Por vía Locti se han invertido 27,4 millones de bolívares|En Mérida nace el primer y único centro para construir sistemas ópticos del país

En el galpón número 4, donde funciona la fundación Centro Nacional de Tecnologías Ópticas, en Mérida, se ven las máquinas dormidas de lado y lado con ideas en gestación. A su lado reposan trozos de vidrio convertidos en ópticas, como lentes para lupas u oculares de microscopios o telescopios.

Carlos Leal, coordinador de este proyecto, recorre los espacios mientras muestra los nueve equipos, comprados a la empresa Smorgon de Bielorrusia y que llegaron allí en marzo de este año. A través de la Ley Orgánica para Ciencia, Tecnología e Innovación (Locti), este centro ha recibido desde el año 2009 una inversión de 27,4 millones de bolívares, mediante el Fondo Nacional para la Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit).

Según Leal, este proyecto nació como una idea del Centro de Investigaciones en Astronomía (CIDA), del Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación, para construir una fábrica de instrumentos y partes ópticas, ya que en el país no hay un ente bien sea público o privado que las fabrique para, por ejemplo, los telescopios del Observatorio Nacional de Llano del Hato, ubicado en el páramo. Pero, como una matrioska, una idea parió otra idea

Al principio, se formó a 10 jóvenes en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (Ianoe), de México, durante nueve meses, en la construcción de piezas ópticas; ahora siete de ellos son trabajadores de esta fundación.

Uno de ellos es Gabriel Echeverría, técnico en óptica de 22 años, quien se encarga de operar las máquinas. “Saliendo de bachillerato, metí papeles en el Cida, quedé seleccionado y me mandaron a México. Aprendí sobre superficies laminadas y prismas” allá.

Igual ocurre con Jesús Díaz, técnico en óptica de 22 años, quien también optó a la beca al terminar el quinto año. “Aprendimos el proceso para hacer ópticas, como pulido y esmerilado. Construimos telescopios, prismas, planos paralelas y microscopios”, recuerda.

LA META: CONVERTIRSE EN ENTE RECTOR

Si bien deseaban cubrir la demanda nacional para fabricar sistemas ópticos, “a finales del año pasado se reestructuró el proyecto para hacer un centro de innovación, desarrollo y construcción de sistemas ópticos que brinde soluciones a la necesidad nacional, bien sea en el área industrial, de salud o educación”; es decir, convertirse en un ente rector en el país para diseñar prototipos funcionales y hacer el preescalamiento industrial.

“Por ejemplo, estamos trabajando junto con la empresa estadal Venvidrio para montar un proyecto que se dedique a construir las luminarias led del alumbrado público, estamos evaluando un terreno en Monay, Trujillo, de Cementos Andinos. Los apoyaremos en el diseño de los prototipos y el preescalamiento en una suerte de transferencia tecnológica para después montar una línea de ensamblaje”, ya que en este centro ubicado en Mérida no se podrían producir todas las luminarias que necesita Corpoelec, pero sí se gestan ideas.

Este centro fabricaría el bulbo de las luminarias, que sería una lente con forma irregular, semejante a un maní cortado, que va en la parte interna y donde se colocan 40 microleds (lamparitas chiquitas que no consumen mucha electricidad).

Con Venvidrio también quieren montar un horno para construir viales (envases de vidrio) para medicamentos, ya que son importados.

En un espacio del galpón reposan 25 estructuras de telescopios didácticos para astronomía que, por medio del programa de divulgación científica del Cida, se llevarán a los centros educativos. “Está en 80% de construcción”, concluye Leal.

El técnico en óptica formado en México, José Alexander Araujo, mueve uno de los telescopios culminados: por una abertura entraría la luz del universo, que chocaría con un espejo óptico ubicado en el otro extremo, que a su vez se proyectaría en otro espejo hasta finalmente llegar al angular, donde reposa el ojo del observador. Todo se construyó allí.

En la parte de arriba de ese galpón, la computadora de Elías Sánchez, encargado del diseño óptico y mecánico, muestra el mismo telescopio, pero en digital. Allí, arrellanado en su silla, calcula y hace simulaciones de las piezas ópticas, mecánicas y circuitos electrónicos, junto con dos colegas más. “Hacemos las aproximaciones con software, luego construimos con vidrio de ventana y al final con vidrio óptico”, detalla.

Un telescopio es una herramienta para el disfrute del cielo, de lo conocido y desconocido. “La astronomía es una ciencia con un poder de atracción hacia los jóvenes” y donarlos a las escuelas, con un programa previo de formación a maestros y alumnos, puede ser cantera para futuros físicos y astrofísicos con nacionalidad venezolana. Ese telescopio didáctico, usado para divulgar la ciencia, lo diseñó Franco de la Prugna, óptico del Cida, y se arma con materiales caseros, como tubo PVC, madera y ahora las ópticas construidas ahí.

Además, se diseña y construye un kit de óptica para enseñanza en el bachillerato, que consta de un riel donde se acoplan distintas lentes para ver fenómenos básicos de óptica geométrica: se coloca una fuente de luz y se observa su recorrido. “Si tengo una lente convergente, la luz se concentra en un punto, pero si tengo una divergente la luz se abre”.

ARREGLARÁN MICROSCOPIOS DEL SISTEMA DE SALUD

De los labios de Leal brotan más ideas convertidas en proyectos: ya diseñaron unos oculares genéricos (pieza de los microscopios) de dos tipos: uno sencillo con tres sistemas ópticos con calidad regular, y otro de alta precisión con cuatro sistemas ópticos o lentes. “Estamos en la fase de construcción y validación de esos prototipos, que son de suma utilidad para darle apoyo al sistema nacional de salud, sobre todo a los laboratorios clínicos, porque en todos lados necesitan oculares para microscopios, que son las piezas que más se dañan”.

Desde hace tres meses, el Centro Nacional de Tecnologías Ópticas hace un levantamiento, con ayuda de las corporaciones de salud, de la data de microscopios ópticos en funcionamiento, los que necesitan mantenimiento y aquellos que están en desuso, para “ver si los podemos reparar e integrarlos al sistema de salud”. Hasta la fecha han colaborado los ejecutivos de Barinas, Mérida, Guárico y Miranda.

Un microscopio de ese tipo debe costar de entre 50 mil y 60 mil dólares (más de 315 mil bolívares), “es una inversión que hace el Estado y simplemente porque no hay nadie que lo revise, le alinea el sistema óptico o lo pueda reparar, se descarta” el aparato averiado.

Un ocular ronda, dependiendo de la calidad óptica, entre 5 mil a 15 mil dólares (de 31 mil a 94 mil bolívares), según Leal.

En su computadora, Sánchez muestra una lupa dermatológica con una luz, ya diseñada, y a su lado coloca la óptica construida para este. Servirá para examinar la piel y entrará pronto en fase de construcción en este galpón, donde trabajan 16 personas.

Allí se usan tres tipos de vidrio, dos especializados para usos científicos, que se compran en el exterior, y el común. La idea, de acuerdo con Leal, es lograr la total independencia tecnológica, es decir, producir las dos materias primas principales: el vidrio óptico, junto con Venvidrio, y el polvo de alúmina, abrasivo con el cual se pulen los ópticos, y para eso harán un proyecto con la Universidad de Los Andes. También evalúan que los software para diseño, que son privativos y costosos, los pueda crear la fundación Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres. “No queremos depender del exterior, acá tenemos materias primas y recurso humano” para lograrlo, concluye Leal.

Sin la Locti hubiera sido imposible lograr este centro: “Antes no había una directriz nacional de orientar la política de ciencia y tecnología para resolver los problemas de la nación, pero a través de la centralización de los fondos Locti en el Fonacit, el Estado puede crear líneas de investigación con pertinencia social”, dice Leal. Ahora el sur es el Plan de la Nación, columna vertebral del país del presente y el futuro.

CONVENIO

El Centro Nacional de Tecnologías Ópticas en Mérida firmó en enero de este año un convenio de cooperación con la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho para financiar 20 becas anuales y enviar a estas y estos estudiantes a hacer maestrías, doctorados y cursos de especialización.

Según Carlos Leal, director del centro, se recibieron en la primera convocatoria unos 50 currículos, de los cuales quedaron 14 estudiantes de ingeniería, física y diseño industrial. Se formaron como becarios en un curso introductorio desde febrero a julio pasado, tiempo en el cual tuvieron formación técnica y sociopolítico, tanto en diseño óptico como en teorías de sistemas ópticas y de ondas.

“Al final, culminaron nueve jóvenes, a quienes enviaremos a especializarse en Bielorrusia en la Academia Estadal de Arte, donde está el área de diseño; la Universidad Técnica Nacional y la Universidad Estadal” de ese país.

Al culminar sus estudios, tenderán trabajo fijo en este centro. “Se quiere a futuro orientar las becas Ayacucho para necesidades específicas del país y garantizar puestos de trabajo”.

TyF/ Annel Mejías Guiza

Felicitaciones Carlos. Me alegra mucho que se creara este centro de óptica en Mérida, solo poniendo la Ciencia al servicio del país para resolver problemas podremos salir adelante. Estoy a disposición para lo que necesites y te pueda ayudar (UPT de Mérida Antiguo IUTE). Los cientificos socialista tenemos que unirnos para hacer florecer la ciencia Venezolana. Y más nosotros los físicos… Un abrazo.

  • ¡¡Extraordinario!! La Revolución Bolivariana debe seguir apoyando y estimulando estos proyectos por siempre. Felicitaciones a todo el personal involucrado en esa maravilla tecnológica.

  • VAMOS PRESIDENTE MADURO ,SIGA HACIENDO PATRIA ,ESTIMULANDO LA INVESTIGACION Y DANDOLE LOS RECURSOS QUE NECESITAN. MIS FELICITACIONES