Miguel Cabrera buscará en abril hazaña del hit 3.000

Posiblemente en 2028 o 2029, dependiendo de si se retira en el 2023 o en el 24, Miguel Cabrera escalará hasta el templo de los inmortales del beisbol, el Salón de la Fama de las Grandes Ligas, un recinto al cual relativamente muy pocos, menos de 230 peloteros, han ingresado en más de un siglo de pelota a ese nivel.

Poco le falta por lograr en su ilustre carrera, a la cual sumará su campaña número 20 al tomar su primer turno al bate oficial de este 2022. El 22 de agosto de 2021, en el Estadio Rogers Centre de Toronto, se convirtió en el vigésimo octavo toletero con al menos 500 batazos de vuelta entera y cuando arribe a los tres millares de incogibles, será el jugador número 33 en coleccionar dicha cifra, igualando en la casilla 32 al mítico Roberto Clemente, el mejor latinoamericano de todos los tiempos. Eso debería producirse en cualquier momento de esta primavera abrileña, después de la primera semana de acción, dependiendo de cuán calientes arranquen sus motores desde el plato.

Cuando seamos testigos de tal acontecimiento, que esperamos con ansias desde el final de la zafra pasada, también estaremos asistiendo a su incorporación a una muy exclusiva cofradía, la de los 500 jonrones y tres mil hits, que hasta ahora solo cuenta con seis integrantes: Hank Aaron, Willie Mays, Albert Pujols, Alex Rodríguez, Eddie Murray y Rafael Palmeiro.

Solo Pujols, quien todavía se mantiene activo, Rodríguez –comenzando sus apariciones en las boletas de votación, aunque manchado por sus reincidencias en el uso de esteroides- y Palmeiro –fuera de toda posibilidad por las mismas causas- no tienen un nicho en Cooperstown.

El año pasado, el oriundo de Maracay se quedó corto en su intento por erigirse en el único en la historia en lograr tales guarismos en la misma temporada.

Pero hay un club que sí será estrenado por el venezolano y en el cual permanecerá como único miembro probablemente por varias décadas: el de los 500 jonrones, tres mil y una triple corona en sus vitrinas. Si lograr por separado cualquiera de tales hazañas es extremadamente difícil, exhibirlas todas al pie de un mismo nombre ofrece dimensiones épicas.

Baste recordar que entre Carl Yastrzemski y Miguel Cabrera, los dos más recientes triple coronados, hubo una separación de 45 años, de 1967 a 2012, a lo cual debe añadirse que el legendario jardinero de los Medias Rojas de Boston terminó con 3.419 inatrapables, pero “solo” 452 estacazos más allá de las cercas.

De los otros bateadores que terminaron al frente de los tres departamentos más importantes a la ofensiva (promedio, jonrones e impulsadas), Nap Lajoie, quien la ganó en 1901, concluyó su carrera con 3.242 incogibles, pero 82 jonrones; Ty Cobb (1909), cerró su historial con 4.189 y 117; Jimmie Fox (1933), 2.646 y 534; Lou Gehrig (1934), 2.721 y 493, aunque vale decir que de no haberse retirado prematuramente por la terrible enfermedad que llevó luego su nombre y a temprana edad terminó con su vida, probablemente habría alcanzado los tres mil y 500.

También la conquistaron Ted Williams, probablemente el mejor bateador en la historia del beisbol (1942 y 1947), 2.654 y 521 (perdió cuatro años de su carrera por estar combatiendo como piloto tanto en la II Guerra Mundial como en la Guerra de Corea, lo cual con seguridad lo privó de los hits necesarios para formar parte de ese club en el cual solo está nuestro Miguel Cabrera); Mickey Mantle (1956), 2.415 y 536 y Frank Robinson (1966), 2.943 y 586.

Miguelito, quien cumplirá 39 años el 18 de abril, también será el octavo pelotero con al menos quinientas conexiones de largometraje (502 hasta el momento), promedio de bateo de por vida de al menos .300 (.311 por ahora) y un mínimo de 1.800 compañeros llevados al plato (1.804 al iniciarse el próximo torneo).

¿Los otros siete en esa muy corta lista?: Babe Ruth, Hank Aaron, Jimmie Fox, Mel Ott, Manny Ramírez, Ted Williams y Willie Mays.

Solo el boricua Ramírez no está en el Salón de la Fama y probablemente nunca lo estará, debido a su comprobado uso de esteroides.

Más hitos

En el momento en el cual Miguel Cabrera logró la hazaña de las cinco centenas de vuelacercas, Roger Clemens, quien conquistó siete premios Cy Young, guillotinó a 4.619 oponentes y registró 350 victorias en su trayecto de 23 años en las Mayores –aunque su afición por el uso de sustancias que incrementaban el rendimiento lo execró ya definitivamente del Templo de los Inmortales-, jocosamente comentó que él contribuyó al permitirle al criollo uno de esos batazos de largo alcance.

En realidad, el jonrón que le largó Cabrera no está dentro de esa cuenta, pues no se produjo en temporada regular, sino en una Serie Mundial, la de 2003, en el cuarto encuentro entre los Marlins de Florida y los Yankees de Nueva York, .

Sin embargo, frente al ya consagrado Clemens (una de las principales figuras del beisbol para ese momento), aquel toletazo en el primer capítulo del jovencito de apenas 20 años recién llegado a las Grandes Ligas, aunque como suele suceder nadie podía imaginarlo, fue el aviso de lo que estaba por venir. El anuncio de que estábamos asistiendo a la presentación en sociedad de un predestinado.

Dos décadas después, en cada oportunidad en la cual el venezolano salta al terreno de juego para un encuentro oficial, lo hace para escribir otra línea más de la historia que con seguridad terminará con él ingresando a Cooperstown en el 2028 o 2029, con suficientes méritos como para optar por la unanimidad, aunque eso es tan poco común que solo uno lo ha conseguido hasta ahora, el panameño Mariano Rivera.

Por lo pronto, Cabrera se apresta a continuar estableciendo marcas que le permitan escalar aún más posiciones en distintos departamentos.

Por ejemplo, se encuentra a tres de los 600 dobletes, con los cuales igualará a Barry Bonds en la décimo séptima casilla de todos los tiempos. Con esa cifra, además de 500 jonrones y tres mil hits, solo aparecen en la historia Hank Aaron y Albert Pujols, también los únicos que igualmente suman 1.800 remolques, es decir, más exclusividad para la membresía del criollo.

Cabrera, en lo que respecta a indiscutibles, aparte de Clemente, parece tener a su alcance para esta campaña al menos a Al Kaline (3.007), Wade Boggs (3.010), Rafael Palmeiro (3,020), Lou Brock (3.023), Rod Carew (3.053), Rickey Henderson (3,055), Craig Biggio (3.060), Íchiro Suzuki (3.089) y si la salud y hasta la propia suerte lo ayudan, tal vez podría llegar a los 3.110 de Dave Winfield y los 3.115 de Alex Rodríguez.

Otros escalones

Afortunadamente, luego de conjurado el peligro de que la presente zafra pudiera inclusive suspenderse, se van a disputar los 162 compromisos del calendario regular, aunque para ello se requerirán de más jornadas dobles de lo habitual.

Si se mantiene alejado de las lesiones o de otros problemas de salud y consigue aparecer digamos al menos en 100 cotejos (para apelar a una cifra redonda), Cabrera llegaría a 2.687 juegos (actualmente se encuentra en el puesto 45 de todos los tiempos con 2.587), rebasando de un viaje a Willie McCovey (2.588), Luis González (2.590), nuestro único inmortal hasta ahora Luis Aparicio (quien con 2.599 solo es superado entre los criollos por Omar Vizquel, 2.968), Dwight Evans (2.606), Lou Brock (2.616), André Dawson (2.627), Joe Morgan (2.649), Íchiro Suzuki (2.652), Robin Yount (2.676), Ken Griffey junior (2.677), Paul Molitor (2.683) y Darrel Evans (2.687), para colocarse en la casilla 33 igualado con este último.

De ellos, McCovey, Aparicio, Brock, Dawson, Morgan, Yount, Griffey junior y Molitor tienen placas en Cooperstown, donde también las tendrán Suzuki y Cabrera cuando aparezcan en las boletas de votación por primera vez.

Tampoco es descabellado pensar que podría darle alcance a Graig Nettles (2.700) y otro inmortal, Goerge Brett (2.707).

Ya hablamos de sus dobletes. ¿Y qué tal los inatrapables de una sola base, los sencillos?

Si ya es de por sí difícil acertar cualquier pronóstico en cuanto a los inatrapables de distintos calibres que pudiera conectar durante este torneo, mucho más complicado es aventurarse con los de una sola almohadilla que tal vez consiga sumar a sus relucientes pergaminos.

Arrancará este 2022 con 1.871, en el escaño número 71 de toda la historia y entre quienes pudiera superar están Rusty Staub (1.878), Vada Pinson (1.889), Tim Raines (1.892), Johnny Damon (1.903), Iván Rodríguez (1.910), Brett Butler (1.913), Al Oliver (1.918) y ¿por qué no? Róger Hornsby (1.919), para ubicarse en el peldaño 62.

En la casilla número 61 se encuentra entre quienes más boletos han recibido, con 1.199. En las cercanías tiene a Lance Berkman (1.201), Pee Wee Reese (1.210), Dave Winfield (1.216), Jim Wynn (1.224), Willie Randolph (1.243), Ty Cobb (1.249) y Rusty Staub (1.255), con quien empataría en la caseta 54.

Si echamos al vuelo los deseos de que se mantenga sano y por lo menos dispute un centenar de compromisos, por ahí también podríamos irnos en busca de un aproximado de sus turnos legales y hasta dónde podría encaramarse en este renglón.

Estimando un discreto promedio de tres visitas oficiales al plato por juego y si colocamos esta última meta en un mínimo de 100, estaríamos hablando de 300 turnos. Actualmente tiene 9.625, lo cual lo sitúa en el puesto 42 y si alcanza esas tres centenas pasaría por encima de Vada Pinson (9.645), Rusty Staub (9.720), Johnny Damon (9.733), Carlos Beltrán (9.748), Tony Pérez (9.758), Ken Griffey jr (9.801), Barry Bonds (9.847), Reggie Jackson (9.864), Harold Baines (9.908), André Dawson (9.927) e inclusive podría llegar hasta Íchiro Suzuki (9.934) y Eddie Collins (9.949). Es decir, llegaría hasta el puesto 29.

Cabrera, tiene 10.993 apariciones en el plato (puesto 39) y entrará a la caza de Carlos Beltrán (11.031), Harold Baines (11.090), Rusty Staub (11.229), Luis Aparicio (11.232), Lou Brock (11.240), Rabbit Maranville (11.260), Ken Griffey jr (11.304), Joe Morgan (11.329), Cap Anson (11.331), Mel Ott (11.348), Reggie Jackson (11.418) y Al Kalines (11.597), lo cual, de conseguirlo, lo llevaría a saltar hasta la casilla 26.

Entre los mejores

En una de esas inestimables tertulias de las esquinas de nuestro barrio, se hablaba de todas las virtudes con un bate en la mano (y hasta desde la lomita, pero ese es otro tema), de “Vitico” Davalillo, ese zurdo que maravilló nuestras infancias y a quien seguimos casi durante toda su carrera.

Él posiblemente era el mejor bateador venezolano de cualquier época, una distinción que según nos contaron, solo podía disputarle “el muchachote de Barlovento”, Vidal López, quien como el zuliano no solo era zurdo, sino también podía desempeñarse con absoluto dominio como serpentinero.

Davalillo era nuestro principal referente en el arte de batear; López, el primer sinónimo de poder de nuestra historia que, dadas las dificultades de su tiempo (lo cual es un tema aparte), jamás pudo pisar un terreno como jugador de Grandes Ligas.

Ambos, y muchos otros, por supuesto, fueron superados por Miguel Cabrera, quien no solamente es de manera indiscutible el mejor toletero venezolano de cualquier época, sino de la historia de las Grandes Ligas.

Baste decir que en aquél beisbol, en más de un siglo han pisado esos terrenos veinte mil o más jugadores y el muchacho de Maracay aparece en la mayoría de los renglones ofensivos entre los primeros 70, como hemos visto, pero en muchos de ellos está en la élite, por aquellas alturas donde solo se encuentran los de otro planeta.

Cabrera, vale decir, está entre los mejores de toda la historia del beisbol despachando batazos de toda índole, luego de más de una centuria, en una galaxia en la cual tienen sus nombres Babe Ruth, Lou Gehrig, Jimmie Fox, Joe Dimaggio, Ted Williams, Hank Aaron, Willie Mays, Mickey Mantle, Roberto Clemente, Ken Griffey junior y apenas un puñado más.

Podemos recordar apenas un detalle más, que no deja de ser importante: cuando pisaba los 400 jonrones, las proyecciones de quienes manejan estadísticas le asignaban posibilidades de ir más allá de los 600 vuelacercas, los 3.500 hits y las 2.200 carreras impulsadas, entre otros números galácticos. Por esos lados solo anda un extraterrestre como Hank Aaron, sin dudas el toletero más consistente en la historia de este deporte.

Las lesiones le impidieron a Cabrera llevar la nave de su bateo hasta esos recónditos lugares, pero ahí está su impronta y nosotros tenemos el privilegio de haber seguido toda la carrera de uno de los predestinados, uno de los más grandes a la ofensiva de toda la historia del beisbol.

Y cuando en seis o siete años (dependiendo de cuando se retire), coloquen su placa en el Salón de la Fama, al lado de su nombre, Miguel Cabrera, aparecerá el de su país de nacimiento: nuestra amada Venezuela.

T/Jimmy López Murillo
F/Cortesía