Por Ana Cristina Bracho|En mayo (Opinión)

Todo el mes de mayo gira en torno a la familia. El tema aparece así entre calendario y fotos de ocasión a modo de presentar como naturales cosas que no lo son. Así, el primer punto es aquel del género, que nos lleva a preguntarnos quién hace qué. Este concepto va a ser central para construir las diferencias entre lo que es público y lo que es privado, de modo que con él se va a determinar incluso la manera en que se produce la riqueza. Pues, cuando el rol de la mujer es la procreación, el cuidado diario de los miembros de la familia así como favorecer el empleo del padre y de los hijos, ella impulsa conscientemente o no un modelo de sociedad.

Lo antes descrito se corresponde con el capitalismo que requiere la combinación de hombres que vayan a trabajar con mujeres que tengan que ser mantenidas por los obreros, pues así, su capacidad de disciplinar y de someter es mayor, ante las limitadas fuentes de ingreso que tiene la familia.

El proceso venezolano, como otros que han tenido rasgos en común, se propuso el cambio de sistema mediante el empoderamiento de la clase trabajadora que ha ganado entre otras cosas, la estabilidad laboral, el aumento de los conceptos que les adeudan los patronos, la capacidad de organizarse, su incorporación –cuando estaban bajo figuras de tercería- a la nómina central y un nuevo día de descanso. Estos aspectos meramente laborales se asocian con beneficios dirigidos a la generalidad de la población que se traducen en un mayor nivel cultural y de salud.

Cuando eso ocurre, que el trabajador se libera de una situación de opresión estructural, que las cargas que le apresan se aligeran, todo el sistema está cerca de colapsar. Pues, crítico, descansado, con las cargas económicas mejor distribuidas, el trabajador puede transformarse de oprimido al factor de cambio del sistema.

Por ello, los capitalistas han de desarrollar todos los esfuerzos que deben darse para mantener la situación más precaria de los empleados y trabajadores, que es la verdadera base de un esquema en el que unos producen y otros son los dueños de los medios de producción. Es ésta quizás otra clave más para entender la guerra económica, en la que la batalla es por mantener una concepción donde lo justo es que la vida no sea un sistema de privilegio-opresión, sino de igualdad y liberación.

@anicrisbracho