Se cumplen 258 años de uno de los ideólogos de la Constitución de 1811|Miguel José Sanz abogó por una educación laica, activa e incluyente

El 1° de septiembre de 1756 nació en Valencia Miguel José Sanz, eminente letrado quien incursionó en varios campos del saber como el derecho, la educación y el periodismo. En su casa habitó el niño Simón Bolívar, para entonces de tres años de edad, de quien fue su tutor por dos años. A raíz de la deposición de Vicente de Emparan se incorporó decididamente a la causa republicana, y llegó a asumir responsabilidades como secretario del Congreso de 1811, secretario de Estado de Francisco de Miranda y redactor del Semanario de Caracas.

PERFIL

Integrante de la generación de letrados de Francisco Javier Ustáriz, Francisco Espejo y Juan Germán Roscio, Sanz fue educado dentro de los cánones de la Colonia y la veneración al Rey de España como autoridad de mandato divino. Sin embargo, vivió el tránsito de ideas de la primera década del siglo XIX que le dio aliento al 19 de Abril de 1810. En ello tuvo mucha influencia la conmoción del sistema de poder europeo, con el surgimiento del imperio napoleónico y la abdicación de Fernando VII en 1808.

Sanz ofrendaría su vida el 5 de diciembre de 1814, alanceado en el desastre de los patriotas en Urica. Su pensamiento político era el de un patriota que proclamaba la emancipación, pero en lo social postulaba las tesis de un conservador ilustrado.

Como el ‘Licurgo Venezolano’ le calificó el explorador francés Francisco Depons durante su estadía en Caracas a principios del siglo XIX.

ESCUELA PARA POCOS

En 1786 se enseñaba en la escuela de Caracas regentada por el maestro Pelgrón, se les enseñaba a niños blancos nociones de catecismo, rudimentos de lecto-escruitura y cuentas. Pero en 1794, Simón Rodríguez presentó sus Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. En su texto denunció la exclusión de los niños por el color de su piel. Tres años después, el rebelde maestro debió salir de Caracas, al descubrirse la Conspiración de Gual y España.

CAMBIOS EN LA ESCUELA

En materia de escuela pública, Sanz defendió desde 1801 puntos de vista que se inscriben en la línea de pensamiento robinsoniana y que constituyen uno de sus aportes más avanzados a la causa de la independencia, En su obra De la Educación Cristiana y Civil, cuestionaba el que a los niños se les inculcaran como preceptos “ciertos dictados de la vanidad y el orgullo que llevan a abusar de la prerrogativa del nacimiento”. Tan pronto como el niño tiene uso de razón y va a la escuela, sostiene Sanz “aprende a leer libros de mal forjados cuentos de milagros espantosos o de devoción sin principios, reducida a ciertas prácticas exteriores que lo hacen hipócrita o falso”.

Sanz abogaba por una instrucción que relacionara al niño con la actividad manual y le de hábitos de trabajo. La escuela debe ser “activa, vinculada con la enseñanza de los oficios mecánicos, y la agricultura práctica”, afirmaba. Y se oponía a su control por parte de la iglesia: “las escuelas deben ser abiertas, y obligatoria la inscripción en ellas de todos los niños de los barrios comprendidos en cada zona, cualquiera sea su color, ya que en las pocas escuelas existentes solo reciben a los niños blancos, excluyendo a los hijos de los indios, negros y mestizos”.

LICURGO Y LA ESCLAVITUD

En la misma época en que demandaba cambios para la escuela, Sanz asumía posturas muy conservadoras cuanto al orden social de propiedad de la tierra. Así se desprende de una misiva de 1799 que le envió al capitán general Pedro Carbonell, cuando ejercía como teniente de justicia en Barlovento, donde poseía tierra y esclavos. En la carta se congratulaba de imponer como castigo a un negro esclavizado “en el botalón de la plaza cincuenta azotes por pronta providencia. Este es uno de los medios… muy oportuno y eficaz consideradas las circunstancias locales”.

Este tipo de castigo hace recordar los que se aplicaban en la Esparta del reformador Licurgo, padre de las instituciones de aquella Ciudad Estado.

REPÚBLICA PARA POCOS

La incomprensión de la cuestión social por parte de los letrados a la hora de elaborar sus proyectos constitucionales, será un causa sustantiva del fracaso estrepitoso de la Primera República y del drama de la Guerra a Muerte en 1814.

Para ellos el perfecto Estado se configura con seres virtuosos, bien vestidos y nutridos que continuamente disertan en torno a teorías imposibles y, para la época, tales personas no podían exceder el lindero de las minorías. El Libertador caracterizó ese tipo de visión como “repúblicas aéreas” por desconocer las realidades cotidianas en medio de las cuales se pretendía establecerlas. Este pensamiento de Sanz y los doctrinarios que sancionaron la Constitución de 1811, quedó plasmado en las páginas del Semanario de Caracas, órgano del cual Sanz se encargó como redactor político. Allí se proclama las galas de la verdad “las virtudes del verdadero patriotismo, del amor a la gloria, y de aquella santa y racional libertad que sólo está reñida con los negros decretos del despotismo”; y se desconocían las aspiraciones de los pardos, esclavos, peones y campo volantes que en 1814 engrosarán las huestes de José Tomás Boves.

VIRTUD FRENTE A IGUALDAD ABSOLUTA

“(…) lo que constituye la patria; son las leyes sabias, el orden que nace de ellas y el cúmulo de circunstancias que se unen para elevar al hombre a la cumbre de su felicidad. El que respeta y obedece la ley, ama su patria y por conservarla, por gozar…los bienes que ella le franquea, desarrolla aquella especie de amor intenso conocido bajo el nombre de patriotismo(…)un pueblo libre, debiendo tener honores y distinciones y demás premios con que se recompensan el mérito y la virtud, no puede admitir una igualdad absoluta: ella es opuesta a su libertad. La historia del mundo está llena de pruebas de esta verdad…y aún humea en los campos de la Francia la sangre de un millón de víctimas sacrificadas a esta imaginaria deidad(…)una igualdad absoluta hace al hombre precipitarse a un caos inmenso de crímenes(…)Es necesario que el hombre tenga correctivos que le moderen: que tenga leyes penales(…)Examinadas estas reflexiones concluiremos que la felicidad de los pueblos es el resultado de las buenas leyes, de su amor a ellas, de la justa y racional libertad de sus individuos, de la educación y opinión públicas, y de la excelencia y rectitud del Gobierno. Los medios e ideas que se ponen en movimiento para conseguir unos fines tan importantes son las partes esenciales que componen la política” [Editoriales del Semanario de Caracas, 1811).

Sanz ofrendaría su vida el 5 de diciembre de 1814, alanceado en el desastre de los patriotas en Urica. Su pensamiento político era el de un patriota que proclamaba la emancipación, pero en lo social postulaba la tesis de un conservador ilustrado.

T/ Néstor Rivero
F/ Cortesía