Curitiba sigue siendo el hervidero de las luchas del pueblo brasileño en defensa de su líder, Lula da Silva. Hasta esa ciudad ubicada en el sur de Brasil llegan diariamente centenares de personas que recorren las grandes distancias del gigante suramericano para unirse a la batalla contra el fascismo. Ollas comunitarias, música y mucha organización popular están presentes en el Campamento Lula Libre, cercano a la sede de la Policía Federal, donde las élites recluyeron al expresidente.
En casi todo Brasil se efectúan diariamente actividades de protesta para reclamar la libertad de Lula; en Belo Horizonte, Sao Paulo, Brasil, Salvador de Bahía, los movimientos sociales y la izquierda unida organizan marchas, concentraciones y encuentros musicales. También en el mundo, en ciudades como Montevideo, Roma, Washington y Caracas, se demuestra la solidaridad de los pueblos. La indignación ante la injusticia acompaña la alegría brasileña para liberarse de las cadenas que colocaron los esclavistas de antes, explotadores modernos.
