26 de abril de 2014, la patria pierde un valioso soldado. Cómo en todos los momentos desde 1999 que el gobierno bolivariano ha convocado al diálogo, a la paz, la violencia fascista irrumpe y ejecuta su plan de muerte. Ese 26 de abril asesinaron al mayor Eliézer Otaiza Castillo.
En aquel momento Otaiza ejercía como Presidente del Concejo Municipal de Libertador (Caracas), la últimas de sus tantas responsabilidades y compromisos con la Revolución Bolivariana. Tal como lo recoge el libro “Los cuentos del arañero”, el Comandante Chávez lo definió en una expresión: ¡Ese muchacho es un soldado!.
Otaiza participó en la rebelión militar del 27 de noviembre de 1992, allí sobrevivió milagrosamente luego de recibir cuatro impactos de bala. Antes de ello había planificado de distintos modos liberar a los oficiales encarlados de la rebelión del 4 de febrero.
En las calles recorrió caminos con Chávez hacia la victoria del año 1998. En 1999 resultó electo en el huracán constituyente que cambió la historia del país. Luego asumió como director de la otrora Dirección General de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip).
Fue presidente del Instituto Nacional de Tierras (INTI), director del Servicio Nacional de contrataciones, pero quizás la responsabilidad más hermosa que tuvo con su pueblo fue como Coordinador Nacional de la Misión Robinson, la gesta que logró convertir al país en territorio libre de analfabetismo.
Formado militar y políticamente para la Revolución, Otaiza fue emboscado en extrañas circunstancias por una banda que le arrebató la vida en el barrio La Palomera de Baruta. Su ejemplo queda imborrable como un incansable soldado de la patria.