Premio Nacional de Cultura, mención Música|Morales Bance: Es necesario lograr que lo mejor de las orquestas coincida en una sola

La pieza elaborada por el luthier venezolano Eduardo González, es motivo de orgullo para el maestro, Foto/Héctor Rattia

A lo largo de su carrera, que supera cuatro décadas de labores en el mundo de la música, Luis Morales Bance ha merecido importantes galardones, especialmente como compositor. Luego de graduarse con honores en la Escuela Superior de Música de Santa Capilla, en 1972, bajo la tutela de Evencio Castellanos y Vicente Emilio Sojo, fue seleccionado como ganador del Premio Nacional de Música en su edición de 1975, en virtud de su obra, Concierto para violín.

Ese mismo año recibe además el Premio Municipal de Música, una mención especial dentro de este mismo ámbito y el Premio Universidad Simón Bolívar, por sus trabajos Danzas y vigilias; Tiento, protesta, coral y danza e Himnos, Tropos y Secuencias (o AAEEIIOOU), respectivamente.

Entre sus numerosos aportes al arte popular destaca la composición de la música que acompaña la letra del conocido aguinaldo El niño criollo (Si la virgen fuera andina…). La emblemática pieza escrita por Isabel Herrera en octosílabos, implicó un gran trabajo de armonía, puesto que tradicionalmente el género se compone de versos hexasílabos.

El violinista fue fundador junto a José Antonio Abreu, Frank Di Polo, Alberto Calzavara, Domingo García, entre muchos otros, de la Orquesta Estudiantil de Cámara de la Universidad Central de Venezuela, institución donde cursó estudios de química.

Luego de presidir durante dos años la Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV), creó la asociación Solistas de Venezuela, con su amigo Olaf Ilzins. Además fue uno de los fundadores de Orquesta Filarmónica Venezuela, en la que ejerce actualmente el rol de concertino o “maestro de concierto”.

Con su enorme bagaje y experiencia, el maestro Luis Morales Bance mantiene la humildad suficiente para entender y explicar la importancia medular de quienes se dedican a colocar los atriles en su lugar, por ejemplo. “Sin ellos no hay orquesta”, acentuó luego de saludar afectuosamente a uno de esos personajes que se mantienen detrás del escenario mientras él hace lo suyo con el violín.

El instrumento lo guarda en su respectiva maleta provista de un aparato para medir la humedad, junto a las fotos de sus nietos que muestra con mucho más orgullo aún que la pieza elaborada por el luthier venezolano, Eduardo González. “Cuando voy al extranjero siempre me preguntan que dónde lo compré o cuánto me costó, yo les digo que me lo regaló un amigo y se sorprenden que un amigo mío haga un violín como este”, dijo con gestos de presumido.

Comentó sentirse abrumado por la asignación del Premio Nacional de Cultura que le será entregado a finales de este mes. “Cuando te digo que estoy abrumado es porque pienso que en el seno de la música en Venezuela hay personas que, a mi juicio, son merecedoras de este premio antes que yo. Es un sentimiento extraño, porque no están premiando por una pieza que, a juicio del jurado, es mejor que el resto de las que participan, ya eso es bastante subjetivo, pero pienso que todavía es más subjetivo evaluar un recorrido. De todas formas, me siento, como te digo, abrumado y agradecido por el reconocimiento”.

Aún cuando en su casa siempre hubo música, marcó sus inicios en el mundo artístico la fundación de la Orquesta Estudiantil de la Universidad Central de Venezuela. “Diría que ese fue, posiblemente, el primer intento de orquesta, digamos no profesional, en Venezuela”. Recordó que en aquellos años sólo existían dos orquestas en el país, la Sinfónica de Maracaibo y la OSV, a la que ingresó por concurso en 1965.

Consideró que la experiencia con la Orquesta Estudiantil y la creación de la filarmónica y otros movimientos fueron una suerte de protohistoria de todo el movimiento que derivó finalmente en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Inclusive se siente parte de él y observa con beneplácito el hecho de que José Antonio Abreu le haya dado continuidad a esos ensayos que ellos comenzaron en su juventud.

-¿Qué le parece el proceso actual de enseñanza de la música?

-Hay un gran acento en tocar el instrumento, lo cuál ha dado los frutos que se pueden ver. Violinistas como Alexis Cárdenas, pianistas como Gabriela Montero, oboistas como Jaime Martínez, chelistas como William Molina y otros tantos. Antes había una orquesta, hoy hay demasiadas, eso tiene sus cosas buenas y cosas malas, si tu tienes tantas facilidades las cosas se vuelven menos comprometidas, pero eso es un mal menor, eso se compensa con la cantidad de muchachos que están tocando.

-¿Qué apreciación tiene de la OSV de hoy?

Pienso que todas las orquestas tienen una cuestión a su favor, todas tienen algunos atributos que no tienen las otras. Lo ideal sería que algún día sumáramos todos los aspectos positivos de todas las orquestas y entonces tendríamos la orquesta insignia de Venezuela y te garantizo que sería una mezcla equitativa de todas. Espero verlo, no necesariamente tocar, espero verlo realizado no con la idea de que se acaben las demás orquestas sino que podamos coincidir en un momento dado. La música es coincidencia, si no coincides no hay música. Creo que eso es lo que hay que lograr a todas luces y a toda costa, hablo como una misión de los entes administrativos: lograr que todas las orquestas coincidan.

-¿Por qué concertino y no director?

-También dirijo pero de vez en cuando. El concertino, concert master o maestro de concierto, es el primer violín de la orquesta, es el que debe sustituir al director en caso de que no esté. Muchas veces el director no es muy hábil y la orquesta termina siguiendo al concertino. A veces uno tiene que salir adelante para que el público no decaiga. De más de 40 años de vida orquestal que tengo, no alcanzan a los dedos completos de la mano la cantidad de directores que me han impresionado. El director tiene que ser una persona que te inspire algo adicional a lo que está en la música. Voy a usar la frase que dice con frecuencia mi amigo Olaf Ilzins, con quien fundé Solistas de Venezuela hace 34 años, un grupo que justamente evita el director, él dice que la mayoría de los directores son parásitos, lo dice él y yo estoy dispuesto a secundarlo.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Héctor Rattia