Maduro derrotó el segundo golpe petrolero con el apoyo de Irán

La Covid-19, la incursión mercenaria, la paralización de las refinerías fueron combinadas en un coctel explosivo con el cual Estados Unidos intentó otro golpe de Estado en mayo. Tras la nueva debacle opositora, el Presidente inicia una nueva etapa con la racionalización de precios en el mercado interno del combustible

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En los primeros días de diciembre de 2002, bajo el ropaje de un “paro cívico nacional” arrancó la que podría ser considerada la mayor operación de parálisis y saboteo ocurrida en Venezuela, intentada por los factores de poder económico, religioso, político, sindical, imperial, para sacar del poder al entonces presidente Hugo Chávez. Con la llamada huelga petrolera, detrás de la cual se escudaba un golpe de Estado, la extrema derecha exigió la renuncia del Presidente (“Chávez, vete ya”), mientras que en los medios de comunicación, también sumados a la conspiración, se voceaba la consigna de “comeremos hallacas sin Chávez”. El Comandante les diría días después que esa huelga, esa conspiración, tenía pegada la “F” de “fracaso” en la frente; así fue. Dieciocho años después, en circunstancias bastantes complicadas, el presidente Nicolás Maduro, con el apoyo de Irán, logra abortar y derrotar una nueva embestida petrolera (dejarnos sin combustible) fríamente calculada por el imperialismo estadounidense, en medio de la gravedad de la pandemia de Covid-19, para dar al traste con la Revolución Bolivariana. Esta vez, Maduro enarboló la “V” de la victoria.

Tanto Hugo Chávez, ayer, como Nicolás Maduro, hoy, han sabido aprovechar las circunstancias y conspiraciones para enderezar entuertos en nuestra industria petrolera. En 2003, la llamada “meritocracia”, con unos 20 mil empleados, abandonó sus puestos de trabajo, lo cual facilitó una suerte de “limpieza” dentro de Pdvsa para deshacerse de altos gerentes vinculados a las transnacionales, lo cual habría resultado bastante difícil por las vías normales, legales. Desde entonces, nuestra industria petrolera, con sus variantes y debilidades, paulatinamente dejó de ser un estado dentro del Estado para vincularse a las grandes tareas del desarrollo nacional y al pago de la deuda histórica con las mayorías desposeídas. Luego de que la meritocracia, en un acto de ciega soberbia, se fue de Pdvsa, comenzaron a repuntar los precios del petróleo y Venezuela dejó de sabotear los acuerdos de la OPEP. Por otro lado, Chávez impuso un control de cambio para evitar la fuga de dólares y dio inicio a los programas de misiones sociales.

El intento de golpe de diciembre de 2002 transcurrió rodeado de una atmósfera tensa y estridente, con partes diarios de sus voceros, entre ellos Carlos Ortega, dirigente sindical, y los voceros de la “meritocracia” enquistada en Pdvsa, en los cuales se anunciaban los avances de la paralización de las labores petroleras mientras los organismo empresariales hacían lo propio en su área. En cambio, la intentona de 2020, según las evidencias, ocurre dentro de una programada y soterrada política de asedio y bloqueo contra Pdvsa de la administración de Donald Trump, dirigida a ahorcarla financieramente, impedirle la venta del petróleo, obstaculizar la venta de bonos, negarle la compra de repuestos, insumos, aditivos para la refinación, confiscarle los activos en el exterior, bloquear los tanqueros o flota marina. Todo esto llevó al decaimiento de la producción, el deterioro de la estructura y la paralización de las refinerías.

El presidente Maduro desde un primer momento decidió meterle el ojo a Pdvsa e invocó a la clase trabajadora en un intento por sanearla, incrementar la producción que venía en caída y atacar la corrupción. En la “meneada de mata” fue sustituido Rafael Ramírez, quien estaba al frente de la empresa desde un poco más de una década. Posteriormente, un grupo de altos gerentes, entre ellos su nuevo presidente, fueron acusados de corrupción. En los últimos años, el fiscal Tarek William Saab ha informado sobre la imputación judicial de más de 100 funcionarios de alto rango de Pdvsa por delitos cometidos en la empresa.

Complot volátil

Desde principios de 2020, en fuentes de la oposición se sostenía que en Venezuela quedaba gasolina para tres meses. Más recientemente, en un audio divulgado por las redes sociales atribuido a Lorenzo Mendoza, presidente de empresas Polar, este aseveró que el problema de la gasolina “había llegado para quedarse”. Mendoza se refirió a las refinerías paradas. Sin duda, el empresario estaba “dateado”, según estimaron en las redes sociales, en las cuales las noticias y los acontecimientos se comentan en caliente y circulan a una velocidad pasmosa como si se tratara de un diálogo cara a cara.

La entrada a Venezuela de la pandemia de Covid-19 en marzo y la medida de cuarentena social ordenada por el presidente Nicolás Maduro implicó, además del “quédate en casa”, un resguardo del automóvil particular, debido a la restricción impuesta al combustible, ya que la gasolina se distribuiría según los casos priorizados en concordancia con las necesidades del combate de la emergencia Esto permitió prolongar la reserva de gasolina, es decir, administrar con eficiencia lo que quedaba en el tanquecito. El transporte en áreas esenciales como la producción de bienes de primera necesidad, la industria de alimentos, el transporte urbano, se garantizó con el gasoil, que se produce totalmente en el país.

Por esos días, la administración Trump, en una decisión considerada como despreciable, bajo la supuesta lucha contra las drogas, puso precio a la cabeza de los principales líderes y dirigentes de la Revolución Bolivariana y su Gobierno, entre ellos el propio presidente Nicolás Maduro, el vicepresidente del PSUV y presidente de la ANC, Diosdado Cabello, al ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López.

En mayo, mientras los venezolanos conmemoraban en casa el Día del Trabajador, se produce un intento de incursión de mercenarios, provenientes de Colombia, por las costas del estado La Guaira, que fue repelida por los cuerpos policiales y la FANB. En Chuao, estado Aragua, al día siguiente, el pueblo captura a otro grupo de mercenarios, entre ellos dos ciudadanos estadounidenses.

En todo este entarimado se manejan varios puntos de vistas inciertos sobre el papel de la pandemia en la suerte de la Revolución Bolivariana, en medio de una crisis de combustible y su incidencia en la vida de los venezolanos debido a la afectación del área productiva y de la prestación de servicios. Quizá, la incursión mercenaria se ordenó bajo el enfoque de que reinaría el caos, acompañado de un levantamiento popular y un descalabro generalizado, agudizado por la horrible pandemia. Ocurrió todo lo contario. El propio pueblo se encargó de capturar a lo largo de la costa marina central y sus adyacencias a quienes en la madrugada se separaron del primer contingente que entró por Macuto. Y Maduro, gracias a la decisión oportuna de decretar el estado de emergencia y ordenar la cuarentena social, había logrado mantener “aplanada” la curva de contagio de la Covid-19. Además, recibió la ayuda diligente de China, Rusia, Cuba, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Ssalud. La intentona se estrelló contra un país plantado en unión cívico- militar y policial.

Al teléfono

Ha poco menos de un mes, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció que el presidente Nicolás Maduro había sostenido una conversación con su par iraní, Hasán Rohaní. Rodríguez no informó específicamente, sino en términos generales, sobre los asuntos tratados. Días después, un avión iraní aterrizó en la península de Paraguaná y se especuló que llegaron con repuestos e insumos para reactivar la refinería. Después se anunció que cinco buques persas traerían combustible a nuestro país. Allí quedó claro el tema de conversación ente ambos mandatarios.

La travesía de los cinco buques tanqueros iraníes ocurrió en medio de una atmosfera de expectativa en vista de que circulaba la versión de que serían interceptados por una flota de guerra de la armada estadounidense. En ese entorno, la FANB envió navíos de guerra y aviones Sukhoi para darles la bienvenida y escoltar a los petroleros cuando ingresaran a nuestra zona económica exclusiva. Sin embargo, este anuncio del ministro Padrino López fue interpretado como la disposición venezolana de intervenir ante cualquier incidente provocado por Estados Unidos, a todas luces ilegal y violatorio de la libertad de comercio. El propio presidente Maduro había dicho esa semana, al saludar al pueblo y gobierno iraní: “Estamos listos para lo que sea, dónde sea y cómo sea”.

Por su parte, en Irán, el presidente Hasán Rohaní aseveró que Estado Unidos tendría problemas si interfería en la navegación de los petroleros de la República Islámica.

«Si los estadounidense causan problemas a nuestros petroleros en el Caribe o en cualquier parte del mundo, ellos también tendrán problemas», citó la agencia Tasnim a Rohaní, quien el sábado mantuvo una conversación telefónica con el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani.

En un artículo publicado por la agencia Hispantv se afirma: “Si bien Estados Unidos ha impedido a muchos países comprometerse con Venezuela por medio de intimidaciones y amenazas de toda índole, Teherán sin titubeos y con una determinación, reservada solo para los pueblos valientes y honrados, se ha dispuesto a brindar su respaldo incondicional a Caracas en plena crisis pandémica del coronavirus, causante de la Covid-19, a fin de mitigar los efectos del bloqueo económico de Washington impuesto en contra de la nación bolivariana”.

El sábado 24 de mayo en la noche, con la entrada del Fortune, el primer tanquero iraní a aguas venezolana en el mar Caribe, fue derrotado este segundo golpe petrolero contra la Revolución Bolivariana y el presidente Nicolás Maduro. Una semana después, en las bombas de todo el país, en medio de la flexibilización de la cuarentena, se comenzó a despachar el esperado combustible.

Maduro sentenció hace días que el imperio estadounidense pretendía asfixiarnos, como a George Floyd (afrodescendiente asesinado por la policía de Minneapolis), en complicidad con su agente interno, Juan Guaidó, a quien calificó de prófugo de la justicia y de esconderse en una embajada.

Tras la llegada del combustible iraní y el fracaso de este segundo golpe petrolero, al presidente Maduro se le presentaron todas las condiciones para iniciar un nuevo modelo de distribución y venta del combustible, que implica un ligero ajuste en el precio y un cupo subsidiado para dueños de vehículos, la apertura al sector privado para que pueda vender gasolina importada a precios internacionales, mientras mantuvo el subsidio total para el transporte público y de carga.

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo CO
Caracas