El pasado 8 de diciembre, al culminar la misa, se apagó el pueblo. Eran las 8:07 pm. La gente, con fósforos y yesqueros, comenzó el ritual de encender las 21 mil velitas que alumbraron, por calles, plazas y pendientes llenas de neblina, la procesión de la Virgen Inmaculada Concepción, patrona de Mucurubá. Esto fue en el municipio Rangel del páramo merideño.
Con el corte programado del fluido eléctrico, que se prolongó hasta las 10:20 pm, comenzó la procesión de la Virgen, la cual congregó más de 600 personas. Estuvo iluminada por la débil luz de los cirios y acompañada por un mariachi y una orquesta de músicos.
La segunda imagen más antigua de Mérida, con más de 400 años de tallada, fue alumbrada por un reflector mientras recorría la parte alta del pueblo, bajaba por la carretera Trasandina, daba la vuelta y luego subía por una empinada calle hasta la casa de Alberto Rangel. Este hombre inició la tradición hace 36 años.
“La noche de las velas comenzó en el 7 de diciembre de 1974, con 5 mil cirios que alumbraron la plaza y sus alrededores. Se retomó dos años después, con 12 mil velas; este año se encendieron 21 mil”, relató Rangel, de 71 años de edad, conocido como El Bachiller.
Relata cómo empezó lo que hoy es costumbre en el páramo. “Yo estudiaba Medicina y, como cerraron la universidad, mi papá me mandó a Manizales, en Colombia, donde vi la velación en honor a la Inmaculada Concepción”, narró.
Al regresar a su tierra, sin poder culminar sus estudios, El Bachiller propuso al Concejo Municipal del distrito Mucuchíes emular esta costumbre. Durante más de diez años la organizó en honor a la Patrona de esas parameras y parameros. “Cada año aumentan mil velas, hasta que llegamos a 19 mil velas el año pasado”, dijo.
POR LAS FAMILIAS