Las últimas actuaciones de la MUD nos hace recordar el viejo proverbio latino: Senatoresbonivirisenatus mala bestia (Gramsci, El hombre individuo y el hombre masa). Cuyo significado está referido a “…que una muchedumbre de personas dominadas por los intereses inmediatos o víctimas de la pasión producida por las impresiones del momento acríticamente transmitidas de boca en boca se unifica en torno a la decisión colectiva peor, la que corresponde a los más bajos instintos bestiales”.
Así ha actuado la oposición en la República Bolivariana de Venezuela durante estos 17 años de Revolución Bolivariana. Han hecho del odio y la mentira los principios fundamentales de su proceder. No les ha importado nada, a la hora de implementar sus esquizofrénicas aventuras. El país no les importa, por eso se alían a los sectores más oscuros de la derecha internacional. Danzan al compás de las instrucciones emanadas del Departamento de Estado; la orden Obama, es su partitura favorita. Al venezolano lo desprecian, siguen creyendo que es un objeto al cual pueden seguir manipulando.
La oposición no ha logrado entender que Venezuela es otra. Que el pueblo venezolano se hizo sujeto de la política, que es el actor fundamental de ella, que los programas sociales no son solo deberes, sino derechos. Que la Constitución Bolivariana es la Carta Fundacional de la nueva República. Que los principios establecidos en ella son de obligatorio cumplimiento. Que el pueblo venezolano cada vez exige ir más allá de las simples propuestas electorales, reclama la renovación permanente de las políticas y la consolidación del Poder Popular.
Con los resultados del 6 de diciembre pasado se embriagaron. Y, todavía ebrios, anunciaron el desmantelamiento de todo el andamiaje jurídico, político y social levantado por la Revolución Bolivariana, derogar la ley del Trabajo, de Precios Justos, destituir al Presidente, a ministros, despedir trabajadores y entregar de nuevo el petróleo, incluyendo la Faja Petrolífera del Orinoco a las empresas transnacionales de Estados Unidos.
Con la misma ligereza que anunciaron que con una nueva mayoría en la Asamblea Nacional (AN) se produciría el cambio y sacarían al país adelante, empezaron a “echarse para atrás”, ahora dicen que no podrán resolver la situación. Además de no poder, no quieren que se resuelva. Quieren llevar al país al caos. La crisis es su mejor menú. Por eso sabotean la Ley de Emergencia Económica, las medidas adoptadas por el presidente Nicolás Maduro, se oponen al diálogo, estimulan la injerencia externa en nuestros asuntos internos.
Pero, sobre todo, por despreciar al pueblo, creen que éste no se da cuenta de su proceder. La oposición ha entrado en un franco declive. Los resultados de diciembre se les marchitaron. Definitivamente, el odio y la mentira son contrarios a la ética política. La oposición se desmorona.