El joven dependiente, de impecable likiliki y elegante pelo e’guama, atiende con su proverbial amabilidad a la señora que acude con sus hijos, niña y niño, al criollísimo establecimiento de comida rápida. De fondo, como es habitual, se escucha un joropo recio.
-Buenos días, bienvenidos a McYuca. Me indica su orden.
-Una ración de deditos de yuca.
-¿Grande o mediana?
-Mediana.
-¿La quiere en combo?
-¿Cómo viene el combo?
-Trae McArepa de chigüire, casabe de Cúpira y bebida regular.
-¿Qué bebida?
-Chicha andina, carato de acupe y mazamorra.
-Deme el combo con mazamorra.
-¿Con papelón o con panela?
-¿El papelón es light?
-Light, doñita. Nos llegó esta mañana del Tejero. ¿Completa su orden?
-¿Tiene menú infantil?
-Por supuesto, «La cajita típica».
¿Qué juguete trae?
-Para los niños el muñequito de Tío Conejo y para las niñas el de La Cucarachita Martínez.
-¡Que cuchi!, ¿Y de comer?
-Nugets de lapa, deditos de yuca pequeños, un raspado con toppin de fororo y la bebida de su preferencia, tamaño regular.
-Bien. Dos «cajitas típicas».
-¿Completa su orden?
-Eso es todo.
-¿Forma de pago?
-Trueque.
-¿Qué trajo?
-Medio kilo de quinchoncho del huerto que tengo en el balcón, una muñeca de trapo que mi hija ya no usa y esta gelatina que hice yo misma.
-Déjeme sacar la equivalencia… yuca, McArepa, mazamorra y dos cajitas típicas… quinchoncho, muñeca y gelatina… ¡perfecto!, Tenga el vuelto, aquí tiene esta melcocha. Gracias por venir a McYuca.
-De nada. Buenos días.
-¡Siguiente!