Por Alfredo Cisneros|La mejor hallaca (Opinión)

Año tras año, en cada época decembrina, las venezolanas y los venezolanos iniciamos un ciclo que da forma a una de las costumbres de mayor arraigo en nuestra cultura nacional relacionada con la mesa navideña, en la que no puede faltar la tradicional hallaca, también conocida en los términos culinarios como “la multisápida”, por la variedad de sabores que ofrece producto de su preparación en las diferentes zonas del país.

Esa hallaca que permanece presente y vigente a través de generaciones tiene una historia bien particular: La palabra “hallaca” proviene del guaraní y deriva de la palabra “ayúa” o “ayuar”, que significa mezclar o revolver, de estas palabras se presume que “ayuaca” sea una cosa mezclada, que por deformación lingüística pasó a llamarse “ayaca”. Otra versión presume que la palabra procede de alguna lengua aborigen del occidente del país, cuyo significado es “envoltorio” o “bojote”.

Su origen se remonta a tiempos de La Colonia; cuando los indígenas preparaban un guiso que cubrían con masa de maíz y envolvían en hojas de plátano, y cocinaban en agua. Desde esos tiempos hasta el presente, en la elaboración de la hallaca, cada ingrediente nos recuerda sus raíces: la hoja de plátano, usada tanto por el negro africano como por el indio americano, es el envoltorio que la cobija; al descubrirla, traemos al presente nuestro pasado indígena representado en la masa de maíz coloreada con onoto. En su interior, se deja apreciar la influencia española en el guiso de carnes de gallina, cerdo y res, aceitunas, alcaparras y pasas.

Estos elementos dan forma a nuestra tradicional hallaca, la que con orgullo todas las venezolanas y los venezolanos defendemos diciendo: “La mejor hallaca la hace mí mamá”.

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