Por Ana Cristina Bracho|Almas al mar (Opinión)

¿Cuál será el adjetivo con el que los historiadores miren desde el futuro el presente? Quizás sea la era de la indiferencia, la caída de otro imperio, o, el eclipse de los sentimientos que entendimos eran genuinamente humanos. Algo de eso habría que pensar con el número no revelado de almas que reposan en las fronteras de los sures con los nortes. Hace poco tiempo, menos de un año, logró permear el bloqueo mediático la situación de las niñas y los niños, saltando entre trenes y coyotes la frontera de Estados Unidos. Hoy, como una realidad desconectada, aparece la noticia de los inmigrantes náufragos en el Mediterráneo. Ante esto y con mucho cinismo, algunos voceros importantes del Partido Popular español dicen entender la situación afirmando que si ellos viviesen esas realidades, también lo hubiesen hecho.

¿Y es que acaso no la viven? El planeta es un sistema donde los vientos se pasean del Norte al Sur, donde las aves se reproducen y migran, donde el sol se levanta sobre el Este y pasa por el Oeste, y, la humanidad no tiene la capacidad de desconectarse ni de sus ciclos naturales ni de la suerte de con quienes comparten el globo. Así, la pobreza del Sur fue causada por el pillaje que le propinó el Norte y el hambre del África aporta bastante a los surtidos de bananas y frutas tropicales de Europa. La mano de obra clandestina de Estados Unidos abarata costos de algunos rubros, y, afianza la sensación de supremacía de los estadounidenses que pese a sus salarios insuficientes tienen un estatus mejor que el de los migrantes.

Con las cosas puestas sobre la mesa, hablar esta semana de la Tierra y en estos años de la dignidad humana como valor supremo suena como referirnos parcialmente a las realidades de la gentes que lejos de conmemoraciones o discursos se enfrenta al agua insuficiente o mal sana, a la educación para la inercia y a la prensa que sostiene el orden de las cosas.

¿Es tan absurdo pensar que el Sur tiene derecho a ser y el Norte responsabilidad por lo que hace? Este tema no es más que quimera hasta tanto hagamos nuestra la bandera ecuatoriana de un sistema de derechos humanos del Sur, en su contexto, en sus anhelos y con capacidad de denuncia permanente de estructuras que martirizan la Tierra y arrojan del desespero a los pueblos al mar.

@anicrisbracho