María Antonieta Hidalgo: “Me gané el personaje de Teresa”

“Soy muy empática y hasta ahora he logrado ponerme en la situación de los personajes que me han tocado”, comenta la siempre acuciosa actriz María Antonieta Hidalgo, quien fue premiada como mejor actriz en el World Premiere Film Festival por la cinta venezolana Dos otoños en París, dirigida por Gibelys Coronado.

En este evento la cinta obtuvo once premios, que suman ahora más de 80 con los que ha sido reconocida en festivales internacionales. Esta vez, además de María Antonieta Hidalgo fueron premiados Slavsko Sorman como mejor actor, así como Francisco Villarroel y Alberto Rowinsky, quienes ganaron como mejores histriones secundarios. También han sido premiados en festivales en Estados Unidos, Canadá, Italia e India, entre otros países.

El escritor y productor de la película, Francisco Villarroel, señaló: “Nuestra película ha ganado en muchos festivales a escala mundial. Han sido premios en diversas categorías, como mejor película, mejor drama. A nivel actoral, María Antonieta Hidalgo ha recibido muchos premios, así como otros actores del elenco, y también hemos obtenido premios técnicos de dirección, cinematografía, de edición y de arte”.

Informó que el largometraje fue seleccionado también en varios renglones en el Festival del Cine Venezolano, que se celebrará el próximo mes de septiembre. Dos otoños en París, la ópera prima de Coronado, está basada en la novela de Villarroel, que se centra en la historia de una joven paraguaya torturada durante la dictadura de Alfredo Stroessner, quien logra escapar a París, Francia, donde continúa su lucha política y se enamora de un joven venezolano de clase alta.

Los derechos humanos son protagonistas en la película que tenía previsto estrenarse el pasado 6 de abril en nuestro país y que debido a la pandemia de coronavirus ha tenido que modificar la fecha en varias oportunidades. Sin embargo, María Antonieta Hidalgo, quien está actuando en México, nos dio una entrevista vía correo electrónico.

-¿Cómo llegaste a este protagónico y qué te atrapó de tu personaje?

-Siempre he pensado que el trabajo del actor es hacer casting y actuar es la recompensa. Una noche estaba en mi casa y recibí un mail con una convocatoria a casting. Pensé «uno más» y comencé a leer las escenas y la sinopsis del personaje. Inmediatamente algo en mí hizo click con María Teresa. Creo que su carácter y su determinación me sedujeron y me sentí rápidamente identificada con esta mujer. Sentí que hacer el casting para esta película podía ser una oportunidad de llevar una propuesta de personaje que respetara las líneas de la escena, pero que llevara también algo de mí. Además en la descripción del personaje decía que era una mujer paraguaya y a mí me encantan los acentos. En seguida empecé a investigar cómo hablan los paraguayos y los copié lo mejor que pude. Fui vestida a mi primera audición exactamente como describían a María Teresa en la sinopsis, llevé mi propuesta de acento y mis escenas bien aprendidas y trabajadas.

-Un reto…

-Tenía mucho miedo porque nunca había protagonizado en cine, pero algo dentro de mí me decía que ese personaje era mío. Como una profunda certeza, pero sin emocionarme mucho. Fueron cuatro audiciones las que tuve que hacer. Cuatro días distintos. Cuatro cambios de ropa diferentes. Cuatro escenas preparadas. Cuatro noches muerta del susto casi sin poder dormir antes del casting porque realmente lo quería, quería interpretar a María Teresa. Y pasó. Me gané el personaje.

-Has participado en varias películas. ¿Cómo haces para entrar rápido en personaje?

-Como te dije, soy muy empática y hasta ahora he logrado ponerme en la situación de los personajes que me han tocado. Muchas veces los desarrollo desde mí misma, pensando qué haría yo si estuviera en esa situación. Por otro lado está el trabajo de investigación, que es fundamental para lograr entender personajes que están lejos de tu realidad, como por ejemplo en la última película que hice en México donde interpretaba a una mujer poseída en una cárcel a la que le practicaban un exorcismo. Además la peli es americana y todas mis escenas eran en inglés. Tuve que ponerme los pantalones con el idioma, creándole una historia verosímil a mi personaje para justificar por qué estaba presa, ya que esto no salía en el guion, e investigando muchísimo sobre exorcismos me vi todas las películas de terror para poder entender el género y aprendí a trabajar con americanos y mexicanos. Todo esto combinado me ayudó a entrar en el personaje.

-Sin embargo, el director es clave también…

-El trabajo creativo conjunto que desarrollo junto a mis directores también es fundamental. Escuchar, entender, proponer y seguir instrucciones. En la película Dos otoños en París tuve un extraordinario coach actoral que me apoyó muchísimo. Sentirse cómoda con el equipo de trabajo, con los compañeros, el maquillaje y el vestuario a mí me transforma. Son también elementos claves para entrar en los personajes. Y pasión, mucha pasión.

-¿Las herramientas del teatro hacen que tu participación en cine y televisión sea más efectiva?

-Por supuesto. El teatro será siempre la madre de todo. Haber empezado mi carrera en las tablas me ha dado mucha disciplina y me ha favorecido sobre todo en el proceso creativo. El teatro te enseña a ser disciplinado, puntual, a trabajar en equipo, a hacerte preguntas acerca de tus personajes y tratar de entender todo de una manera más completa. Cuando ya traes ese trabajo hecho en la casa, el resultado final sin duda es más creíble y más orgánico.

– ¿Y cómo te sientes ante la corredera en la TV?

-La televisión me ha enseñado a combinar esto con la práctica de estar en el set y la conciencia de «coquetearles» a las cámaras (así me gusta llamarle al trabajo delante de cámaras). Cuando haces televisión los tiempos son muy ajustados y el trabajo puede volverse un poquito más técnico. Por eso es importante tener bien desarrollado y claro el personaje, además de aprenderte las líneas, que muchas veces te las dan de ya para ya.

-¿Y en el séptimo arte?

-Amo el cine porque combina el trabajo técnico de actuar ante cámaras, pararte en la marca, conocer tu rostro, tu cuerpo, tus expresiones, etc. con la honestidad total que necesitas para abordar un personaje que luego se va a ver en una pantalla de 15 metros. Hacer cine es un reto extraordinario. Requiere de muchos ensayos y a mí me encanta ensayar. Me encantan los procesos en donde nos toca explorar profundamente dentro de nosotros mismos y fuera para levantar el guion del papel y después de mucho trabajo regalarle un producto al espectador que lo haga disfrutar y reflexionar sobre la vida. Pero sin duda, el teatro ha sido la columna vertebral sobre la que he podido erguir mi carrera.

-¿Este cambiar de país te ha hecho madurar como artista?

-Es todo un proceso, hay que tener paciencia, disciplina y perseverancia. Siento que ir tocando puertas todos los días me ha hecho madurar muchísimo, sobre todo porque en mis últimos años en Venezuela ya casi no hacía casting, los directores y productores me llamaban directamente para los proyectos y yo decidía en cuáles participar y en cuáles no. Aquí la historia es otra, es como empezar de cero, pero con la experiencia que nadie te quita y por supuesto, las enormes ganas de salir adelante y construir una carrera a nivel internacional. Emigrar te hace humilde, asertivo, práctico para muchas cosas, impetuoso y también diferente entre los demás.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía MAH
Caracas