Por Fernando Buen Abad|Las migraciones no caen del cielo (Opinión)

Todos los días millones de personas expulsadas de sus tierras, por razones variopintas e interminables, van condenados por el capitalismo en búsqueda de migajas laborales y limosnas políticas. Van con su carga descomunal de miseria planetaria a hombros y con la esperanza de que la suerte acompañe para no morir en el intento.

En Alemana, en Italia, en Francia, en España… y en Estados Unidos, por ejemplo, políticos, clérigos y empresarios se reúnen para ensayar gestos de perplejidad y consternación. Se aplauden, se dan palmaditas en la espalda, reúnen algunas dádivas y vuelven satisfechos al sueño uterino mass media con sus cámaras y sus micrófonos entrenados en inocular un poco de tranquilidad a sus jefes bancarios y a sus pares empresarios.

Es la irracionalidad funcional a la propiedad privada.

Queda bajo el tapete del escenario histórico oligarca, escondido con escobas ideológicas, militares y policíacas, el horror del saqueo, la monstruosidad del despojo y desde luego el flujo de ganancias que transita de un país saqueado hacia los bancos de los paraísos “centrales” donde la “tele” exhibe estupefacta a toda esa gente subida en barcos tratando de colarse al “primer mundo”.

Es una tarea crucial no bebernos las “lágrimas de cocodrilo” con que la ideología de la clase dominante se aparece en la escena mediática a proveernos su rostro compungido por los miles de muertos en el Mediterráneo o por los pobres que buscan pan en “tierras buenas” llevados por no se sabe qué aventura o qué ilusión.

Es parte de la Batalla de las Ideas explicarnos -y explicar- que antes de que esos miles se jueguen la vida en migraciones criminales ya han ocurrido en sus países saqueos, crímenes y despojos a mansalva y que el capitalismo, simplemente, no tiene salidas.

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