Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas de Petare tendrá talleres para la juventud

Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas de Petare, situado en el casco histórico de esta popular zona, tendrá durante todo el mes de agosto y la primera quincena de septiembre diversos talleres artísticos, dirigidos a niños y jóvenes entre ocho y quince años, informó Carmen Sofía Leoni, coordinadora del ente museístico.

Estos talleres artísticos abarcan distintas técnicas pictóricas; el trabajar materiales de reciclaje para el arte, un taller de danza y otros más. Acotó Leoni que hasta ahora los de pintura son los que han tenido más demanda.

Agregó que también continuarán las exposiciones “Expresiones en diálogos. 23 artistas petareños”; y “Petare ayer y hoy con acuarelas” de Francisco Rodríguez Rivas, que se mantendrán hasta mediados de septiembre.

En el caso de «Expresiones de diálogo. 23 artistas petareños», cuentan con el talento local de Guillermo Bello, David Petit, José Luis “Hochy” Blanco, Carlos Cedeño, Daniel García Volcán, Amarilis Hannot, Arnaldo Herrera, Armando Linares, Pedro Miguel López “Pemilo”, Henri Matos, Fran Morales, Aura Moreno “Mayela”, Ismer Mota, Héctor Ordaz, Pedro Perera, José “Cheo” Pérez, Armando Rodríguez, César Rodríguez, Jorge Romero, Carlos Urbina, Juan Urbina, Freddy Vera y el fallecido, pero siempre recordado Miguel Von Dangel, quienes tienen sus muy interesantes obras en las salas del museo. En esta exposición, los 23 artistas presentaron sus propuestas, que van de pinturas a esculturas, en el marco de la celebración de los 400 años de la fundación del pueblo Petare (el 17 de febrero de 1621).

Según la directiva de este ente, el Museo de Petare Bárbaro Rivas está continuamente abierto mostrando el talento local, de Miranda y el país en general.

POR CUATRO DÉCADAS

Señalan los organizadores que este museo Bárbaro Rivas se ha mantenido en sus casi cuatro décadas de existencia, gracias al trabajo de la Fundación José Ángel Lamas y la alcaldía del Municipio Sucre, sobre todo para mantener los costos de mantenimiento de una edificación que, dicho sinceramente, está muy bien cuidada.

Detalló Carmen Vargas, vicepresidenta de la Fundación José Ángel Lamas, que las paredes originales de bahareque tuvieron un tratamiento especial al frisarlas, las maderas son cuidadas continuamente. En pocas palabras y se ve, esta institución como una tacita de plata. Directamente trabajan en el museo cinco personas.

Carmén Sofía Leoní acotó que esta casa, hoy sede del museo, perteneció al militar Lino de Clemente: «El museo se abrió en 1984, luego de conseguirle viviendas a las personas que vivían aquí. Hubo una remodelación y no una restauración, porque hubo muchas cosas que se cambiaron. El resultado fue maravilloso y estoy orgullosa de haber trabajado aquí por tantos años. Acá en este museo, ni en el peor de sus momentos, cerró sus puertas. Siempre hay exposiciones todos los años. Hasta el momento se han realizado 227 en su historia. Recuerden que la planificación para un museo hay que hacerla con un año de anticipación. La institución ha tenido sus altos y bajos, pero siempre se consiguen aliados y amigos para subsanar esos baches económicos».

Quienes deseen asistir a estas dos exposiciones podrán hacerlo, desde las once de la mañana, observando siempre las medidas de bioseguridad. Se debe recordar que esta histórica instalación tiene espacios abiertos para ser utilizados en otras áreas. Cuentan con el apoyo de la Fundación José Ángel Lamas y la alcaldía de Sucre. Para mayor información, contactar por el teléfono del museo (0212-2718335); o por las redes Facebook e Instagran @museodepetare. O visitando el recinto en horas laborales. El Museo de Petare está situado entre las calles Guanche y Lino de Clemente.

¿Quién fue Bárbaro Rivas?

Vivos colores, contornos difusos en lo que real e imaginario se juntan en una explosión de vivos colores, son el sello distintivo de la obra de Bárbaro Rivas, artista petareño considerado como uno de los máximos exponentes del arte ingenuo venezolano.

Nacido en el 4 de diciembre 1893 en lo que es hoy la barriada más grande de América Latina, Petare, Rivas fue criado por un matrimonio que le inculcó los principios de la fe católica. No tuvo una educación formal, de hecho nunca fue a la escuela, nadie sintió preocupación por sus estudios. Pese a provenir de un núcleo familiar donde había elementos para un mediano desarrollo educativo, este nunca llegó a materializarse.

Su padre fue boticario y director de la Banda Municipal de Petare, lo cual permite imaginar que don Prudencio García, de haberlo deseado, hubiese podido dedicar algún esfuerzo para la instrucción de su retoño. Aspectos religiosos, formalismos típicos del contexto histórico e incluso la ausencia del lazo matrimonial entre don Prudencio y doña Carmela, influyeron en que no le ofrecieran una educación formal.

Tras dedicarse a varios oficios, entre ellos el de “pintor de brocha gorda”, en 1925 se inició en el mundo de las artes con sus primeros murales para zaguanes y fachadas, hasta que en 1949 fue descubierto por el crítico Francisco D’Antonio.

Antes el analfabetismo, la inestabilidad laboral y el alcoholismo sumergieron a Rivas en un caos personal, hasta el punto de sufrir fuertes y recurrentes depresiones. La primera de aquellas perturbaciones se registra en 1937, cuando ya pintaba uno que otro cuadro de pequeñas dimensiones. Se estima que aquella situación la disparó su despido como banderero en el ferrocarril. La pérdida de aquel trabajo lo arroja, entonces, a la dipsomanía.

Tras cierta recuperación, gracias a los cuidados de su hermana, pintaría La fábrica de chocolates (1937); seguidamente trabajaría en otros cuadros, pero ya sumido en las embriagantes veleidades del licor.

DESCUBIERTO

A partir de entonces se estableció en una casa ubicada a un costado de la iglesia del Calvario, en Petare, donde dio espacio a su taller. Y fue D’Antonio, quien identificó sus primeras obras y las presentó, junto a las de otros pintores “ingenuos”, en la muestra colectiva “Siete pintores primitivos y espontáneos de Petare” (Bar Sorpresa), en 1954.

“A mi nadie me enseña a pintar. Las pinturas me las pinta Dios cuando estoy soñando”, recalcó en una oportunidad el artista, en cuya obra prevalecen por igual ángeles y otras figuras religiosas, con paisajes y escenas cotidianas.

Rivas, quien tuvo una vida huraña y marcada por el alcoholismo, fue ingresado en febrero de 1967 en el hospital Pérez de León de Petare, donde falleció el 12 de marzo. En su honor, el 22 de febrero de 1984, en una casona del casco colonial de Petare, se creó el Museo de Arte Popular Bárbaro Rivas, que hoy en día constituye un oasis en medio del caos urbano de la zona.

Su obra fue revelada públicamente en 1956, mediante una exposición individual en el Museo de Bellas Artes de Caracas. Recibe por decisión unánime del jurado integrado, entre otros, por Manuel Cabré, Alfredo Boulton y Arturo Uslar Pietri, el Premio Arístides Rojas del XVII Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. Asimismo, expone cerca de cuarenta obras (realizadas entre 1926 y 1956) en el citado ente museístico.

En 1957 sus trabajos fueron incluidos en una muestra colectiva enviada a la IV Bienal de Sao Paulo, en donde recibió una mención honorífica. Como dato interesante, entre los artistas “ingenuos” que se dieron cita en aquel encuentro solo Rivas obtuvo una mención honorífica.

Obtuvo el premio Arístides Rojas del Salón Oficial de Arte Venezolano en 1956 y 1960. Por cierto, en ese año 1960, ganó con la magnífica pintura El ferrocarril de La Guaira (1959), obra que destaca entre las más importantes de su carrera. En 1967 representó a Venezuela en la exposición “Ingenuos Actuales de América”, en Madrid.

En la última década de su vida Rivas presenta obras excepcionales como La palomera (1960), Crucifixión (1961), Lo que esperan (1962) y La huida a Egipto (1964). Este período se caracterizó por un mayor ímpetu hacia el tema religioso y los autorretratos sombríos llenos de un aparente dolor interno, señalados además por la relativa ausencia de color, en oposición a su característico estilo colorido.

Su trabajo artístico ha sido comparado con los imagineros coloniales, a causa del profundo sentimiento religioso de su obra, un vestigio sin duda inculcado por la familia que se encargó de su crianza. No queda duda que su semblanza humilde evidencia que la tipología de sus personajes y el ambiente de su peculiar obra están tomados de Petare, donde siempre vivió.

Su peculiar e intuitivo uso de los colores vivos, empleados por zonas definidas por contornos sinuosos o lineales; figuras y objetos superpuestos, sin guardar escala entre sí; reiterado simbolismo del paisaje, con dentadas montañas cuyos dramáticos arabescos contrastan con cielos grises, llenos de ángeles torpes, nubes y aves.

Por ende, su valor como creador radica principalmente en su inconfundible estilo de formas, temas, colorido, líneas y composición, valiéndose sólo de la pura intuición y en perfecta sintonía con la ingenua autenticidad de su espíritu inocente y visionario. Uno de los homenajes que se le rinde es través de la Bienal de Arte Popular Bárbaro Rivas, que se convoca desde hace años.

T/Eduardo Chapellín
F/Miguel Romero
Caracas