Este lunes, las autoridades afganas admitieron la muerte de al menos 65 civiles, entre ellos numerosos niños, tras bombardeos de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN).
Según un escueto parte al respecto, los bombardeos se produjeron en remotas regiones del noreste del país y fueron el antecedente de operaciones de las tropas extranjeras contra presuntos insurgentes.
El mando de la OTAN no mencionó tales hechos y solamente reconoció la muerte de cuatro soldados, entre ellos uno de origen italiano pero sin identificar el resto.
En el parte señalaron que otros cuatro resultaron heridos tras atentados y ataques en zonas del este, oeste y sur de Afganistán.
A su vez, medios de la insurgencia afgana en el sitio de la Agencia Kali Yuga reiteraron sus denuncias acerca de los indiscriminados ataques aéreos de las tropas de ocupación.
Añadieron que ante la imposibilidad de recuperar el terreno perdido, las tropas invasoras lanzan operaciones contra zonas rurales, sobre todo en horario nocturno sin medir las consecuencias y destruyendo todo a su paso.
Asimismo, subrayaron que la lucha contra la llamada coalición extranjera liderada por Estados Unidos, continuará hasta la derrota final de los ocupantes, los cuales desinforman y manipulan la realidad.
Hasta la fecha el total de bajas de militares extranjeros llega a 65, de ellos 37 estadounidenses, un promedio de más de una diariamente.
Al principio del mes de enero del 2011, la Agence France-Press calculaba que en Afganistán habían muerto unas 10 mil personas a lo largo de 2010. Basándose en las cifras oficiales del gobierno afgano y en la página en Internet icasualties, ese número de víctimas que alcanza niveles de record aparecía documentado en dos categorías. En la primera, figura Estados Unidos y su aliados de la OTAN, quienes perdieron 711 soldados. Los restantes 9.370 muertos eran afganos, entre ellos, más de la 7 mil civiles y 2 mil soldados y policías.