Excusa: reacción violenta por asesinato de Trayvon Martin |Grupos neonazis salen a patrullar las calles de Sanford, en Florida

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Activistas neonazis están patrullando las calles de Sanford (Florida, EEUU) temiendo que haya una reacción violenta de los vecinos negros tras el asesinato del adolescente afroamericano Trayvon Martin en febrero.

Las patrullas armadas están formadas por una veintena de vecinos de Sanford y varios voluntarios de otras localidades de Florida. Su objetivo es “proteger a los ciudadanos blancos que temen por su seguridad”, explica el líder del Movimiento Nacional Socialista (NSM, por sus siglas en ingés), Jeff Schoep, citado por los medios locales.

El NSM advierte que los activistas del grupo racista negro Nuevo Partido Pantera Negra, conocido también como NBPP, podrían querer vengarse por la muerte del joven Trayvon Martin, aunque esto sería resultado de “una confusión”, según Schoep. El cabecilla del partido neonazi asegura que “mucha gente piensa que el que disparó a Trayvon era blanco, pero en realidad es medio hispano”, porque su madre es peruana reportó Russia Today.

El pasado 26 de febrero, Trayvon Martin volvía a la casa de la pareja de su padre tras comprar unos caramelos y un té frío, y caminaba con la capucha de su sudadera puesta, lo que hizo que Robert Zimmerman, un vigilante voluntario, sospechara de él. Zimmerman permanece en libertad tras afirmar que disparó en defensa propia.

Multitud de activistas de los derechos civiles están solicitando que sea abolida la llamada ley ‘Defiende tu posición’ (Stand Your Ground) por la que Zimmerman permanece en libertad. La ley, aprobada por el legislativo de Florida en 2005, permite a las personas recurrir al uso de la fuerza para defenderse si tienen un temor razonable de sufrir un grave daño corporal.

El trágico incidente indignó a los defensores de los derechos civiles y a la comunidad afroamericana, que han llevado a cabo varias manifestaciones en diversas ciudades del país. El caso de Trayvon Martin también llegó a provocar un escándalo en la Cámara de Representantes, cuando un congresista fue expulsado de la asamblea por ir vestido como el adolescente asesinado en la noche de su muerte.

Los defensores de los Derechos Humanos advierten también que, debido a este caso, las tensiones raciales pueden aumentar en una sociedad tan multicultural como la de EEUU.

Fuente/RT
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La opinión pública está conmovida por numerosos y persistentes actos de grave violencia de grupos ultras. Los numerosos episodios de fanatismo obedecen a la intención, orientación y definición de objetivos de naturaleza neonazi. Es indudable que las circunstancias de hoy no son comparables a las de las décadas de los 30 y 40 del siglo pasado, pero existen en América quienes se empeñan en impulsar y organizar una violencia difusa. Es cierto que la crisis económica y política que precedió al gran desastre de la Segunda Guerra Mundial hoy no se dé y hay mecanismos para evitarlo, pero también hay quienes se prestan en aprovechar la crisis de la social y la ausencia de un proyecto de avance en el desarrollo democrático y solidario, para alimentar la violencia del racismo, el odio al extranjero, al judío o a cualquiera cuya identidad cultural no sea coincidente con la de su tribu y el objeto de su odio. Hoy día, no se siente un peligro neofascista y menos una república de cabezas peladas, pero los hechos nos demuestran a un grupo de antisociales tocando poder. Sin embargo, debemos tener presente la existencia en el Perú de una juventud minoritaria carente de modelos de identidad solidaria y democrática que se entrega fanáticamente al violento liderazgo de Víctor Baca Minetti y Ricardo de Spirito Balbuena, a la simbología ultra, apatía moral, conmoción social en determinados sectores e incluso la pasividad cómplice ante situaciones de flagrante injusticia como ha sucedido en algunas recientes agresiones y asesinatos. Desconcertados observamos la ausencia de reacción comprometida con la ayuda a la víctima, o el dato de la existencia de gentes que hacen publicaciones con consignas inquietantes, de ideas fijas, y simbología nazi; «cuadros» que adoctrinan a jóvenes de trece a quince años y grupos que marcan un territorio del odio a base de golpes, puntapiés y la regla totalitaria que impone obediencia ciega al jefe. Pero lo alarmante del problema es la falta de percepción del peligro por las autoridades y su incapacidad para hacerle frente, así como la irresponsabilidad de quienes alientan en sus prácticas y discursos el descrédito de las instituciones democráticas. Por ahora la lucha democrática ha ganado un importante espacio en el Código Penal que se suma al ya establecido en la Constitución, aún resta que cada cual ocupe su lugar para evitar clientes a la violencia y a la intolerancia, siendo la prevención, mediante la educación para la convivencia cívica y solidaria junto con las políticas integradoras y socializadoras quienes hagan el trabajo en equipo para la solucionar este serio problema.