Por Ramón Alirio Contreras|El mar del olvido (Opinión)

El Mar Mediterráneo vuelve a ser noticias de un naufragio. Esta vez se trata del devastador caso de un barco con unos 700 inmigrantes provenientes de Libia. Sí, ese mismo país que hace un tiempo atrás gozaba de alguna estabilidad política, hasta que las fuerzas de la OTAN, lideradas por Estados Unidos, bajo el mandato del premio Nobel de la Paz, Barack Hussein Obama, la penetraran con mercenarios y provocaran el derrocamiento del gobierno de Muammar Gaddafi, quien fue vilmente asesinado por los grupos insurgentes.

Desde entonces, Libia fue sometida a un proceso de devastación que ha arruinado la moral de su población y ha llevado a miles de personas al éxodo, huyendo de las vicisitudes que la guerra dejó.

Las precarias condiciones de las embarcaciones que sirven históricamente a los movimientos migratorios forzosos, generan situaciones de crisis humanitaria, cuando son embestidas por la naturaleza o su capacidad es rebasada.

Hay responsabilidades políticas en este asunto, la injerencia en los asuntos internos de los países petroleros es la clave política de estas situaciones que vulneran los derechos más elementales de cualquier ser humano.

La búsqueda del sometimiento de pueblos que no están alineados a las directrices de las potencias imperiales, a la dominación del capital transnacional, que es el real gobernante del orden mundial imperante, promueve la destrucción de la vida en el planeta, de la dignidad humana, dejando ante el mundo las expresiones más cruentas del horror al que somos sometidos por los factores de poder.

La tragedia que hoy enluta a la humanidad, más allá de un número de personas fallecidas, es la indolencia de los que generan este tipo de agresiones, de destrucción de la vida y la cultura de naciones enteras.

De ahí que nuestro papel ante el mundo siga siendo el de estar al lado de los pueblos en resistencia, como lo somos nosotros ante las múltiples agresiones que el imperio y la derecha nacional ha cometido contra Venezuela. Los efectos de las intervenciones no terminan con el derrocamiento de un Gobierno, el daño generalizado a toda la población no tiene unidad de medida que nuestra comprensión pueda cuantificar.

T/ Ramón Alirio Contreras
@aliriocontreg