luisín: es toda la humanidad, pero debemos comenzar por nosotras y nosotros mismos, para poder mirar a las y los demás, en las pequeñas cosas están los grandes detalles.

Nuestra Luisín nos convoca e invita a que formemos desde las Muchacheras (niñas y niños) para no seguir reproduciendo esos ejemplos deformadores, para que tengamos jóvenes y, adultas y adultos convencidos de lo que verdaderamente somos, e inmunizarnos contra la desmemoria e ignorancia fabricada por el egoísmo dominante. Seguiré indagando estas y otras tantas huellas para seguir comprendiendo…

T/ Nelson Mieres