El 30 de enero fde 1948 fue asesinado por fanáticos de ultraderecha|Gandhi aseguró el triunfo de su lucha golpeando los monopolios

Una foto poco nítida muestra el momento en que Gandhi se agacha a recoger con su manos la sal de su tierra. Está en la una playa prohibida para el pueblo, pero está allí con su pueblo. Junto a decenas de miles de personas que se fueron sumando en el camino, ha marchado a pie durante 25 días para venir a este lugar, reventar las alambradas y coger un puño de sal. Y ahora, cuando se incorpora y eleva la mano de la que se escapa el agua de mar, pronuncia unas palabras simples: “Esto es nuestro”.

Para mucha gente en Inglaterra, todavía debe ser difícil de creer que un gesto como ese haya marcado el fin de su imperio. Pero así fue. La represión que se desató inmediatamente contra los marchistas, que terminó con el encarcelamiento de más de 100 mil personas e incluso varias muertes a causa de la brutalidad policial, sólo aumentó el impacto político de aquel acto.

Gandhi tenía conciencia del poder de los símbolos, pero sabía que las acciones de agitación debían ir de la mano de medidas contundentes. Así, con la llamada Marcha de la Sal, realizada entre el 12 de marzo y el 6 de abril de 1930, demostró dos cosas: la sólida moral y la firme determinación de los sectores populares, y la capacidad para golpear la economía británica.

GESTA ANTIIMPERIALISTA

La sal era propiedad exclusiva del Imperio Británico, que además de reservarse el monopolio de su explotación impuso un impuesto al consumo de este producto que incluso las personas más pobres estaban obligadas a pagar. Y Gandhi llamó al pueblo a no pagar ese tributo y a rescatar ese recurso, que no podía estar en manos privadas. Un año después, el gobierno colonial inglés se vio obligado a revisar el modelo de explotación de las salinas, al que se incorporaron una gran cantidad de pequeñas cooperativas.

En esta gesta, determinante para la independencia de India, el periodista y sociólogo Juan Barrero advierte el carácter antiimperialista de la lucha de Gandhi: “El imperio británico tenía en la India un mercado con el que contaba para recuperarse de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, eran cientos de millones de consumidores cautivos, a quienes les imponía qué podían comprar”, señala, y cita la otra gran estocada al corazón del imperio: el boicot a las prendas de algodón.

A finales del siglo XIX, el imperio británico acabó con la producción de textiles en India y la redujo a consumidora. Compraba el algodón en bruto, lo procesaba y luego vendía las prendas terminadas a la población, que no tenía otra opción de adquirir ropa. Un solo dato, aportado por el propio Gandhi, ayuda a captar la dimensión de esta expoliación: los jornaleros que recogían el algodón ganaban siete centavos al día.

CONFRONTACIÓN SOCIAL

Barreto aclara que del boicot, el movimiento de liberación indio propuso un modelo político y productivo alternativo: las comunas.

Gandhi experimentó la creación de comunas en las que todas las personas eran iguales; allí no había castas ni clases ni privilegios. Vivían y producían bajo una forma de organización comunista”. Estas comunas también rompían con la propia estructura social imperante por sigilos en India, donde una persona que nacía dentro de una casta no podía cambiar su condición social. “Gandhi reconoció e incorporó a los ‘intocables’ (también llamados parias; eran las personas más pobres y marginadas), eso era un gran desafío a la sociedad de su tiempo”.

Los comentarios de Barreto ponen en evidencia que Gandhi no se conformó con librar una batalla política, para lograr un gobierno autónomo, sino que impulsó una lucha económica y social. Golpeaba los monopolios trasnacionales sobre la producción y el consumo, y rechazaba los privilegios sociales.

En este sentido, destaca una aspecto crucial: Gandhi nunca evitó, sino que estimuló la confrontación: “La no violencia no era una no confrontación, sino una conformación por otros medios. Cuando Gandhi rompió la alambrada que les impedía entrar a recoger sal en la playa, no sólo estaba desafiando, sino enfrentando al gobierno británico. Hay que decir que él humanizó la lucha social, y que si eso significó un sacrificio, también desarmó a los ingleses”.

El periodista y docente explica que aunque los británicos masacraron a miles de indios, ellos demostraron que estaban dispuestos a morir por su causa y pueblo indio demostró que estaban dispuestos al soportar el martirio y a morir por sus derechos y por su patria: “A una gente así, ¿qué le puedes hacer? ¿matarlos a todos?. Los ingleses no podían asumir el costo de una nueva guerra que no estaba claro iban a poder ganar”, sentencia.

El profesor e historiador Néstor Rivero, a la luz de estas reflexiones, acota que por alguna razón detrás del “fanatismo religioso” que siempre se cita como motivo del asesinato de Gandhi, acaecido el 30 de enero de 1948, estaba un partido de ultraderecha, el Hahasabha, reacio a aceptar un modo de vida como el que proponía el Mahatma, título que significa “el alma grande” y que le confirió su propia gente. El hombre que le disparó fue condenado, pero aquel a quien el pueblo identificó como auto intelectual, quedó libre. Por falta de pruebas.

T/Carlos Ortíz
F/Archivo CO