Según científicos|Pigmento de la era faraónica puede ayudar a la nanotecnología

El faraón descendió de su carroza, cerró las puertas con su control remoto y encendió el televisor con el mando a distancia: suena a ciencia ficción incongruente, pero habría sido posible, según científicos.

Y es que un pigmento artificial de color azul, el primero empleado para pintar tumbas y estatuas en Egipto y el mundo mediterráneo antiguos, contiene silicato de calcio de cobre, un compuesto que se desprende en nanohojas tan finas que miles de ellas cabrían en el ancho de un cabello humano.

Pero no es su única propiedad: esas hojas producen radiaciones infrarrojas invisibles similares a los rayos que empleados en los mandos a distancia y en dispositivos de telecomunicaciones, acorde con las conclusiones de un estudio de la profesora Tina Salguero, de la Universidad de Georgia, Estados Unidos.

El silicato de calcio de cobre facilita la ruta para una nueva clase de nanomateriales de interés en investigaciones de tecnología de punta tales como las imágenes infrarrojas para la biomedicina, plataformas de telecomunicaciones y la elaboración de tintas de seguridad contra los falsificadores, según el estudio, difundido por el Ministerio de Antigüedades.

En sarcófagos egipcios el pigmento aparece con profusión, al igual que en la estatua de la diosa mensajera Iris que existe en el Partenón, como un testimonio de la magnitud de los adelantos de la cultura faraónica, desconocidos durante milenios, o acallados, en el peor de los casos.

Por supuesto, los faraones, no tenían televisores, ni sus carros se cerraban con puertas, pero, de todas formas, imaginarlos en esos sencillos actos de la cotidianidad moderna resulta un homenaje delirante al anacronismo, que siempre entretiene.

Ahora sólo falta que los partidarios de la tesis de que la cultura faraónica es producto de la visita de alienígenas empleen el descubrimiento para apoyar su argumento.

Fuente/Prensa Latina