Colectivo La araña feminista|Mujeres y ciudadanía plena (Temática)

Las instituciones pueden tanto producir como reproducir situaciones de ciudadanía restringida; es decir, las personas tienen formalmente reconocidos sus derechos, pero en la vida cotidiana estos derechos no son gozados a plenitud. Esta situación es vivida a diario por las mujeres, en especial en el ámbito político en el que históricamente ha sido muy difícil entrar a ejercer un puesto de decisión política, y se han tenido que utilizar acciones afirmativas para beneficiarlas de forma particular y lograr disminuir las brechas de inequidad en este sector.

Esta restricción de la ciudadanía se observa incluso en la experiencia de las mujeres que logran alcanzar puestos políticos, por varias razones:

(i) las normas, estructuras y prácticas de la institución se han establecido de tal manera que les dificulta llevar a cabo sus intereses particulares;

(ii) no tienen la oportunidad de reescribir las reglas y tienen que amoldarse a situaciones poco idóneas a su situación;

(iii) para “sobrevivir” muchas veces disfrazan sus verdaderas y particulares necesidades;

(iv) para poder involucrarse más en su ejercicio político y asumir mayores responsabilidades, necesitan un cambio en el peso de las labores reproductivas que históricamente han desempeñado y muchas de ellas no logran tales cambios en su vida privada, por lo que se ven obligadas a abandonar sus aspiraciones políticas;

(v) la experiencia en el liderazgo que muchas veces han acumulado está relacionada con su trabajo comunitario el cual, por su informalidad, no es valorado para la activa participación política pero sí se valora su experiencia en el respaldo a los candidatos varones;

(vi) puede suceder que sus colegas políticos no prestan atención a sus opiniones y no toman en serio su forma de enfocar los problemas. Pero la ciudadanía plena no es solo participación política. Es alcanzar la equidad de género, es integrar a las mujeres al proceso de desarrollo, dentro de la democracia y en un marco sostenible y con justicia social.

Alcanzar la ciudadanía en estos términos implicaría, necesariamente, que mujeres y varones compartan por igual la crianza de hijas e hijos y el resto de las tareas domésticas y de cuidado, ya que cambios de esta naturaleza presuponen cambios radicales en la esfera pública, en la organización de la producción, en lo que entendemos por ‘trabajo’ y en la práctica de la ciudadanía.

T/Equipo Editorial