Mejor sin la ONU

DE TROVA Y PROSA

POR: FREDDY FERNÁNDEZ

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En ese afán de sabotear la paz al máximo, los sectores radicales de la oposición exprimen su creatividad hasta encontrar lo que, a su juicio, serán exigencias que el chavismo no podrá satisfacer y que servirán como elementos de denuncia de supuestas carencias democráticas.

Algo de eso ocurre con sus reiteradas solicitudes de presencia de la ONU a los comicios venezolanos. Hoy, cuando el CNE invita a la ONU al evento electoral del próximo mes de mayo, los sectores que habían clamado por tal presencia ruegan al organismo internacional para que no concurra.

Uno esperaría que afuera resultara extraña y sospechosa tal solicitud. Su carácter es tan insólito que debería suscitar grandes titulares, debates y análisis de todas las empresas de comunicación que todos los días dicen preocuparse por la situación venezolana.

Tales cosas no ocurren. Por el contrario, la petición de que la ONU no venga se silencia. Se guarda en la misma gaveta donde esas empresas esconden que la oposición venezolana siempre cuenta con delegaciones internacionales de acompañamiento electoral, seleccionados por ellos mismos, y que el proceso de elecciones es posterior a toda la gama de auditorías a que es sometido el sistema, con plena participación y validación por escrito de las organizaciones políticas de esos sectores de oposición.

Menos se habla de la solidez, de la plenitud de garantías, de la auditoría inmediata y pública de más del 55 por ciento de las mesas electorales, escogidas de manera aleatoria. Y nada compite en silencio con el hecho que Venezuela cuenta con un sistema electoral absolutamente confiable porque, entre otras cosas, cada una de las solicitudes y garantías exigidas por la oposición les ha sido concedida.

En verdad el problema de esos sectores reside en otros temas. Es cierto que unas elecciones realizadas con tal plenitud de garantías no les permiten ganar, pero no es porque el sistema les hace trampa. Es al revés, el problema es que ellos no le pueden hacer trampas al sistema y eso los obliga a buscar una mayoría de votos que no logran encontrar.

Les gustaría contar con mecanismos electorales tan burdos, impresentables e indefendibles como los de México, Colombia y Honduras. Sueñan con una “democracia” en la que se impongan los que tienen más dinero. No toleran un sistema electoral que favorezca una democracia real, una en la que las elecciones las ganen los pobres.

@filoyborde
Caracas