Unas 300 mujeres forman parte del programa de humanización|La música sinfónica también suena en el INOF

Las clases comienzan a partir de las 9:00 am y se extienden hasta las 4:00 pm,Foto/Héctor Lozano

“¡Vamos! ¡Uno, dos tres!”, dice el profesor a las violinistas. Entonces suenan los acordes. “¡No, otra vez!”, irrumpe el docente, mirando fijamente a las mujeres. Pero los acordes siguen sonando, dispersos y disparejos. Los ensayos no son sólo en los salones. Las instrumentistas de la Sinfónica han tomando hasta los estrechos pasillos del pabellón de educación de Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), en Los Teques, estado Miranda.

En el largo pasillo, asaltado por los atriles con sus partituras, una sola columna ha sido violada por lápices anónimos con los mensajes “Kiero irme de aquí” y “Tereza te amo”. Más adelante, cerca del último salón donde ensayan los vientos, está pegado el desteñido horario de clases que comienza a las 9:00 am y se extiende hasta las 4:00 pm de lunes a viernes. También está pegado el repertorio del concierto del 8 de febrero: Himno Nacional, “Aleluya”, “Venezuela”, popurrí de Alí Primera y “Habanera”. Las mismas piezas que sonaron el día de la comparecencia del titular del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia (Mpprij), Tareck el Aissami, en la Asamblea Nacional (AN).

Si Gustavo Dudamel y todo lo que este director representa se ha convertido en uno de los orgullos más recientes de la patria de Bolívar, ese 8 de febrero de 2011 el pueblo venezolano amplió las razones para sentirse feliz ante los talentos musicales, cuando las internas del INOF le dieron a conocer al país otro rostro de los centros penitenciarios: radiante, esperanzador y liberador.

Aunque la ejecutante de la viola Ludy Delgado, de 31 años de edad, reconoce que fue “toda una responsabilidad” dar la talla en el concierto del Parlamento, no presume de ese recuerdo. Argumenta que no era la primera vez que se presentaba en un escenario distinto al del centro penitenciario. “He salido varias veces para conciertos”, como en el Teatro Teresa Carreño y el Teatro Municipal de Valencia, aclaró.

Comentó que ella fue una de las seleccionadas para asistir a la comparecencia en el hemiciclo debido a su clasificación “A” dentro de la Orquesta, y a que obtuvo el permiso del juez para salir del penal. Esas condiciones aplican para cada integrante cuando hay un concierto fuera del INOF.

En la Sinfónica Penitenciaria las integrantes son clasificadas en una escala que va de la “A” a la “D”, según el desarrollo musical de cada una. La evolución de la violista ha sido rápida. En dos años Ludy Delgado fue absorbida totalmente por las notas del pentagrama. Ella comenzó con el coro y hace ocho meses que toca un instrumento; su avance es tal, que es la primera viola de la Orquesta. “Es como en el colegio: debes tener 20 en todas tus materias, ser puntual y disciplinada. Igual es en la música”, ejemplificó.

Pese a que debe permanecer cinco años más en el INOF por un delito relacionado con el tráfico de drogas, la violista de Ocumare del Tuy (Miranda) y madre de dos niñas se ha convertido en un ejemplo para sus pequeñas. “Mis hijas ahora quieren tocar”, dijo sonriendo.

GENIO Y FIGURA

Gretna Alvarado, de 34 años, estuvo rodeando la Orquesta Sinfónica del INOF unos cuatro meses hasta que encontró un instrumento que no afectara su imagen. Por esta razón toca el trombón, el único que no requería cortarse las uñas de las manos (las que mantiene pintadas y arregladas todo el tiempo). Además, “cuando llegaron los instrumentos de viento, el profesor me dijo que por mis labios gruesos era perfecta para el trombón, y ya tengo dos años”.

Antes de ingresar al centro penitenciario, Alvarado vivía en Petare (Miranda) y trabajaba como vendedora. Ahora debe cumplir una sentencia de 12 años por posesión de drogas. Sólo le dedica cuatro horas a sus estudios musicales, porque el resto del día alquila teléfonos en el patio de la institución. Ese oficio le permite mantener a sus tres hijas. “Estamos buscando un núcleo de orquesta porque mis hijas se sienten identificadas y quieren entrar a una sinfónica también”.

Algunas internas obtienen facilidades y el apoyo de las compañeras para ensayar hasta ciertas horas de la noche. “Cuando viene un concierto, saben que tenemos que practicar más, para ser excelentes”, acotó.

DEMOSTRACIÓN CONTUNDENTE

La abogada Ana Ocanto cumple desde hace tres años una sentencia en el INOF, por el delito de legitimación de capitales. Desde hace 24 meses se realiza como violonchelista de la Orquesta Sinfónica de ese penal. “Aprendí a tocar el instrumento aquí”, puntualizó.

La interna no pudo asistir al concierto en la Asamblea, pero lo pudo disfrutar en televisión. “Cuando se presentó el altercado político me dio mucha rabia, porque se trató de denigrar la imagen y el trabajo que hacemos aquí todos los días. Me dio rabia porque aunque no estaba ahí, sí estaban mis compañeras. Pero sé que dejamos muy en alto el nombre de la institución y del núcleo”.

Pese a que algunos críticos del concierto en la AN argumentaron que estaba “preparado” exclusivamente para dar una buena impresión ante el ministro Tareck El Aissami, la violonchelista de 28 años lo desmintió.

Ocanto aseguró que estuvieron casi un año ensayando el “Aleluya”, de Georg Friedrich Haendel. “Es una composición muy difícil”. Ahora “estamos perfeccionando la interpretación de todas las piezas que hemos trabajado desde 2010 para que, a mediados de año, comencemos con un repertorio nuevo”.

La abogada apuntó que está entregada por completo a la Orquesta, dedicada a los ensayos, los talleres y estudios individuales con base en el pensum académico, como si estuviera en un conservatorio.

EL CONVENIO

“Hemos hecho un cambio, hemos roto paradigmas en poco tiempo”, aseveró la directora del INOF, Isabel González, sobre el programa de humanización penitenciaria que se lleva adelante en ese centro con el apoyo de la Fundación del Estado para el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (Fesnojiv).

“Las internas tienen la constancia, la disciplina y la responsabilidad de la Orquesta todos los días. Ellas tienen que saber como tocar las piezas, conocer la teoría y manejar la práctica”, detalló. “Tenemos que aprender a creer que las cosas sí pueden cambiar, a lo mejor no las 816 reclusas, pero sí las 300 mujeres que están en la Orquesta Sinfónica y el Coro. Esto es, para nosotros, un éxito”, expresó.

González desestimó los comentarios negativos sobre el concierto en la Asamblea formulados por representantes de la derecha. Ratificó que el trabajo conjunto entre el Mpprij y Fesnojiv ha hecho posible la transformación de las cárceles.

El ministerio donó los instrumentos musicales y el Sistema de Orquestas colocó las profesoras y los profesores para atender a las mujeres del INOF.

Reconoció que hay internas que tienen un mayor desarrollo en la música por sus aptitudes y actitudes. “Cuando a una interna se le dificulta algo con un instrumento, incluso se le asigna un profesor específico para ella”.

¿QUÉ TIENE LA MÚSICA?

Cuando comenzó la Orquesta en 2007, la directora del INOF se preguntó, incrédula: “¿Qué tiene la música que no tenga otra ocupación para las internas?”. Tres años después, Isabel González se responde: “Fue por ensayo y error”. Comprobó que la música “ayudaba a disminuir los índices de agresividad y de vulnerabilidad que tienen todos los seres humanos, no sólo las personas privadas de libertad”.

“Así como uno se relaja escuchando música cuando va en el carro, las internas también”, agregó.

Precisó González que 30% de la población del INOF participa en la Orquesta y el Coro. Calculó que la agresividad en el centro penitenciario ha disminuido 29% gracias al convenio con Fesnojiv.

La Red de Orquestas Sinfónicas Penitenciarias está integrada por 1.300 internas e internos del INOF y los centros penales de la región Andina (Mérida), Occidente (Táchira), Carabobo (penal de Tocuyito) y de Coro (Falcón).

Al egresar de cualquiera de los centros penitenciarios, las integrantes de las orquestas y los coros pueden continuar en los núcleos de Fesnojiv. Para la violonchelista Ana Ocanto, continuar una carrera en la música académica es su primera opción una vez que obtenga su plena libertad. “Me quedo con mi instrumento, porque su sonido es mágico”.

DE LA CÁTEDRA

“Claro que vale la pena ser el director de una Orquesta Sinfónica Penitenciaria”, recalcó Jaime Silva, el músico de 24 años que ostenta la batuta en el INOF.

Explicó que las sinfónicas de los penales funcionan con las mismas exigencias del resto de las Orquestas de la Fundación. Es decir, con un plan de estudios completo, que incluye las cátedras de viento-madera, viento-metal, cuerdas, percusión, coros, canto lírico, lenguaje e historia de la música. Además, intercambian experiencias con otras agrupaciones musicales cercanas.

Isabel González y Jaime Silva coinciden en que el programa musical de humanización penitenciaria ha generado un sentido de pertenencia en las internas, que se demuestra en que no hay problemas por la pérdida de instrumentos musicales.

“Por la disciplina de pertenecer a algo que quieren, ellas mismas cuidan los instrumentos y cuentan con un depósito para guardarlos. Algunas internas tienen instrumentos propios comprados por sus familiares y obtienen permisos para llevarlos a los pabellones. Protegen los instrumentos como un hijo”, agregó González.

Todo el personal del INOF está abocado a la Orquesta y el Coro, admitió Silva, pero solo unas 30 personas forman parte de la administración del programa musical. “Esta es mi vida y todas las personas que estamos en el programa crecimos en el Sistema, y es nuestra misión cumplir esta tarea de la mejor manera, con excelencia”.

T/ Várvara Rangel Hill
F/ Héctor Rattia