Colectivo La araña feminista|Maternidad, Universidad y Organización

Ser madre, en cualquier etapa de la vida, significa un cambio importante. Se trata de replantear el ingreso familiar, la búsqueda de mejores condiciones de vida para garantizar un lecho digno, el pasar de la vida individual a la convivencia con abuelas o abuelos, familiares o amistades que generalmente acompañan el acto de la crianza y lidiar, posteriormente, con la obligación de desprenderse de la dedicación exclusiva de su cría a los pocos meses de nacida (sobre todo quienes laboran en empresas que aún hoy no cumplen con la Ley Orgánica del Trabajo, las trabajadoras y los trabajadores). Sin embargo, algunas instituciones empiezan a adaptar sus espacios a las necesidades y requerimientos de las madres, abriendo lugares para lactancia, preescolares, entre otros.

Ahora bien, a pesar de estos valiosos esfuerzos, hay un sector que ha quedado vulnerable al acceso a estos derechos. Un sector que se ve forzado a asumir la maternidad casi con vergüenza pues, producto del patriarcado como base cultural, se le señala directa o indirectamente de haber cometido el «error» de haber dado a luz.

Se trata de las madres jóvenes universitarias, quienes en su mayoría también trabajan y se enfrentan a la posibilidad de no culminar sus estudios académicos -o perder su empleo- por haber tomado la decisión de ser mamás y no contar con la atención del sistema universitario para facilitar su desempeño, más allá de las asesorías y apoyos emocionales de las Oficinas de Bienestar Estudiantil (OBE).

Para poder garantizar su prosecución académica, las instituciones universitarias deben, al igual que en los espacios laborales, disponer de condiciones para que las madres puedan tener a sus hijas e hijos mientras se desarrolla el tiempo de estudio.

Nos referimos específicamente a contar con espacios de formación inicial (casa cuna y preescolar), bancos de leche, espacios para la lactancia, además de fortalecer la asesoría para la planificación familiar y el ahorro.

Conseguir dichas condiciones, a su vez, debe ser el resultado de la organización de las mujeres que necesitan y de quienes sean sensibles a la necesidad de concretar esta atención, pues como toda decisión, en tiempo de democracia protagónica, requiere de compromiso de todas y todos para mantenerla en el tiempo e incluso dar saltos cualitativos que apunten a la concreción de proyectos que fortalezcan aún más la nueva Patria que estamos construyendo.

T/ Osly Hernández