En Canadá|Millones de abejas muertas en plantaciones de maíz

Los productores de miel en Ontario, Canadá, andan traumatizados por estos días cuando colmenas completas están perdiéndose, mientras mueren las abejas por decenas de millones, tras la plantación en la zona de una variedad de maíz transgénico OGM y el uso de insecticidas muy dañinos.

Uno de los productores locales de miel, Dave Schuit, ha denunciado al portal ‘Organic Health’ que solo su granja ha perdido unas 600 colmenas, lo que equivale a 37 millones de abejas.

Los criadores de abejas culpan de la muerte de sus colonias a los insecticidas neonicotinoides, sobre todo a imidacloprid y clotianidina que suelen aplicarse tanto a semillas como a tratamientos foliares y penetran en el polen y el néctar.

El uso de los neonicotinoides es el más extendido en los cultivos en Estados Unidos, mientras la mitad de los países de la Unión Europea, Alemania incluida, lo limitan legislativamente por preocupaciones medioambientales después de que la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos definiera los riesgos relacionados.

De acuerdo con investigaciones, uno de los efectos observados de estos insecticidas es el debilitamiento del sistema inmunológico de las abejas.

Las obreras llevan el polen cargado de pesticida a la colmena, donde el resto de las abejas lo consumen. Seis meses más tarde, sus sistemas inmunológicos fallan y los animales empiezan a padecer infecciones naturales tales como parásitos, ácaros, virus, hongos y bacterias, y luego colapsan.

La revista Science publicó un estudio llevado a cabo por entomólogos de la Universidad estadounidense de Purdue, donde los investigadores descubrieron que si se liberaba al aire polvo con un cierto contenido en “neónicos” durante la época de siembra, se advertían “efectos letales comparables al fenómeno de la pérdida de las colonias que están sufriendo los apicultores”.

Otro estudio llevado a cabo en la Facultad de Salud Pública de Harvard fue capaz de recrear el síndrome de colapso en diversas colonias sencillamente administrando pequeñas dosis de un “neónico” popular, el imidacloprid.

Texto/La Voz del Sandinismo