En medio de las numerosas conmemoraciones patrias de Vietnam las de septiembre resaltan desde el inicio de mes con sus millones de banderas rojas por todos los rincones del país.
Alegría y tristeza se dan la mano el segundo día del noveno mes: las banderas rojas de estrella dorada, símbolo de la Revolución de Agosto, recuerdan con alborozo la Independencia de la República Democrática de Vietnam y el primer discurso de Ho Chi Minh como presidente de la naciente nación.
En 1969, el ambiente no podía ser más dramático, en plena invasión yanqui: horas después de la fiesta Patria, el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista, anunciaba la partida del Tío Ho.
La trágica noticia, que regó lágrimas en aldeas y ciudades, llegó acompañada por un manuscrito, puño y letra del gran líder: el Testamento del presidente Ho Chi Minh.
Ese legado, cual plan de la patria, traza líneas puntuales para que fueran ejecutadas después de concretarse la victoria de la lucha antiyanqui por la salvación nacional: “Reforzamiento del Partido; atención a la vida de las capas populares; exención del impuesto agrícola por un año para todas las cooperativas agrícolas; reconstrucción de las ciudades y poblados; restauración y desarrollo de la economía y la cultura; consolidación de la defensa nacional y la reunificación del país”.
Los lacayos del imperialismo yanqui apostaban a la desmoralización del pueblo por la partida de su líder, pero a solo seis años del trágico acontecimiento, en 1975, las masas populares y su ejército cumplieron con el legado del Tío Ho.
Los vietnamitas no confundieron tristeza con derrota, como le dijera Diosdado Cabello a la derecha venezolana, cuando el comandante Hugo Chávez se marchó por los senderos de Ho Chi Minh.